thirty

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Capítulo 30| Emma

El plan de cenar con ella en mi departamento antes que la guardia de la madrugada empezara se había ido al carajo.

Estefanía no había llegado.

La entendía quizás estaba molesta, yo lo estaría, le oculte muchas cosas, quizás ahora ya sabia que seria jefa. No estaba lista para eso, pero confiaba en hacerlo con ella a mi lado.

A mitad de la noche recibí una llamada de una cirugía de emergencias por lo que tuve que ir al hospital casi volando, odiaba las cirugías espontaneas, me desconcentraba mas fácil, al entrar al quirófano decidí apagar mi celular pues no quería que nadie me molestara una cirugía de 5 horas no era fácil cuando el celular sonaba.

A pesar de ser algo complicado, y bastante delicado lo maneje de la mejor manera e intente mantenerme tranquila ante la constante opresión en el pecho de creer que algo estaba mal, antes de salir del quirófano revise que todo en mi paciente estuviera bien, y que no me haya equivocado en nada, pero sentía mi corazón apretarse con cada paso que daba hacia la sala de espera.

Hable con los familiares del paciente, y mientras hacia el reporte en uno de los escritorios de las enfermeras algo en una de las pantallas llamo mi atención.

Estefanía Ross: paciente en estado crítico.

Caminé con prisa por todo el hospital, nunca había caminado tan rápido, quizás corrí no lo sé, necesitaba encontrar a Alex o Jack.

O quizás solo quería creer que aquella pantalla mentía y ver a Estefanía con su alegría inusual.

No estaban en la sala de descanso, ni en rondas y ningún residente los había visto, así que camine hasta la sala de espera nuevamente.

En un lugar apartado, casi bajo las escaleras de aquella sala que la tenue luz iluminaba vi lo que probablemente fue lo peor de mi vida. En una silla se encontraba Alex inclinado hacia adelante con sus codos apoyados en sus rodillas, no se veía su rostro, pero si su vestimenta.

Decir que estaba casi bañado en sangre es decir poco.

Me acerque rápido hacia ellos al notar algunas manchas en Jack también.

El corazón me latía tan fuerte que parecía querer salirse de mi pecho. No podía imaginar qué había pasado. Me acerqué con pasos inseguros, sintiendo un nudo en la garganta y las lágrimas amenazando con desbordarse. Alex levantó la mirada al escuchar mis pasos, sus ojos llenos de desesperación y agotamiento. No necesitaba decirme nada; su expresión lo decía todo.

—¿Qué pasó? —pregunté con un hilo de voz, temiendo la respuesta.

Jack, quien estaba sentado al lado de Alex, se levantó y se acercó a mí. Sus manos temblaban, y podía ver las manchas de sangre en su uniforme.

—Tuvo un accidente camino a tu departamento—respondió Jack, su voz quebrada

Sentí como si el suelo desapareciera bajo mis pies. Mi Estefanía, mi luz en medio de toda esta oscuridad, estaba luchando por su vida y yo no había estado allí para ella. Las palabras se atoraban en mi garganta, y todo lo que pude hacer fue asentir

La desesperación se apoderó de mí. Necesitaba verla, asegurarme de que estuviera bien, pero al mismo tiempo, el miedo de encontrarla en un estado irreconocible me paralizaba. Tomé una respiración profunda, intentando mantener la calma.

—¿Dónde está? —pregunté con la voz temblorosa, mirando a Alex directamente a los ojos.

—Está en trauma—dijo Alex, levantándose con esfuerzo. Parecía agotado, como si cada movimiento fuera una carga pesada. Jack me tomó del brazo, guiándome hacia la sala de emergencias. A medida que avanzábamos, sentía que cada paso era una eternidad, el tiempo parecía haberse detenido.

El arte de sanarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora