Capítulo 33

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Abro los ojos lentamente, sintiendo el dolor punzante en mi estómago como una mala resaca después de una noche de excesos. Parpadeo un par de veces, tratando de aclimatarme a la luz tenue de la habitación del hospital. Mi mente aún está nublada por los efectos de la anestesia, pero poco a poco comienzo a tomar conciencia de mi entorno.

El sonido monótono de los monitores y el suave murmullo de voces a mi alrededor me indican que estoy en una habitación de hospital. Giro la cabeza con precaución, sintiendo el tirón de los puntos en mi estómago, y mi corazón salta al ver a mi amiga Sarah dormida en un sofá cercano.

—Sarah... —murmuro, mi voz apenas un susurro ronco.

Ella se remueve en su sueño, parpadeando lentamente antes de abrir los ojos y dirigirme una sonrisa somnolienta.

—¡Emily! ¡Por fin estás despierta! —exclama, levantándose del sofá y acercándose a mi cama con expresión preocupada.

Intento sentarme un poco, pero un agudo dolor en mi estómago me hace retroceder, recordándome la razón por la que estoy aquí.

—¿Cómo te sientes? —pregunta Sarah, tomando mi mano con ternura.

—Dolorida... —respondo con sinceridad, tratando de mantener la compostura a pesar del malestar.

Antes de que Sarah pueda responder, noto la presencia de otros dos ocupantes en la habitación. Una mujer mayor y un niño dormido en su regazo, ambos aparentemente relacionados con Sarah de alguna manera. La mujer me sonríe con dulzura, y me doy cuenta de que la reconozco de inmediato como la madre de Sarah.

—Hola, Emily. Soy la madre de Sarah, Mary. Estamos aquí para apoyarte en lo que necesites —dice con voz suave y reconfortante.

Asiento débilmente, agradecida por su presencia y palabras de aliento. Me siento reconfortada por el hecho de que Sarah no esté sola en este momento difícil.

De repente, siento una mano cálida y reconfortante aferrándose a la mía, y giro la cabeza para encontrarme con la mirada preocupada de Alex. Su presencia me reconforta de una manera que no puedo explicar, y una oleada de emociones me abruma mientras me doy cuenta de lo cerca que estuve de perderlo todo.

—Emily... Estás despierta —murmura, sus ojos azules brillando con alivio y alegría.

Sus palabras me llenan de una sensación de calidez y seguridad, y me doy cuenta de cuánto significa para mí tenerlo a mi lado en este momento. Aunque no puedo evitar preguntarme cómo ha llegado hasta aquí, cuando la última vez que lo vi fue en la oficina, antes del terrible incidente con Melisa.

La mirada de Alex me tranquiliza de alguna manera, pero también despierta una multitud de preguntas en mi mente. ¿Cómo llegó hasta aquí? ¿Qué ha pasado desde el incidente con Melisa? Mis pensamientos se agolpan en mi mente, pero antes de que pueda formular ninguna pregunta, Alex habla.

—Emily, estoy tan aliviado de que estés despierta. Ha sido una noche muy difícil para todos nosotros —dice, su voz ligeramente entrecortada por la emoción.

Lo escucho con atención, notando la tensión en su expresión y preguntándome qué más ha sucedido en mi ausencia.

—¿Qué... qué ha pasado? —pregunto con voz débil, mi mente luchando por procesar lo que está sucediendo.

Alex exhala profundamente, como si estuviera recogiendo sus pensamientos antes de responder.

—Melisa... ella... vino a la oficina. Estaba furiosa, Emily. Me culpaba a mí por algo que... que no tenía sentido. Quería... hacerte daño —explica, sus palabras saliendo con dificultad mientras revive los eventos recientes.

Siento un escalofrío recorrer mi cuerpo al escuchar su relato, mi mente llenándose de imágenes de la confrontación violenta con Melisa. La idea de que alguien pudiera querer lastimarme de esa manera me deja sin aliento, pero agradezco en silencio el hecho de que Alex estuviera allí para protegerme.

—Lo siento... no deberías haber tenido que pasar por eso —susurro, sintiendo el peso de la culpa por la situación en la que nos encontramos.

Alex me mira con suavidad, su expresión llena de comprensión y preocupación.

—No tienes nada que lamentar, Emily. Lo importante es que estés a salvo ahora. Eso es todo lo que importa —dice, su voz resonando con una determinación tranquila.

Asiento lentamente, dejando que sus palabras me reconforten en medio de la confusión y el miedo que todavía siento. Me doy cuenta de que, a pesar de las circunstancias difíciles, estoy agradecida por tener a Alex a mi lado en este momento de necesidad.

—Gracias, Alex. Por estar aquí... por cuidar de mí —digo con sinceridad, dejando que mis palabras expresen la gratitud que siento en mi corazón.

Alex me sonríe con ternura, su mano apretando la mía con un gesto reconfortante.

—Siempre estaré aquí para ti, Emily. Siempre —afirma, sus ojos azules brillando con determinación.

Me siento abrumada por la sinceridad de sus palabras, y una sensación de calma se apodera de mí mientras me doy cuenta de que, pase lo que pase, no estoy sola en este camino.

La puerta de la habitación del hospital se abre suavemente, y una enfermera entra, trayendo consigo una bandeja con medicamentos y suministros. Se acerca con una sonrisa cálida y profesional, sus ojos escaneando los monitores a mi alrededor.

—Buenos días, señorita Emily. Veo que has despertado. ¿Cómo te sientes? —pregunta con amabilidad mientras comienza a revisar los dispositivos médicos.

Me tomo un momento para evaluar mi propio estado. Aunque aún siento un dolor persistente en el estómago, parece haber disminuido ligeramente desde que me desperté. Asiento con precaución, tratando de no exagerar mi malestar.

—Me duele un poco, pero creo que estoy bien en general —respondo con una sonrisa débil, agradecida por el cuidado que estoy recibiendo.

La enfermera asiente con comprensión, anotando algo en su tableta antes de continuar con su trabajo. Mientras tanto, Alex permanece a mi lado, observando silenciosamente con una expresión preocupada pero reconfortante.

—Si necesitas algo, no dudes en pedírmelo, ¿de acuerdo? —me ofrece, su voz suave y reconfortante.

Asiento con gratitud, apreciando enormemente su gesto de apoyo en este momento difícil. Aunque las palabras pueden no ser suficientes para expresar mi gratitud, espero que mi mirada le transmita la profundidad de mi agradecimiento.

—Gracias, Alex. Significa mucho para mí que estés aquí —le digo sinceramente, sintiendo un nudo en la garganta mientras luchaba por contener las emociones que amenazaban con abrumarme.

Él me devuelve una sonrisa cálida, sus ojos reflejando el afecto y la preocupación que siente por mí.

—Lo haría todo por ti, Emily. Eres importante para mí —dice con suavidad, su voz llena de sinceridad y ternura.

Una sensación de calidez y seguridad me envuelve mientras lo escucho hablar, y me siento agradecida por tener a alguien como él a mi lado en este momento difícil. A pesar de los desafíos que enfrentamos, sé que juntos podemos superar cualquier obstáculo que se interponga en nuestro camino.

Entre Informes y Sonrisas: El Destino Laboral de Dos CorazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora