Capítulo 5

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  Tal y como lo dijo: a las seis de la mañana, el escolta estaba afuera del edificio esperando por mí. Di los buenos días y el resto del viaje fue en total silencio. Todos ellos, eran muy misteriosos, o tal vez, yo era demasiado curioso.

Al entrar en mi oficina ví que sobre la mesa había un desayuno con café, fruta picada y chocolates. Sonreí de inmediato y leí la notita que decía "Sigue así". Fue inevitable no emocionarme y dar saltitos en mi puesto antes de tomarle una fotografía al detalle y comenzar a comer.

Podía esperar cualquier acción del señor Jeon pero jamás imaginé que fuese alguien detallista. Realmente no dejaba de sorprenderme.

  Pasaron tres días y el viernes, antes de salir dí con el nombre de la empresa a la que el difunto Wang le estaba vendiendo la información: "ConectyKom", sugerí a mi jefe cambiar absolutamente todos los movimientos programados, para sorprenderlos. Varias reuniones fueron agendadas para los siguientes días y se había detenido por completo la extracción de información.

Finalmente mi primer fin de semana libre llegó. O eso pensaba...

Mientras llenaba mi cara con productos, y mantenía una bata puesta, mi celular comenzó a sonar anunciando una llamada de Jeon.

— Señor.

— ¿Qué estás haciendo ahora?

— Oh — me miré en el espejo — nada.

— Voy por ti en díez minutos, necesito que me acompañes a hacer algo — colgó.

10 minutos... ¡¡10 minutos!! Comencé a dar carreras para tratar de estar decente y en mi mente pasaron dos minutos cuando él ya estaba afuera. Pero no afuera del edificio, sino afuera de mi departamento. Tocó el timbre y todo mi cuerpo se congeló mientras me ponía el segundo zapato.

Nuevamente timbró y reaccioné, abriéndole — Ya estoy casi listo.

Miró mi atuendo, luego miró sobre mi hombro y entró a inspeccionar. Habían mascarillas regadas por todos lados, mi mesa estaba repleta de cremas, un vídeo de lana del rey se reproducía en el televisor y oh mierda... No podía ser posible.

Caminó con las brazos detrás de su espalda, como si estubiera juzgando todo mi entorno. En mi cabeza se repetían oraciones, pidiéndole al universo que no mirase hacia la cama. Abrió una de mis gavetas y yo corrí para tomar lo que había dejado sobre el colchón. Sin embargo, él se dió cuenta.

Tragué saliva, con los nervios de punta y escondí el objeto detrás de mí. Me miró con curiosidad y caminó hasta que quedamos cara a cara. O mejor dicho; cara a pecho. Era jodidamente alto e imponente — ¿Qué tienes ahí?

— Nada — negué a punto de llorar de la vergüenza.

Estiró su brazo para pasarlo por mi lado y tomar lo que escondía — Déjame ver.

— Por favor... — rogué como un complejo imbécil.

— Dámelo.

Sin remedio y ante su orden, aflojé el agarre y él mostró el jodido vibrador — Quiero morir — lloriqueé, exhalando y cubriéndome la cara con las manos.

— ¿Te divertías cuando te llamé? Pudiste habérmelo dicho — maldita sea, tenía el pene de goma atrapado en su mano mientras lo miraba y le daba vueltas. De verdad iba a morir.

— No lo hacía... Fue anoche — mientras más hablaba, más la cagaba.

— ¿Y lo usas tú solo o alguien te ayuda?

— ¿Tengo que responder esa pregunta? — mis mejillas se iban a derretir por tanto calor.

— Me gustaría...

When no ones sees' - KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora