Capítulo 32 |Emma
Tres días habían pasado desde el accidente, y el paso del tiempo tan lento me estaba torturando. Tenía trabajo que hacer, cirugías que atender, más una junta completa a la que le tenía que hacer ver que estaba preparada para tomar el puesto de jefa. Un puesto que ahora creía que no merecía.
El hospital, que solía ser un lugar de consuelo y propósito, se había vuelto un recordatorio constante de mi fracaso. Cada vez que cruzaba el pasillo, sentía como si los muros se cerraran sobre mí, como si las miradas de mis colegas pesaran más de lo normal. Sabían lo que había pasado, lo veían en mis ojos. Sabían que Estefanía seguía en la UCI, luchando por su vida, y que yo tal vez no estaba preparada para asumir el liderazgo.
Me refugiaba en las cirugías, tratando de desconectar mi mente del caos emocional que me invadía, pero era imposible. Cada vez que cerraba los ojos para concentrarme, la imagen de Estefanía, inconsciente en esa cama de hospital, invadía mi mente. El sonido del monitor cardíaco marcaba el ritmo de mi angustia, cada pitido un recordatorio de lo frágil que era la línea entre la vida y la muerte.
—Emma, la junta te está esperando —dijo Jack, apareciendo en la puerta de la sala de descanso. Su voz, aunque tranquila, tenía un tono de preocupación que no podía ocultar.
Asentí sin decir nada, sin mirarlo a los ojos. Sabía que estaba preocupado, pero no tenía fuerzas para reconfortarlo. Apenas tenía fuerzas para mantenerme en pie. Tomé un respiro profundo, intentando armarme de valor para enfrentar lo que venía.
La sala de juntas estaba llena. Los rostros de los médicos y directores se giraron hacia mí cuando entré, y por un momento, sentí que el aire me faltaba. Este era el momento de demostrarles que podía manejarlo todo, que era la persona adecuada para liderar el hospital, pero dentro de mí, una voz gritaba que no estaba lista, que no merecía estar ahí.
—Buenas tardes —comencé, intentando mantener la compostura. —Hoy discutiremos los planes para la reorganización del departamento de cirugía, así como los próximos proyectos de investigación...
Mientras hablaba, mi mente vagaba, dividida entre la presentación y la imagen de Estefanía. ¿Qué pasaría si no despertaba? ¿Qué pasaría si no podía decirle cuánto la amaba? El temor me golpeó con fuerza, pero no podía dejar que se reflejara en mi voz. Tenía que ser fuerte, por ella, por mí, por todos.
La junta avanzaba, pero yo no estaba presente del todo. Mi mente seguía en ese cuarto frío de la UCI, junto a ella. ¿Qué estaba haciendo aquí, tratando de probar algo que ya no importaba? Lo único que quería, lo único que necesitaba, era estar con ella.
Mi voz resonaba en la sala de juntas, pero sentía que no era yo quien hablaba, como si me hubiera convertido en una espectadora de mi propia vida. Cada palabra que pronunciaba parecía vacía, carente de la convicción que solía acompañarme en estas situaciones. Las miradas de los que ahora serian mis colegas, antes llenas de respeto, ahora parecían teñidas de duda. ¿Acaso podían ver lo rota que estaba?
A medida que avanzaba con la presentación, mis pensamientos se desmoronaban en un caos silencioso. ¿Qué sentido tenía todo esto si ella no estaba bien? La idea de perder a Estefanía era insoportable, y sin embargo, aquí estaba, pretendiendo que todo estaba bajo control. Pero la verdad era que el control se me había escapado entre los dedos el día de su accidente.
De repente, un murmullo entre los miembros de la junta me trajo de vuelta a la realidad. Había una pregunta que no había escuchado, y todos esperaban mi respuesta. Parpadeé, tratando de enfocarme en la situación.
—Lo siento, ¿podrías repetir la pregunta? — Mi voz sonó más suave de lo que pretendía, pero nadie hizo un comentario al respecto.
El director de cirugía, el Dr. Martínez, me miró con una mezcla de paciencia y preocupación. —Emma, estamos hablando de los ajustes en el presupuesto para el próximo trimestre. ¿Crees que podremos seguir adelante con la implementación de las nuevas tecnologías en cirugía robótica con los recursos actuales?
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El arte de sanar
Romanceel ajetreado mundo de trabajar en un hospital no es nada fácil. la jefa de urgencias, Emma, se destaca por su habilidad y dedicación. su vida cambia cuando conoce a Estefanía, una cardióloga apasionada por salvar vidas y romper estereotipos, a medid...