Meant to be [Chestappen]

Capitulo 34

Con los susurros tranquilizadores de Checo, poco a poco comencé a sentir cómo la tormenta de emociones dentro de mí se calmaba. Sus palabras suaves y reconfortantes actuaban como un bálsamo para mi alma herida, proporcionándome el consuelo que tanto necesitaba en ese momento de vulnerabilidad. No podía soltarlo ni por un instante, aferrándome a él como si fuera mi ancla en medio de la tormenta.

Checo se levantó suavemente del suelo, y yo hice lo mismo del inodoro, manteniendo mis brazos firmemente alrededor de él. Mis ojos estaban enrojecidos por el llanto, y mi nariz estaba roja y hinchada, pero no me importaba. Con un puchero en los labios, me aferré a Checo como un niño pequeño, buscando su apoyo y su consuelo en medio de mi dolor y confusión.

A pesar de todo lo que había pasado, me sentía increíblemente agradecido de tener a Checo a mi lado, brindándome su amor incondicional y su apoyo constante. Sabía que, con él a mi lado, podría superar cualquier desafío que se presentara en el camino.

Checo y yo nos desplazamos hacia la cama, y en ese momento me sentía como un koala aferrado a su madre. Hundí mi rostro en su cuello, dejando escapar pequeños pucheros mientras anhelaba el consuelo y la cercanía de mi novio. En medio de la tormenta emocional que atravesaba, su presencia era mi ancla en un mar agitado.

Con dificultad, Checo me ayudó a sentarme en la cama, separándome de su abrazo reconfortante. Aunque me costaba dejarlo ir, sabía que necesitaba recuperar un poco de compostura antes de poder seguir adelante. Observé con gratitud mientras él se sentaba a mi lado, su expresión llena de preocupación y afecto mientras sus dedos comenzaban a acariciar mi cabello con suavidad.

Cada roce de sus dedos era como una caricia sanadora que aliviaba mi angustia y me recordaba que no estaba solo en esta batalla emocional. Me permití descansar mi cabeza en su hombro, aprovechando su calidez y su amor como un refugio en medio de la tormenta. En ese momento, todo lo que necesitaba era su presencia reconfortante para encontrar algo de paz en medio del caos.

—Me dijo que me casaría con Kelly en dentro de un mes...

Con un suspiro, comencé a hablar, dejando que las palabras fluyeran mientras mantenía mi cabeza apoyada en el hombro reconfortante de Checo. Sabía que la idea de casarme con Kelly no era algo que le sentara bien a mi novio, pero también sabía que la honestidad era fundamental en nuestra relación. Checo valoraba la sinceridad por encima de todo, y yo no podía defraudarlo.

Con la mirada perdida en el vacío, reuní el coraje para expresar mis sentimientos más profundos. Le expliqué a Checo que la idea de casarme con Kelly me estaba destrozando por dentro, que no era lo que realmente quería, que mi corazón pertenecía a él y que no podía seguir adelante con una mentira tan grande. Sabía que mi honestidad podría herirlo, pero también confiaba en que él entendería mi situación y me apoyaría en esta difícil decisión.

Mientras hablaba, sentía el peso de mis palabras en el aire, pero al mismo tiempo sentía un alivio por liberar esa carga emocional que llevaba dentro. Sabía que había tomado la decisión correcta al ser fiel a mis sentimientos y a nuestra relación, y esperaba que Checo pudiera comprender y aceptar mi sinceridad.

—Te amo Sergio, por favor, no me dejes..

A medida que Checo me abrazaba con ternura y me acariciaba la cabeza, sentí una sensación de calma y seguridad envolverme. Sus besos en mi frente me reconfortaban, como si cada gesto suyo fuera un bálsamo para mi alma herida. En ese momento, me sentí profundamente agradecido de tener a alguien como él a mi lado, alguien que podía verme en mis momentos más vulnerables y aún así seguir amándome incondicionalmente.

Me dejé llevar por la sensación de protección y amor que emanaba de Checo, sabiendo que podía ser yo mismo con él, sin miedo a ser juzgado o rechazado. Él era mi refugio en medio de la tormenta, mi roca en la que apoyarme cuando las cosas se ponían difíciles. Con cada caricia y cada beso, sentía cómo mis preocupaciones se desvanecían, reemplazadas por una sensación de paz y bienestar que solo él podía brindarme.