twenty-five

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Capítulo 25 | Estefanía

Había pasado una semana desde la noche de películas en la casa de Emma, todo parecía ser perfecto todo era perfecto, habíamos estado bien, las cosas entre Jack y Alex estaban bien, todo parecía estar bien.

Tuve una cirugía temprano una que acabo en mi único uniforme limpio lleno de sangre. Estaba inservible, no lo podía usar así, por lo que pase por la lavandería a dejarlo y me tuve que poner la ropa normal que tenía allí, al ser mi uniforme y ser jefa de un departamento tenía sus ventajas, así que no dude en utilizarla ahora.

—¿Por qué estas vestida así? —pregunto Alex mientras me veía de arriba abajo

—tuve una cirugía que se salió de control —dije simplemente

—¿no tienes otro uniforme acá? —me miro mal —te dije que lo trajeras, pero te entra por un oído y te sale por el otro

—si, mama, tengo cosas que hacer, ¿desayunamos? —reí mientras negaba con la cabeza y el empezaba a caminar tras mío

—tus bromas sobre tus mommy issues no son divertidos porque literalmente no tienes mama —se indigno

—vamos Alex, tengo hambre, camina —tome su mano para hacer que fuera más rápido

—¿Qué no has visto a Emma? —bromeo y lo mire mal —¿Qué paso?

—nada... solo... camina

—Emma y tu están bien, ¿verdad?, ¿no han terminado?

—¿terminar?, no se puede terminar si no hemos empezado —murmure y el se freno

—¿Cómo?, ¿no te lo ha pedido? —pregunto casi con temor

Negué —no, pero no importa y no hablemos de eso —la cafetería parecía estar a kilómetros de nosotros y el camino se hacia mas y mas largo con cada paso que daba.

Emma y yo no éramos nada, por mas que quisiera, por mas que me gustara, no había un titulo oficial que definiera aquello, no necesitaba un título, pero era menos confuso, quizás ella tenía miedo o quizás no estaba lista.

Y eso estaba bien, estaba bien, ¿verdad?

Saque aquellos pensamientos de mi cabeza y seguí caminando

Cuando llegamos a la cafetería, el ambiente estaba animado, con el aroma del café recién hecho y el murmullo de las conversaciones de fondo. Alex y yo nos dirigimos al mostrador y comenzamos a elegir nuestro desayuno. Intenté mantener mi mente ocupada con la selección de comida, pero los pensamientos sobre Emma seguían rondando en mi cabeza.

—¿Qué vas a pedir? —preguntó Alex, interrumpiendo mis pensamientos.

—Hmm, creo que un café y una tostada de aguacate. ¿Y tú?

—Lo mismo de siempre, café y un sándwich de huevo. —respondió con una sonrisa.

Nos sentamos en una mesa cerca de la ventana, donde podíamos ver a la gente pasar. Alex me miraba de vez en cuando, como si intentara leer mis pensamientos. Finalmente, no pudo contenerse más.

—Estefanía, ¿de verdad estás bien con todo esto? Con lo de Emma, quiero decir. —dijo, bajando la voz.

Suspiré y miré mi café. —No lo sé, Alex. Me gustaría que las cosas fueran más claras, pero no quiero presionarla. Quiero que ella se sienta cómoda y que esto sea natural.

—Lo entiendo. Pero recuerda que también tienes derecho a saber dónde estás parada. —dijo, dándole un sorbo a su café.

Asentí, sabiendo que tenía razón. Pero hablar con Emma sobre esto me asustaba. ¿Y si ella no estaba lista para nada serio? ¿Y si eso la alejaba?

El arte de sanarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora