twenty eight

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Capítulo 28 |Emma

Los recuerdos de nuestra jornada en el hospital aún estaban frescos en mi mente. Habíamos enfrentado situaciones límite, y por un instante, todo parecía haber funcionado a la perfección. Pero ahora, ver a mi padre llegar, así como así fue como si una nube oscura hubiera cubierto su esencia, me llenaba de inquietud.

Decidí irme de aquel bar sin hacer nada. Pero justo cuando estaba a punto de salir del bar, una voz conocida me detuvo.

—¿Estás bien? —preguntó Carmen, la enfermera que había estado con nosotros en el hospital. Su mirada era comprensiva, casi maternal.

—Sí... solo... —murmuré, tratando de encontrar las palabras adecuadas, pero nada parecía hacer sentido. La confusión en mi mente se mezclaba con la preocupación que sentía

—A veces, cuando trabajas en un ambiente tan intenso, las emociones se vuelven difíciles de manejar. Te entiendo —dijo Carmen, su voz suave y tranquilizadora.

—Gracias —respondí, sintiendo que su empatía era un pequeño bálsamo para mi inquietud. Pero, ¿era suficiente?

Al salir del bar, el aire fresco de la noche me golpeó, y el bullicio del lugar quedó atrás. Me dirigí al hospital, el único lugar donde podría encontrar respuestas. Cada paso me llenaba de ansiedad, una mezcla de determinación y miedo.

Al llegar, el hospital parecía un santuario de luces brillantes, pero las sombras en mi corazón seguían danzando.

Subí las escaleras apresuradamente, sintiendo la adrenalina correr por mis venas. Al llegar al vestíbulo, vi a mi papa de espaldas, hablando con nada más y nada menos que Rachel, quien parecía sumido en una conversación seria. La forma en que su cuerpo se tensaba y su mirada se perdía en el horizonte no me daba buena espina.

Decidí no interrumpir, pero una parte de mí anhelaba acercarme y preguntarle qué estaba pasando. Aun así, no podía ignorar la creciente sensación de que había algo que sinceramente no quería averiguar.

Mientras me acercaba, mi padre se dio la vuelta, notando mi presencia. —¿Estás bien? —preguntó, su tono autoritario ahora matizado con un atisbo de preocupación.

—Sí, solo... vine a buscarte—respondí, sin saber si debía explicar más.

—solo dame unos minutos. —dijo y yo formule un "okey" inaudible.

Él asintió, su mirada se desvió hacia Rachel quien tenía una sonrisa en su rostro como si aquello le divertía, aquello me lleno de temor, podía enfrentar a Rachel yo sola por todo lo que me había hecho, la podía hundir, así como ella casi lo hace conmigo, podía luchar contra la mujer que me rompió el corazón por primera vez, pero no podía luchar contra la que antes los ojos de mi padre era la mejor persona del mundo, la que fue mi compañera, y el la adoraba. El silencio entre nosotros era palpable, un recordatorio de que, aunque todos lucháramos por lo mismo, las relaciones humanas eran intrincadas y a menudo impredecibles.

Mi padre nunca se enteró de nada, nunca se enteró de las drogas que Rachel me obligaba a consumir usando como chantaje el amor que yo tenía. Nunca supo que estuve a punto de perder mi trabajo, Que más de una persona murió por aquellos errores. que la decisión de que Sebastián fuera el jefe fue porque medio hospital había visto mis fotos con Rachel. Que no fue porque yo no quisiera aquel puesto pues desde pequeña mi sueño había sido manejar aquel hospital, el hospital de mi padre

Hasta el día de hoy las únicas dos personas externas que sabían de aquello eran Jack y el mismo Sebastián pues por mucho tiempo me vieron llorar por lo mismo. Jack creía fielmente que Estefanía ya sabia todo esto, pero lo que Estefanía sabia era la punta del iceberg

El arte de sanarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora