Capitulo 13 | Estefanía
Mudarme era una opción, Alex sabía que aquel día tenía que llegar pues, aunque estuviéramos bien estando juntos el necesitaba su espacio, tanto como yo necesitaba el mío, pasamos una semana buscando un lugar hacia donde yo me podía mudar, hasta que al fin encontramos uno, era un departamento, era lindo, no tan grande pero lo suficiente para que una persona viviera con total comodidad. Alexandre me acompaño a verlo, y estuvo conmigo en la mudanza y ayudándome a organizarlo.
Cuando terminamos, el trabajo nos esperaba, el departamento en el cuál ahora iba a vivir estaba a dos cuadras de el de Alexandre por lo que podía seguir con la rutina de pasar por el antes y después del trabajo, y así fue, espere pacientemente a que Alex se cambiara y al fin poder ir al hospital.
Últimamente todo iba bien, los días eran normales, todo parecía haber mejorado, Alex y Jack se gustaban y ahora me habían abandonado, no me quejaba, estaba feliz por ellos, pero ahora me sentía mal tercio cada que ellos estaban mas juntos de lo normal.
Las cosas con Emma iban bien, no éramos amigas cercanas claro está, pero estábamos bien, ella seguía usando aquel collar que en algún momento me habían robado a mí, pero decidí ignorarlo, se le veía mejor a ella.
Reportes, reportes y más reportes, cada operación que se realizaba necesitaba uno por cualquier problema o complicación, hacerlos era tener una excusa para no hacer algo más y tener minutos de descanso, pero también era agotador, llegabas al punto en que tu cabeza no veía más que letras.
Mientras estaba en pediatría la jefa de piso me contó sobre el caso de una niña a la que tendría que operar con Emma, pues quiera o no mientras este terminando lo que me falta en pediatría debo estar con ella.
Estaba revisando los detalles del caso de Mayli en mi tableta cuando escuché la voz suave de Emma resonando en el pasillo del hospital. Era una tarde soleada, y los rayos del sol se filtraban a través de las ventanas del ala pediátrica, creando un ambiente engañosamente optimista. Emma, quien infundía miedo con solo verla de lejos me acompañaba, podía reconocer que era una persona fuerte, aun no entendía por qué todas le temían o quizás era respeto entendería perfectamente ambas Y aunque nunca lo había admitido abiertamente, quizás mis sentimientos por ella iban más allá de la admiración profesional.
Mayli, una niña de ocho años con grandes ojos marrones y una sonrisa tímida, estaba sentada en su cama, jugando con una muñeca de trapo. Su madre, Elizabeth Rojas, estaba a su lado, luciendo una mezcla de preocupación y esperanza. Me acerqué junto a Emma, quien ya estaba comenzando a explicar el procedimiento a Elizabeth.
—señora Rojas —dijo Emma con su tono calmado pero firme—, la operación de Mayli es delicada, pero tenemos mucha experiencia con este tipo de casos. La doctora Ross aquí es una de nuestras mejores cardiólogas y estará asistiendo durante toda la operación.
Elizabeth, una mujer de unos treinta y tantos con una elegancia natural, desvió su atención de Emma hacia mí, y noté un brillo en sus ojos que no había visto antes.
—Gracias, Dra. Ross —dijo, sonriéndome de una manera que hizo que me tensara debido a la incomodidad—. Es un alivio saber que Mayli está en tan buenas manos.
Sentí un calor en mis mejillas y sonreí de vuelta, pero intenté mantener mi profesionalismo.
—Haré todo lo posible por ella, señora. Estamos aquí para asegurarnos de que todo salga bien.
Mientras continuábamos hablando, podía sentir la mirada de Emma sobre mí, más aguda de lo habitual. No necesitaba mirarla para saber que estaba molesta, aunque lo ocultaba bien. Emma era increíblemente buena en ocultar sus emociones, pero después de trabajar juntas durante este tiempo, podía leerla. Noté cómo sus labios se apretaron un poco más cuando Elizabeth me lanzó una mirada coqueta.
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El arte de sanar
Romanceel ajetreado mundo de trabajar en un hospital no es nada fácil. la jefa de urgencias, Emma, se destaca por su habilidad y dedicación. su vida cambia cuando conoce a Estefanía, una cardióloga apasionada por salvar vidas y romper estereotipos, a medid...