thirty eight

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Capitulo38| Emma

El fin de semana había llegado con una calma inusitada. La tensión en el ambiente, sin embargo, era palpable. Sabía que algo estaba en marcha, aunque no tenía ni idea de qué. Desde que llegamos al restaurante, había sentido un leve hormigueo en el estómago, esa intuición que te avisa que algo importante está por suceder. Estefanía estaba más nerviosa de lo normal, pero no quise presionarla; la conocía lo suficiente para saber que, si había algo que quisiera decirme, lo haría cuando estuviera lista.

Después de la cena, Alex y Jack nos sorprendieron al aparecer en mi departamento, alegando que habían preparado una noche de cine. Al principio, la idea me pareció extraña, pero no podía negar que sonaba tentadora. Era evidente que Estefanía había estado involucrada en los planes, así que decidí dejarme llevar por la situación. Después de todo, una noche tranquila con amigos siempre era bienvenida.

Mientras nos acomodábamos en el sofá, noté cómo Estefanía lanzaba miradas furtivas hacia Jack y Alex. Había algo en sus gestos que me hizo sospechar que estaban tramando algo, pero no podía imaginar qué. Sin embargo, decidí no darle demasiada importancia. Las luces atenuadas, la selección de películas... todo parecía normal, pero había una energía diferente en el aire.

La película comenzó, y traté de concentrarme en la trama, aunque mis pensamientos seguían desviándose hacia las últimas semanas. Todo lo que había sucedido, desde la cirugía hasta la lenta recuperación de Estefanía, había cambiado mi perspectiva sobre muchas cosas. La veía con nuevos ojos, y cada vez era más consciente de lo que sentía por ella. Estaba segura de que la amaba, pero no estaba segura de si ella sentía lo mismo. Tal vez estaba sobre analizando todo, como siempre.

El tiempo pasó en un suspiro, y cuando Alex se levantó para ir a la cocina, noté cómo empujaba el bol de palomitas hacia mí. Una parte de mí sospechaba que estaba haciendo una de sus bromas habituales, pero entonces, algo más llamó mi atención. Entre las palomitas, mis dedos rozaron un pequeño objeto duro. Mi corazón dio un vuelco cuando lo saqué del bol: una pequeña caja negra.

La abrí con manos temblorosas, y al ver el anillo en su interior, el aire pareció escaparse de mis pulmones. Todo comenzó a cobrar sentido, y me quedé completamente paralizada. Miré a Estefanía, quien parecía igual de nerviosa.

—Emma... —su voz tembló un poco, y pude ver las lágrimas acumulándose en sus ojos—. Desde que te conocí, has sido la persona más importante en mi vida. No puedo imaginar un solo día sin ti, y no quiero hacerlo. Te amo con todo mi corazón, y quiero pasar el resto de mi vida contigo. ¿Te casarías conmigo?

El mundo pareció detenerse en ese instante. Mi mente intentaba procesar lo que acababa de suceder, pero mi corazón ya conocía la respuesta. La miré, y la sonrisa que se formó en mi rostro no pudo ser más sincera.

—Sí... Sí, Estefanía, quiero casarme contigo.

Nos abrazamos con fuerza, y sentí cómo el peso de los últimos meses se desvanecía en un instante. Todo lo que habíamos vivido nos había llevado a este momento, y ahora sabía, sin ninguna duda, que estábamos destinadas a estar juntas. Era como si todas las piezas del rompecabezas finalmente hubieran encajado.

Mientras las felicitaciones llenaban la habitación y Alex no perdía la oportunidad de hacer una broma sobre lo cursi que había sido todo, me permití un momento para reflexionar. Todo lo que había pasado, todas las conversaciones con Jack, las dudas que había tenido sobre mis sentimientos y las inseguridades que aún me rondaban, todo se desvanecía ahora en el calor del amor que sentía por Estefanía.

Recordé las palabras de Jack en el hospital, cuando me había dicho que Estefanía no estaba lista para un paso mas formal. Hice una nota mental de despedirlo en cuanto pusiera un pie en el hospital. Sus bromitas me habían hecho cuestionarme mi existencia completa.

El arte de sanarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora