Capítulo 34: Noche 16.

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22:16 PM.

Una decimosexta noche de fluctuaciones nocherniegas, el cansancio de la vida no me permitía respirar recordando la inocencia que me arrebataron en la niñez, podría creer que estaba convirtiéndome en la mejor versión de mí mismo... Pero, ¿Cuál era el propósito sí estaba sufriendo sigilosamente? Cualquier persona creería que soy un ser de luz cuando en realidad no conozco esa luz, porque soy y siempre seré una criatura maldita de oscuridad y temor. Mi amor es infértil y errante.

Ya no vivía para vivir sino para morir, cada vez que miraba mi reflejo en el espejo intentaba buscar al chico que solía ser antes de perderme en los caminos más solos de mi vida, me extrañaba a mí mismo y quería que todo volviera a ser como antes cuando mi única preocupación era sobre qué iba a escribir hoy. Si todavía era joven, ¿Por qué me sentía tan viejo y acabado como para creer que no tenía más futuro?

Vivía con el miedo de despertar algún día y terminar con todo, aun podía razonar y reconocer que no era mi momento para morir por más que lo deseara. Sé que mi mamá me necesitaba, y sí yo me quitaba la vida, ¿Quién cuidaría de Vivi? Tenía una misión en la vida y era proteger a mi hermana, al menos ser el hermano que nunca pude tener. Todavía temo de mí porque sé que en cualquier momento puedo tomar un cuchillo y decapitarme, en diferentes ocasiones hice demasiados intentos para terminar conmigo de muchas maneras, pero no es tan fácil matarse cuando le temes a lo desconocido; a veces tengo pensamientos crueles y macabros sobre mí mismo, así que en lugar de llevarlos a la realidad los escribo y creo historias con la negrura de mis impulsos suicidas. Después de todo, sé que sí a mí no me importa morir, mucho menos le importaría a otros verme sin vida dentro de un ataúd.

Las horas pasaban más rápido de noche que de día, el insomnio me apoyaba porque cuando no dormía, soñaba despierto con las imágenes que recreaba a partir de lo que sobrepensaba con mi ansiedad. Estaba en mi habitación con las luces apagadas y mi cama desordenada, no quería hacer ningún otro movimiento que parpadear y respirar de forma inconsciente. Después de tantas vueltas miré al reloj y vi que eran las 2:00 AM, no tenía nada de sueño, estaba sudando con la sensación de que me estaban observando a través de la puerta. Tenía miedo de que mi papá en algún momento entrara ebrio a mi habitación para golpearme, sabía que él estaba en su habitación durmiendo con mi mamá; pero yo sentía que algo malo iba a ocurrirme y por ende debía huir de la casa en la noche, me sentía en peligro y al mismo tiempo creía que había hecho algo malo.

No tenía ánimos para leer o grabar mi audiolibro, simplemente quería escuchar lo que mi mente quería decirme en medio de la oscuridad, estaba enloqueciendo. Volví a ver la hora y ya eran las 3:19 AM, la noche era tan veloz como la furia nocturna de mi cerebro. Cada vez que me miraba en el espejo desconocía mi reflejo, parecía que veía a una bestia deforme y despreciable, acariciaba mi rostro pálido y me perdía en la fantasía de tener una piel brillante y perfecta. Sufrí bullying por casi diez años desde la primaria hasta la secundaria, incluso los maestros y los padres de los demás chicos se burlaban de mi cuerpo por ser un chico gordo y extraño, fueron tantos años de acoso que ahora puedo ver las deformidades que proyectaron en mi cuerpo. Sentirme despreciado era algo característico en mí, fue lo primero que sentí cuando me integré por primera vez a un grupo de personas.

Fue otra noche desperdiciada de mi existencia, ya estaba amaneciendo y todavía no me sentía preparado para enfrentar otro día cuando apenas procesaba mi trasnocho. 

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