Capítulo 40

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    El lunes por la noche, el rubio llegó a su departamento, entrando en personaje para la llamada que iba a hacer después de enterarse que Mikkai había muerto en la cárcel. No le alegraba, pero tampoco le entristecía, solo sucedió más rápido de lo que esperaba.

— Natalya, soy Jimin. Tengo que darte una noticia devastadora... Mikkai... Mikkai ha sido abatido por la policía. Lo siento tanto... — sollozó.

— ¿Qué? ¡No puede ser! ¡Dime que es una broma, Jimin! ¿Cuándo sucedió eso?

— No lo sé con certeza. Es lo que llegó a oídos de la empresa. Desearía poder decirte que es una broma, pero es la cruda realidad. Al parecer intentó escapar luego de que lo detuvieran y empezó un enfrentamiento... Todo salió mal. No puedo evitar sentir un dolor inmenso en mi corazón... Mikkai era una persona especial para mí. Lo amaba...

— Es imposible, ¿cómo lo atrapó la policía?

— No lo sé pero antes de que eso pasara nos vimos y dijo que quería que me fuera con él a Rusia. Me hizo parte de sus empresas y dejó unos documentos firmados — lloraba cada palabra.

— Supongo que esa era su voluntad... Aunque sinceramente, no puedo evitar sentir cierta incomodidad por el hecho de que ahora tengas sus acciones. No puedo fingir que estoy feliz por ello en medio de esta tristeza. Además, ¿por qué a ti?

— Teníamos algo especial... — Jimin secó las lágrimas de sus ojos, aunque fueran falsas, y esbozó una triste sonrisa mientras se levantaba y se preparaba para descansar — será un largo camino por delante, pero de alguna manera, sé que Mikkai estará con nosotros en espíritu. Descansa en paz, querido.

— Esto es una mierda...

— Lo es. Pero no te preocupes, trabajaré duro para mantener en pie por lo que tanto trabajó. A penas tenga tiempo iré a verlos en Rusia para coordinar.

— Vete al diablo.

— Un gusto también haber hablado contigo.

Negó con diversión y se acostó en la comodidad de su cama, cubriendo su cuerpo semidesnudo con la suave manta, hasta caer dormido. Por el día le esperaba un castigo delicioso con su Amo.

Martes 8:00 AM

  Con total elegancia caminó por los pasillos de TitanCom, luciendo debajo de su traje el precioso collar de sumisión que le había sido entregado. Abrió la puerta de su oficina esperando como cada inicio de semana (dentro del contrato) un desayuno con arreglos florales en su mesa pero esta vez, no había nada.

Le restó importancia y se sentó a esperar a que Jungkook llegara.
Así pasaron las horas y el mayor no aparecía. Jimin se estaba comenzando a desesperar y miraba cada dos minutos la pantalla del teléfono y la puerta que conducía hacia el espacio de su jefe — ¿Dónde demonios estás?

Llegó el almuerzo ejecutivo para todos los trabajadores, aún sin señales del mayor. Cuando la noche finalmente estaba cayendo, Jeon ingresó a las instalaciones. De inmediato, el menor se puso de pie, emocionado por lo que venía.

— Buenas noches, señor.

— Jimin — se limitó a decir su nombre y pasó por su lado como si nada. El más bajo frunció el ceño y volvió a sentarse en su silla. Después de eso, Jungkook volvió a salir — qué tengas buenas noches, nos vemos mañana.

Así sin más, se despidió.

— ¿Y es que este hijo de puta olvidó que es martes?

Eso era lo que pensaba, pero no. No era así... El jueves también fue igual: Jeon no lo miró, no lo buscó y no lo tocó. ¿De qué iba todo eso? El pequeño estaba entrando en desesperación y luchaba por no preguntar ni reclamar nada porque él no era así, pero ¿Qué demonios le pasaba? ¿Ya no le gustaba?

When no ones sees' - KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora