𝙈𝙖𝙭
A pesar de todas las tensiones y rivalidades que habían existido entre Checo y yo, en ese momento, en la tranquilidad de la noche y la intimidad de nuestro encuentro, todas esas preocupaciones parecían desvanecerse como si fueran simples sombras ante la luz del momento presente.
La suavidad de la noche envolvía nuestros cuerpos mientras nos encontrábamos sentados juntos, compartiendo risas y conversaciones triviales que no tenían más propósito que disfrutar de la compañía del otro. Cada sonrisa compartida, cada risa contagiosa, creaba un vínculo especial entre nosotros, un puente que atravesaba las diferencias y nos unía en ese instante de complicidad.
Con mi cabeza descansando en su hombro y la suya en la mía, sentía una sensación de calma y confort que me envolvía como una suave manta. La cercanía física entre nosotros era reconfortante, cada roce de nuestras manos casi tocándose era como un recordatorio tangible de nuestra conexión.
En ese momento, en medio de la oscuridad de la noche, me sentía como si estuviera compartiendo un momento mágico y único con Checo. Cada detalle, cada gesto, parecía estar impregnado de significado, como si el universo hubiera conspirado para unirnos en esa experiencia compartida.
A pesar de ser enemigos, en ese rincón tranquilo del hotel éramos simplemente dos seres humanos encontrando consuelo y compañía en la presencia del otro. Era un recordatorio poderoso de que, a veces, las divisiones y diferencias que nos separan pueden ser trascendidas por la simple humanidad que compartimos.
Mientras la noche avanzaba, me sentía agradecido por este momento de conexión y camaradería con Checo, sabiendo que lo guardaría en mi corazón como un tesoro preciado mucho después de que la noche hubiera terminado. Era un recordatorio de que, a pesar de las adversidades, siempre hay espacio para la amistad y la compasión en el mundo.
El instante en que nuestras manos se encontraron fue como un choque de electricidad, un torrente de sensaciones que recorrió mi cuerpo y encendió una llama en lo más profundo de mi ser. Mis mejillas ardían con la intensidad del contacto, y al mirar a Checo, me encontré con unos ojos que parecían contener todo el deseo del mundo.
Su mirada era tan penetrante, tan llena de pasión, que por un momento temí que pudiera leer mis pensamientos más íntimos. Había una intensidad en su rostro que me dejó sin aliento, como si en ese momento él pudiera devorarme con solo desearlo. Y yo, en mi estado de vulnerabilidad, me sentía tentado a dejarme llevar por la corriente arrolladora de emociones que amenazaba con arrastrarme.
Sin embargo, a pesar del torbellino de sensaciones que me invadía, logré contenerme. Checo, con esa maldita sonrisa que parecía desafiar todas mis barreras, retiró su mano con una calma que solo avivó el fuego de mi deseo. Su sonrisa, tan seductora y desafiante, solo aumentó mi anhelo de besarle con pasión y entregarme por completo a la pasión que nos consumía.
En ese momento de tentación, me di cuenta de que estaba en una encrucijada, luchando entre la razón y el deseo. Pero mientras luchaba por mantener el control, una parte de mí anhelaba rendirse ante la atracción magnética que existía entre nosotros, deseando entregarme por completo al fervor abrumador que nos unía. Era una batalla interna que amenazaba con consumirme por completo, pero también una experiencia embriagadora que me recordaba lo poderoso que podía ser el deseo cuando se deja libre reinado.
El momento de intimidad entre Checo y yo se vio abruptamente interrumpido por el sonido de la puerta al abrirse, anunciando la llegada de algunas personas. Instintivamente, volteamos nuestras cabezas hacia la entrada, solo para llevarnos una sorpresa abrumadora al presenciar a nuestros amigos, Carlos y Charles, en una apasionada muestra de afecto.
Mis ojos se abrieron de par en par ante la escena, incapaz de procesar lo que estaba viendo. Checo, al igual que yo, quedó atónito, y se tapó la boca con la mano en un gesto de sorpresa y desconcierto. Ambos observamos la escena en silencio, sin palabras para describir la incredulidad que sentíamos ante lo que nuestros ojos presenciaban.
Ver a Carlos y Charles besándose con tanta pasión y desenfreno fue como un choque para nuestros sentidos, un recordatorio vívido de la diversidad y la complejidad de las relaciones humanas. En ese instante, me di cuenta de que nunca se sabe lo que puede suceder, y que el amor puede manifestarse de las formas más inesperadas y sorprendentes.
Mientras observábamos la escena sin palabras, una mezcla de emociones se agitaba en mi interior: sorpresa, confusión, curiosidad. Pero sobre todo, sentía una profunda sensación de respeto y aceptación hacia mis amigos, por tener el coraje de expresar su amor sin importar las convenciones sociales o las expectativas externas.
Fue un momento que quedó grabado en mi memoria, una instantánea de la vida en toda su complejidad y belleza. Y aunque nuestras mentes aún estaban procesando lo que acabábamos de presenciar, también sentí una sensación de conexión y complicidad compartida con Checo, al darnos cuenta juntos de la profundidad y la diversidad del amor en todas sus formas.
Después de que Charles se separara de Carlos y le diera la señal de girarse, Carlos, al vernos, mostró sorpresa y vergüenza en su rostro. Sin embargo, tanto Checo como yo simplemente nos limitamos a sonreír, compartiendo una mirada de complicidad y orgullo como unos amigos que apoyaban y celebraban la autenticidad de sus compañeros.
A pesar de la sorpresa inicial y la posible incomodidad que Carlos podría estar experimentando, tanto Checo como yo entendíamos la importancia de aceptar y respaldar a quienes amábamos, independientemente de las expectativas sociales o las normas convencionales. Nuestra sonrisa compartida era un gesto de solidaridad y apoyo, transmitiendo el mensaje de que estábamos allí para nuestros amigos, sin importar las circunstancias.
Fue un momento de camaradería y comprensión mutua, un recordatorio de la importancia de estar presentes para aquellos que nos importan y de celebrar la diversidad y la autenticidad en todas sus formas. Aunque la situación podría haber sido embarazosa para Carlos, nuestra respuesta fue un recordatorio reconfortante de que estábamos allí para él, sin juicio ni prejuicios, simplemente como amigos que se apoyan mutuamente en los buenos y en los malos momentos.
Capítulo pocho porque no me daba la paja escribir 😭😭
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Meant to be [Chestappen]
FanfictionMax odiaba a su compañero de equipo, Sergio Perez con todo su ser, simplemente no lo podia soportar. Pero lo que Max no se esperaba era que el mexicano era la persona indicada para él. Estaban destinados a estar juntos. Fanfic Pareja principal: Che...