Capítulo 30

3.9K 717 330
                                    

  Las llamadas de Mikkai en la mañana se estaban volviendo costumbre. Era día lunes, cuando el rubio se preparaba para entregar los 170.000$ que había conseguido por las joyas puestas en el ramo.

Estaba a un solo paso de comenzar su proyecto y la emoción lo mantenía con una sonrisa.

— Buenos días, hermoso.

— Buen día... — canturreó.

— Tengo un regalo para ti.

— ¿Sí, cómo qué?

— Por favor, sal.

— Está bien — Jimin abrió la puerta pero no vió nada, miró a ambos lados del pasillo y estaba vacío — mmm... No veo el regalo.

— Afuera, bebé.

— Oh, ¿del edificio?

— Correcto.

— Ok...

Intrigado, salió de su departamento y se dirigió rápidamente a la entrada principal. Cuando alcanzó la puerta de cristal, sus ojos se agrandaron al ver un reluciente automóvil de lujo estacionado justo frente a él. Era un Ferrari, impresionante y elegante, en un llamativo color rojo carmesí. Las líneas aerodinámicas y los detalles sofisticados realzaban su estética.

El rubio se acercó al automóvil, cautelosamente, casi sin poder creer lo que veía. El acabado impecable y los detalles de diseño destacaban a simple vista.

— ¡Wow! Kai... No sé qué decir.

— Cuándo te pregunté un color, dijiste rojo. Supuse que algo así te gustaría...

— ¡Me encanta! — exclamó dando saltitos — ¡Es hermoso!

— Me alegra que te haya gustado, precioso. Dentro están los papeles a tu nombre, es completamente tuyo.

— Muchas gracias — abrió la puerta para ver el lujo que desprendía por dentro y sobre el asiento estaba la carpeta con los documentos — realmente estoy sin palabras.

— Y yo estoy fascinado contigo.

— Esto era algo que necesitaba.

— Ahora lo tienes. Si necesitas algo más, no dudes en pedírmelo.

— Lo tendré en cuenta, muchas gracias, lindo.

— Me vuelves loco.

Soltó una risita — Me agrada.

— Ten buen día, pequeño.

— Igualmente.

La sonrisa no podía ser borrada por nada del mundo. El deportivo de sus sueños ahora estaba frente a sus ojos y era suyo. Subió rápidamente por el maletín y el dinero, para dirigirse a ver a Vincent.
Mientras el auto rugía aferrándose a las calles, otro auto se estacionaba, enviado por Jungkook para llevarlo al trabajo.

Con gracia y elegancia se bajó y entró a la oficina de su asesor — Buenísimos días, mi querido Vincent.

— Estamos de buen humor — sonrió.

— Del mejor. Traigo 170 en efectivo.

— Excelente, quedamos restando 30 mil.

— Me gustaría ver los diseños para el logo y todo eso, ¿podrías enviarlo a mi correo?

— Con mucho gusto.

— Vale. Sabrás de mí en poco tiempo.

— Realmente estás volando con esto.

When no ones sees' - KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora