Capítulo 54: Adiós, Dr. Michael.

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Tiempo después...

Hubo un rebatimiento masivo en mis proyectos de vida, pues desafortunadamente nada de lo que soñaba salió como esperaba y eso me provocó mucha frustración. Cada día era una batalla más fuerte que la del día anterior, mi rendimiento académico cayó muy por debajo de la normal, simplemente no tenía la más mínima motivación de continuar estudiando en esa "universidad", estaba desperdiciando mi potencial y mi brillo al ser obligado a estudiar el chavismo. No me gustaba normalizar lo que otros veían normal.

Sí se preguntan por Antonio, parecía que estaba obsesionado conmigo, nunca me quitaba los ojos de encima y siempre buscaba la forma de acercarse, yo prefería mantenerme lejos. Él logró aprobar el año con la ayuda de aquellos profesores que aprobaban a todos los malos estudiantes para no dejar a nadie por fuera, mientras que otros nos esforzábamos estudiando de día y noche para tener la buena calificación que se les daba como regalo a los irresponsables menos aplicados; así es como estos estudiantes con mala preparación son enviados a los hospitales para matar gente con malas praxis, esos mismos médicos chavistas a los que el gobierno les regalaba el título universitario.

No sé en qué momento me convertí en el enemigo número 1 de toda la universidad, me tachaban como el opositor que siempre estaba en desacuerdo con lo que ellos querían adoctrinarme. Tenía tanto estrés acumulado que ya no podía tolerar más infortunios en ese lugar, solo vivía con el motivo de cambiarme de universidad y por primera vez sentir que estudiaba medicina.

Mi vida se estaba desviando por otro camino que con más probabilidades me llevaría a la cima, pues alguien a quien quiero y respeto mucho me brindó la oportunidad de comenzar de cero y luchar por mis sueños, Irene Valle, esa mujer que comenzó ganándose mi corazón como lectora y luego como una segunda madre. Su enorme corazón iluminó mis días más oscuros con las esperanzas de volver a vivir y de ser feliz, Irene se propuso en ayudarme a salir del infierno que no solo estaba viviendo en mi hogar sino en mi país como general. Me brindó el apoyo económico para obtener mi pasaporte y se animó en llevarme a los Estados Unidos junto a ella, nunca pensé que alguien me adentraría a su familia como Irene lo hizo, pasé de ser un autor que ella leía a un nieto que tanto quería. Nunca me cansaré de expresar mi agradecimiento hacia Irene, el hecho de que ella forme parte de ésta historia le da un toque muy feliz.

Tenía la meta de llegar a Netflix con la finalidad de presentar mi saga "PLÉYADES" y así obtener una adaptación cinematográfica, además, pensaba en volver a empezar la carrera de medicina en una de las grandes universidades de Estados Unidos, Irene tenía convicción y la credibilidad total de que yo podría ingresar a Harvard. Estaba muy emocionado por salir de Venezuela, quería mudarme a un país donde me sintiera seguro. La magia duró poco, caí desde lo más alto a lo más bajo cuando mi visado fue rechazado, Irene era la única que comprendía mi desilusión, hizo todo lo que pudo para ayudarme por el medio legal y nada fue posible para los dos.

A consecuencia de ello, me detuve con decepción para caer en el abismo y tocar fondo. No estaba pasando por un momento fácil, no tenía empleo, me estaba enfermando y estaba viviendo situaciones que peligraban mi vida. Estaba exhausto de tanto soñar y nunca ver el fruto de mis esfuerzos.

Ahí estaba de nuevo, otro día más tachado en la lista negra de mis sueños perdidos. Asistía a la clase de semiología un viernes por la tarde, la doctora que enseñaba la asignatura no tenía los conocimientos suficientes para explicar la clase, ni siquiera conocía la anatomía del cuerpo humano, lo cual era lo más esencial en un médico o en un estudiante de medicina. Odio que mis recuerdos me hagan criticar todo el tiempo, pero callé por casi tres año que ya no puedo seguir reprimiendo mí sufrimiento en ese calvario.

Empezando el año hice dos nuevas amigas que se integraron en nuestro grupo, Camila y Gala, eran nuevas en la facultad y no conocían a nadie. Estábamos sentados en la misma mesa de siempre con Nairobis y Mónica, mientras la doctora platicaba con los demás de política, yo conversaba con mis amigas sobre patologías. Camila era una chica muy alta, tenía el cabello largo y castaño. Gala, tenía una complexión maciza y su piel era morena, adoraba su carisma y su cabello rizado.

22 NOCHESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora