Capítulo 36

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                Narrado por Jimin

Miré mi cuerpo desnudo frente al espejo: lleno de marcas que traían a memoria la noche que había pasado junto a Jungkook. Cada sesión se volvía más intensa y aunque quisiera negarlo; el sexo, los castigos y la atención que me brindaba, eran cosas que sin duda me gustaban.

Saber que su modo de actuar era impulsado por los celos me llenaba de vida. Amaba causar ese efecto en la gente... Mikkai vino a mi cabeza y sonreí. Él también tenía cosas que me gustaban y su propuesta se había escuchado interesante.

Después de que Jeon me dejó en mi departamento me puse a investigar cuales eran esos negocios de Kai y quedé gratamente sorprendido al ver que tenía una petrolera, una compañía de explotación y extracción de minerales y una especializada en gas. Todo completamente suyo y ¿Por qué no? Posiblemente mío. El hijo de puta estaba bañado en dinero.

Apliqué la crema sobre las marcas de las muñecas, mis pezones y glúteos, para después vestirme y dirigirme a Seraphic Studios, donde la remodelación había comenzado y debía al menos hacer acto de presencia. Sin embargo, cuando puse un pie fuera del edificio, Jeon estaba estacionado esperándome. Exhalé, haciéndome a la idea de que mis planes se habían ido al diablo y con mi mejor sonrisa, me acerqué a saludarlo.

— Buenos días.

— Buen día, precioso. Acompáñame.

— ¿Vamos en su auto?

— Sí, no necesitas el tuyo por el momento.

Miré hacia atrás y suspiré antes de obligar a mis pies avanzar. Él se veía tranquilo y su mano llena de anillos viajó de inmediato a mi muslo antes de darme un beso en los labios — Tengo una reunion y necesito tu servicio de traducción al francés.

Oui? ¿Y qué gano yo?

— ¿Qué quiere mi bebé?

— Uh... Tu bebé quiere que te quedes a dormir en su casa esta noche...

— Hecho — me volvió a besar y empezó a conducir — quisiera saber qué hacías con Mikkai en ese restaurante — tres días después se decidió a hablarlo.

— Solo cenamos.

— Mm... No me gustó.

— Me pude dar cuenta.

— No quiero que lo veas más.

— Lo pensaré.

— Bien.

  Llegamos a una bodega donde habían al menos seis camiones similares a los que vi aquella noche en la empresa. Cajas y cajas eran bajadas por tipos que parecían soldados, musculosos y con corte de pelo militar. Jungkook me entregó una pistola y acomodó la suya en su cadera. Varios hombres de su seguridad se unieron a nosotros; al parecer nos venían siguiendo.

— ¡Mi querido, Jean-Luc!— exclamó.

Un sujeto volteó al escuchar lo que probablemente era su nombre y miró a Jeon con fastidio fingido — Es la segunda vez en la semana que vienes a joder — se quejó, en un perfecto idioma francés.

— ¿Qué dijo el hijo de puta?

Jungkook y 'Jean-Luc" comenzaron a hablar, intercambiando información en sus respectivos idiomas. Mientras escuchaba atentamente las palabras de Jean-Luc en francés, las traducía al coreano para Jeon y viceversa. El contenido de su conversación era oscuro y peligroso: contrabando de piezas de arte robadas.

El francés explicaba con fluidez los detalles del negocio, mencionando las técnicas de robo, los canales de distribución en el mercado negro y los precios exorbitantes que podrían obtener por estas obras de arte robadas. Al parecer, ya tenían unas cuantas. Me sentí emocionado al escuchar los pormenores siniestros, pero mi objetivo era proporcionar una traducción clara y precisa, sin dejar transparecer mis propias emociones.
En un momento de impulso, no pude evitar recordar una obra carísima de la que había escuchado hablar hace algún tiempo.

When no ones sees' - KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora