Capítulo 35

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  Martes, 6:30 pm...

                Narrado por Jimin

El sonido de las teclas era lo único que llenaba la oficina. Mis ojos se elevaban por sobre la pantalla de la compu cada cierto tiempo... Jungkook no vino a trabajar ayer y sé perfectamente porqué fue.

Después de haber destruido los cristales del Ferrari, Mikkai hizo una transferencia a mi cuenta para que lo llevara a reparar. Él, por su parte, no apareció. No sé disculpó por la escena y mucho menos dió la cara sin estar el collar de por medio.

Un castigo me esperaba pero no podía imaginar cuál era. Jeon era un enigma, que, aunque para mí; fácil de leer. Aveces realmente me sorprendía.  Mis dientes atacaban mi pobre labio, a causa del estrés y mis oídos estaban atentos al cerrar de su puerta. La cual minutos después se escuchó y tragué saliva.

El frío de la joya sobre mi cuello me recordaba que hoy era su sumiso y aunque podía mandar todo al demonio, me gustaba mucho como me tomaba a su antojo.

Pero esta vez no me llamó como siempre lo hacía. Sino que entró a mi oficina y me miró con esos ojos negros llenos de secretos sin confesar que me ponían de rodillas — Detrás de mí, mirando hacia el piso. Sin saludar a nadie, sin detenerse, sin hablar. Solo caminando — dió la orden y en automático me levanté. Caminamos en silencio por los pasillos. Solo resonando nuestras suelas en el piso y la ansiedad por saber lo que haría conmigo me iba a calcinar.

En el ascensor tampoco me habló. Bajamos al estacionamiento y subió a su auto. No abrió la puerta para mí... Y no es que lo necesitara, sino que siempre lo hacía. Debía estar molesto. Me obligué a no reírme y subí en los asientos de atrás como la última vez que estuve en su carro.

Condujo por las calles, atascadas por el tráfico, al ser hora pico y después de lo que pareció una eternidad: se detuvo — Sígueme tal cual te ordené.

No respondí, pero lo seguí. Entramos en un edificio extravagante con aspecto, tal vez de museo. Habían estatuas y muchísimos cuadros. Algunas personas bebían y vestían elegantemente mientras conversaban. Agradecí al cielo estar presentable. Subimos unas escaleras hasta llegar a un cuarto piso donde no tengo idea como demonios salimos a una zona con naturaleza. Pero no naturaleza de la linda, con flores y pájaros. Parecía un bosque creado por el mismo ser humano, tratando de imitar uno real; solo que este daba miedo.

El sonido metálico me hizo mirar hacia una dirección y fui reprendido por ver hacia otro lado — Ojos en el jodido piso.

Había una jaula... ¿Qué demonios era eso?

Gritos y gemidos se escuchaban a la distancia y no lograba definir qué tan lejos estaban de nosotros.

— Desnúdate — ordenó y abrí los ojos con asombro.

— ¿A-aquí?

— ¿Pedí que hablaras?

Mierda. Él quería que me desnudara ahí y yo no tenía idea de si era un club de fetiches o qué carajos. Tomé aire y abrí los botones de la camisa para sacarla de mi cuerpo, con los mismos pies retiré los mocasines y bajé el pantalón, quedando con un pequeño boxer.

— Desnudo... Completamente.

Joder... Inhalé otra vez y lo bajé poco a poco. Mantener la mirada en el piso era una porquería y estaba a punto de quejarme. Con mis manos cubrí mi pene y pude ver cómo también se quitó los zapatos, recogió mi ropa de la grama artificial y pasó por mi lado, dejándome oler su perfume fusionado con el varonil aroma corporal que emanaba de forma natural.

Volvió después de un tiempo, y me colocó algo en la cabeza. Con su dedo índice me hizo elevar la mirada y casi se me escapa un jadeo por la forma tan intensa en la que me veía — Levanta la pierna para ponerte esto — una tanga pequeña con una colita de gato fue colocada en mi intimidad y vi como en su cinturón había un látigo enganchado... Mi corazón latía desenfrenado.

When no ones sees' - KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora