Capítulo 13

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POV EMILY

El reloj marcaba las 5 de la mañana cuando mis ojos se abrieron con pesadez, arrastrando mi conciencia fuera de la niebla del sueño. La habitación a mi alrededor era ajena, desconocida, y la vista de Sarah, dormida plácidamente a mi lado, me recordó el caos de la noche anterior.

Con movimientos cuidadosos para no perturbar su sueño, me deslicé fuera de la cama y me aventuré por el apartamento en penumbras. El alcohol aún nublaba mis pensamientos, envolviendo mi mente en una neblina incómoda, y un dolor de cabeza sordo martillaba en mi sien.

Exploré cada rincón que pude encontrar, con la única excepción de la habitación en el fondo del pasillo. Una parte de mí se resistía a descubrir lo que había detrás de esa puerta, temerosa de las respuestas que podría encontrar.

Finalmente, llegué a la cocina, donde la oscuridad reinaba en silencio. Mis dedos tambalearon sobre la superficie de la nevera en busca de algo de alivio para mi estómago revuelto. El sonido de pasos acercándose me hizo estremecer, una ráfaga de nerviosismo recorriendo mi cuerpo.

En un instante de pánico, mis manos se aferraron al primer objeto que encontraron: un sartén de freír huevos. La frialdad del metal me sorprendió mientras me preparaba para enfrentar a quienquiera que entrara por la puerta de la cocina. La incertidumbre y la confusión me envolvían, sumiéndome en un mundo de sombras y misterios mientras aguardaba el próximo movimiento.

El corazón me latía desbocado en el pecho mientras me agachaba, lista para defenderme con el sartén en la mano. Mis oídos estaban atentos al sonido de los pasos que se acercaban, y cuando consideré que estaba lo suficientemente cerca, me preparé para atacar.

Pero justo cuando me levantaba para enfrentar a mi intruso, el sartén chocó con la isla de la cocina, produciendo un estruendo que llenó la habitación. La sorpresa paralizó mis movimientos por un instante, y cuando finalmente me recompuse, me encontré cara a cara con un hombre.

En la penumbra de la cocina, apenas podía distinguir sus rasgos, pero su presencia era imponente. Instintivamente, intenté balancear el sartén hacia él, pero antes de que pudiera hacerlo, una mano fuerte sujetó la mía, deteniendo mi movimiento.

- ¡Espera! - exclamó una voz masculina.

El sonido de esa voz me hizo retroceder, y en un instante de claridad, me di cuenta de que estaba a punto de atacar a Alex. Mi corazón se hundió en mi pecho al recordar que había estado a punto de golpear a mi jefe con un sartén. Me sentí avergonzada y culpable, pero antes de que pudiera disculparme, Alex encendió las luces de la cocina, revelando su expresión de sorpresa y preocupación.

- ¡Emily, eres tú! - exclamó Alex, soltando mi mano con cautela.

Mis mejillas se tiñeron de rojo por la vergüenza mientras dejaba caer el sartén, sintiéndome totalmente abrumada por la situación.

-Lo siento, lo siento mucho - murmuré, avergonzada. - No te reconocí en la oscuridad, y pensé que eras un intruso. No tenía la intención de...

-Está bien - me interrumpió Alex, su tono más suave ahora. - Solo... ¿por qué estabas armada con un sartén a las cinco de la mañana?

Me mordí el labio, luchando por encontrar las palabras adecuadas para explicar mi reacción impulsiva.

-Bueno, estaba buscando algo para comer en la nevera, y luego escuché pasos acercándose - expliqué, sintiéndome un poco ridícula al decirlo en voz alta. -Pensé que era un intruso, así que... bueno, actué por instinto.

Alex me miró con una mezcla de diversión y preocupación en sus ojos.

-Te prometo que no suelo rondar por mi cocina a las cinco de la mañana - bromeó. -Pero gracias por tratar de proteger el lugar.

Una risa nerviosa escapó de mis labios mientras me disculpaba nuevamente por mi comportamiento impulsivo.

-Lo siento de nuevo, Alex. No tenía intención de golpearte - dije, sinceramente arrepentida.

-No te preocupes por eso - respondió Alex, su tono suavizándose. - Solo trata de no matarme la próxima vez que vengas a buscar comida en la cocina, ¿de acuerdo?

Asentí, sintiéndome aliviada de que la situación no hubiera escalado más. Aunque estaba avergonzada por mi reacción exagerada, me sentí agradecida de que Alex lo hubiera tomado con calma. Sin embargo, sabía que tendría que ser más cuidadosa la próxima vez que decidiera aventurarme en la oscuridad de la cocina a altas horas de la madrugada.

Entre Informes y Sonrisas: El Destino Laboral de Dos CorazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora