Capítulo 32: Naufragio en el Atlántico.

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Noche 15.

22:15 PM.

En horas de la noche decidí salir a dar una vuelta con Fatty, regresé a casa y me fui a la cama después de cenar. Estaba en la cama, sobrepensando cualquier cosa que se pasaba por mi mente, me sentía perdido, desorientado y confundido. No había nada que no me preocupara. Pensaba en mi futuro mientras le buscaba sentido a mi vida, sabía que faltaba algo y no hallaba nada que me hiciera sentir completo, tenía tantas personas que me hacían sentir lleno, pero, simplemente me dejaba llevar por lo que mi frustración gritaba. No sabía qué hacer con mi vida, miraba mi reflejo en la pantalla del teléfono y veía a un anciano sufrido, me sentía tan limitado y marginado por mí mismo.

¿En qué momento había caído tan bajo? Era el mismo sentimiento arcaico que se manifestaba cuando tenía dieciséis años, la noche 15 de mis trasnochos fue de gritos internos y lágrimas furiosas, no por un amor que no me correspondía, sino por una vida en la que no me sentía vivo. Una noche más perdida de mi juventud, tirado en la cama de mi prisión, atosigado y consternado por los terrores futurísticos que solo existían en mi mente para amenazar mi existencia.

Era un veinteañero con un potencial innegable, pero, ¿A dónde me llevaría todo ese poder sí simplemente lo usaba en mi contra? 22 años, 22 razones para dejarlo todo y tirarme al mar de mis diluvios mentales. Nunca había llorado tanto como en aquella noche octubrina, pensando en los fantasmas de mi pasado, en los héroes de mi presente y en los enemigos del futuro, algo tan ininteligible como mi vida.

Me castigaba el rechazo de ser la persona a la que nunca preferían, odiaba creer lo que veía, siempre me conformaba con ser la segunda y tercera opción de alguien. El filo de mi ego traspasaba la hipocresía de mi autoestima, derramando la sangre de mis angustias sobre la inseguridad de ser alguien desplazado cuyo corazón no merecía ser rescatado.

En un cerrar de ojos me quedé profundamente dormido, hubo un ligero silencio en el que una misteriosa sombra me cubría mientras me trasladaba a la cubierta de un enorme barco, el transporte fue tan rápido como para reconocer que ya estaba en otro de mis paradójicos e inauditos sueños. Nunca había conocido el mar, estaba ahí en la mitad de la nada vestido como un pescadero colonial, una camisa blanca con las mangas dobladas hacia arriba y un pantalón corto de color beige, la bota corta de mi pantalón junto al sombrero que llevaba puesto me hacían ver patético. El barco navegaba a toda velocidad.

Levanté la cara y el brillo del cielo iluminó mis ojos, fulgurando mis mejillas con una sonrisa de paz. Me quité el sombrero y lo arrojé al mar, me sentía tan feliz que prefería no pensar en el hecho de que estaba en el misterio de un sueño marino. Extendí los brazos y dejé que la divinidad del céfiro se llevara mis preocupaciones, por primera vez me sentí tan joven como nunca antes. Me tenía solo a mí mismo y sabía que era suficiente.

El amor propio me empujaba hacia los lados mientras caminaba descalzo con serenidad, con los brazos abiertos me tiré al piso de rodillas y vociferé fuertemente: ¡ELLA ESTÁ AQUÍ, LA FELICIDAD ESTÁ CONMIGO, SOY FELIZ! ¡SOY MI SALVACIÓN! ¡HE AQUÍ MI ETERNA Y PACÍFICA SOLEDAD! Me levanté y observé al Sol esconderse en el horizonte, la tranquilidad del atardecer teñía el cielo de rojo y naranja, las esplendorosas nubes rosas de algodón recrearon una bellísima pintura, revelando en ella la ecuanimidad de mis juicios y la veracidad de mis acciones.

Estaba en la proa encantado de aquel pintoresco paisaje, el brillo del mar era mágico y su sonido celestial. Me di la vuelta y alzando la mirada a sus velas observé que la más grande de ellas decía "F.R.A.G", el nombre se me hizo conocido.

- Bienvenido a mi barco. –Habló repentinamente una voz femenina.

De pronto, apareció una chica caucásica de cabello rojo y lindas gafas. Estaba descalza y tenía un precioso vestido azul. «Madre mía», pensé. Era Violeta, mi gran amiga del pasado. No entendía por qué estaba ahí, pensé que yo no le importaba en absoluto.

22 NOCHESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora