Capítulo 50: Despertando de 22 noches.

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Dos semanas después...

Noviembre terminaba y mi nueva vida comenzaba, durante 15 días estuve sanando lo de la última vez, trabajar en mi libro me permitió cicatrizar la mitad de mis heridas porque aun sangraban, pero siempre se empieza por algo cuando hay voluntad y esperanza. Estaba muy preparado para presentar el examen final del año, después de meses estudiando llegó el día que definiría mí último paso para saltar al cambio de universidad. Levanté la cara y me mantuve firme, tomé los pedazos que quedaron de mi corazón y los reconstruí para crear el amor más puro y sincero que podría existir, mi amor propio.

Iba caminando a la universidad con la emoción de que finalmente tendría vacaciones y me apartaría de la negatividad; inicié mi día de la mejor manera, estaba escuchando "22" de Taylor Swift con mis auriculares inalámbricos, tenía mis converses blancas, un abrigo rosa y mis jeans negros. Por primera vez en mucho tiempo me sentía seguro y contento, el acné desapareció y mi piel lucía radiante, me teñí el cabello de rojo y me hice un nuevo corte, ahora más que nunca me necesitaba para cumplir mis sueños y escapar de esa prisión.

Entrando a la universidad me convertí en el foco de atención cuando me vieron llegar, la tensión era considerable y notable, pero la ansiedad social disminuía al recordar que era uno en un millón y por eso me miraban. A las primeras que vi en la muchedumbre fue a mis dos amigas Mónica y Nairobis.

- ¡Chicas! –Grité desde atrás.

Ambas voltearon a verme.

- ¿Dónde estabas? –Preguntó Mónica, deteniéndose para abrazarme.

- ¿Cómo te preparas? –Arrojó Nairobis, dándome un beso en la mejilla.

- Nunca me preparé tanto para un examen como hoy –respondí–, ¿Y ustedes?

Las dos tenían caras largas de nervios y angustia.

- No estudié lo suficiente –comentó Mónica, caminando hacia uno de los pupitres vacíos.

Había una fila de tres asientos vacíos, me senté en medio de ambos para que ellas se sentaran delante y detrás de mí. Mónica se sentó delante de mí, poniendo su mochila detrás de la silla.

- Yo tampoco –coincidió Nairobis, sentándose detrás de mí.

De inesperado, mi cuerpo tuvo un ligero estremecimiento cuando vi a Antonio llegando al salón. Mónica se levantó y se paró sobre mí para cubrirme de él.

- Ya no puedo permitir que vuelvas a ser la presa de ese depredador emocional –dijo ella, dándole a espalda mientras él pasaba detrás–. No me importa sí está escuchándome, me puede chupar el pene.

Antonio escuchó lo que Mónica dijo y se detuvo, Nairobis comenzó a reírse

- Buenos días, chicos –saludó, mostrándose apenado y tímido, era su manera de atacar y parecer la víctima todo el tiempo.

- Buenos días –le respondí educadamente, proyectándole una mirada fría y vacía. Eludí la mirada de Antonio y lo ignoré.

Mónica y Nairobis dijeron buenos entre los dientes.

- ¿Cómo se preparan para el examen? –Preguntó Antonio detrás de Mónica.

- Excelente –contestó Nairobis–, ¿Por qué la pregunta?

- Por nada –respondió con extrañeza, sabía que nadie quería verlo–. Yo no estudié nada, creo que repetiré el año.

No pude evitar sorprenderme cuando lo escuché decir eso, volteé a mirarlo y vi que solo estaba esperando una reacción de mi parte. Mirarlo a los ojos fue como volver a caer, agaché la cara y fingí que afilaba la punta de mi lápiz.

22 NOCHESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora