Capitulo 10

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La música retumbaba en mis oídos mientras me dejaba llevar por el ritmo en la pista de baile. Las luces parpadeantes y el bullicio de la multitud creaban un ambiente vibrante y emocionante, y me sentía viva como nunca. La canción de Shakira llenaba el aire, y no pude resistir la tentación de moverme al compás de la música.

Una cartica que yo guardo donde te escribí
Que te sueño y que te quiero tanto
Que hace rato está mi corazón
Latiendo por ti, latiendo por ti

La que yo guardo donde te escribí
Que te sueño y que te quiero tanto
Que hace rato está mi corazón
Latiendo por ti, latiendo por ti

Puedo ser feliz
Caminando relajada entre la gente
Yo te quiero así
Y me gustas porque eres diferente

A tu manera, despelucado
En una bici que me lleva a todos lados
Un vallenato desesperado

Sin embargo, el exceso de alcohol comenzó a hacer estragos en mi equilibrio, y perdí un poco la noción de dónde estaba. Tropecé un par de veces, pero seguí bailando, dejando que la música me transportara a otro mundo.

Fue entonces cuando ocurrió: mientras intentaba recuperar el equilibrio, choqué accidentalmente con un hombre que pasaba cerca de mí. Levanté la vista para disculparme, pero mis disculpas se quedaron atrapadas en mi garganta cuando vi quién era.

Era mi jefe, Alexander Stone.

Un nudo se formó en mi estómago mientras lo miraba, sintiendo una mezcla de sorpresa y vergüenza por haberlo chocado de esa manera. Traté de articular algunas palabras de disculpa, pero antes de que pudiera decir algo, mis acciones tomaron el control.

El alcohol había nublado mi juicio, y sin pensar, me acerqué a Alexander y lo abracé con fuerza, sintiendo el calor de su cuerpo contra el mío. Sus ojos se abrieron de par en par por la sorpresa, pero antes de que pudiera reaccionar, mis labios encontraron los suyos en un beso torpe y apasionado.

El tiempo pareció detenerse mientras nos besábamos, perdidos en el calor del momento. Pero entonces la realidad se estrelló contra mí, y me di cuenta de lo que estaba haciendo. Me aparté de Alexander con brusquedad, sintiendo el rubor de la vergüenza subir a mis mejillas.

-Lo siento, lo siento mucho - balbuceé, retrocediendo un par de pasos. - No sé qué me pasó, fue un error.

La expresión en el rostro de Alexander era una mezcla de sorpresa y confusión, pero también había una chispa de algo más: algo que no pude identificar en medio del caos de la situación.

-No te preocupes - dijo finalmente, su voz serena a pesar de la sorpresa evidente en sus ojos - Parece que ambos hemos tenido un poco demasiado para beber esta noche.

Las palabras de Alexander me trajeron un poco de alivio, pero aun así me sentía mortificada por lo que acababa de suceder. Me disculpé una vez más antes de alejarme, sintiendo el peso de la vergüenza aplastándome con cada paso que daba.

Mientras me retiraba de la pista de baile, me prometí a mí misma que nunca volvería a dejarme llevar por el alcohol de esa manera. Había cometido un error grave, y sabía que tendría que enfrentar las consecuencias de mis acciones en el futuro. Pero por ahora, todo lo que podía hacer era tratar de olvidar lo que acababa de suceder y seguir adelante con mi vida, esperando que esta noche de locura quedara en el pasado para siempre.

Después del vergonzoso encuentro con mi jefe en la pista de baile, me sentía completamente abrumada por la situación. Decidí ir al baño a refrescarme ante de buscar a mi amiga para irme, necesitaba alejarme de todo eso y recobrar la compostura.

Caminé entre la multitud, buscando a Sarah entre la gente. Finalmente la encontré en la barra, riendo y charlando animadamente con un hombre. Me acerqué, sintiendo el peso de la vergüenza todavía sobre mis hombros.

-Sarah, necesito irme - dije con voz apagada, tratando de no llamar la atención del hombre que la acompañaba.

Ella me miró con sorpresa, pero luego sonrió ampliamente - Emily, ¡te presento a Alejandro! Es el hermano menor de tu jefe - dijo con entusiasmo.

Mis ojos se abrieron de par en par ante la revelación. Alejandro Stone, el hermano menor de mi jefe. No podía creerlo. Me sentí aún más incómoda en la situación, pero Sarah insistió en que me quedara un poco más.

-Vamos, siéntate con nosotros - me instó Sarah, haciéndome espacio en la barra.

A regañadientes, accedí, sintiéndome cada vez más insegura. Tomé un trago de mi bebida, tratando de calmar mis nervios, pero pronto me di cuenta de que estaba perdiendo el control.

La conversación fluyó, pero yo apenas podía concentrarme. Mis pensamientos seguían volviendo al encuentro con mi jefe y al beso vergonzoso que le había dado. Me sentía avergonzada y confundida, y el alcohol solo empeoraba las cosas.

A medida que avanzaba la noche, me encontré bebiendo más y más, tratando de ahogar mis preocupaciones en el alcohol. Pero pronto me di cuenta de que había ido demasiado lejos cuando perdí por completo el control de mis acciones.

Un hombre se acercó a mí no sé quién era ya que veía sumamente borroso, ofreciéndome ayuda para salir de la discoteca. Estaba tan borracha que apenas podía entender lo que decía, pero acepté su ayuda sin pensar en las consecuencias.

Me apoyé en él mientras salíamos de la discoteca, sintiendo el mundo girar a mi alrededor. No podía distinguir su rostro en la oscuridad, y mi mente nublada por el alcohol no me permitía reconocer quién era.

Finalmente, salimos a la noche, y todo se volvió borroso a mi alrededor. No sabía quién era el hombre que me llevaba, ni a dónde me estaba llevando. Todo lo que podía hacer era dejarme llevar por la corriente, esperando que todo terminara bien. Pero en el fondo, sabía que había cometido un grave error al dejarme llevar por el exceso de alcohol.

Entre Informes y Sonrisas: El Destino Laboral de Dos CorazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora