Capítulo 37| Jackson
Ayudar a Estefanía a planear la propuesta de matrimonio para Emma era, en pocas palabras, una de las cosas más emocionantes y aterradoras que había hecho en mucho tiempo. No es que no creyera que Emma diría que sí—diablos, Emma estaba completamente loca por Estefanía—pero la presión de hacer todo perfecto, de asegurarme de que todo saliera sin problemas, estaba definitivamente afectando mis nervios.
Afortunadamente, no estaba solo en esto. Alex, siendo el novio increíble que era, había tomado las riendas en algunos aspectos, y por eso estaba eternamente agradecido.
La primera parte del plan, según Alex, era asegurarnos de que Estefanía se mantuviera relajada. Y cuando digo relajada, me refiero a que no se le permitiera entrar en pánico ni un solo segundo. Emma era la persona más importante en la vida de Estefanía, y esta propuesta significaba todo para ella. Así que cuando Estefanía nos pidió ayuda, sabía que tenía que dar lo mejor de mí.
—Entonces, ¿Cuál es la primera orden del día, capitán? —pregunté a Alex mientras ambos estábamos en nuestra cocina, preparando una cena ligera. Estefanía había salido por un rato para encargarse de algunos asuntos, y sabíamos que era el momento perfecto para hablar de los detalles sin que ella estuviera cerca.
Alex, con su eterna sonrisa de satisfacción, se giró hacia mí, sosteniendo un cuchillo de cocina como si fuera un micrófono.
—Primero, mi querido Jack, nos aseguraremos de que Estefanía tenga el anillo perfecto. ¿Ya lo escogió?
Negué con la cabeza. —No, estaba pensando en ir con ella a buscarlo mañana. Quería algo especial, algo que realmente capturara la esencia de Emma.
—Perfecto —respondió Alex, cortando un pimiento rojo en rodajas finas—. Entonces mañana la llevaremos a la joyería que está cerca del parque. Tienen una selección increíble, y creo que podríamos encontrar algo que Emma amará.
Sonreí, pensando en cómo Emma reaccionaría. Era una mezcla de emociones: el miedo, la anticipación, pero sobre todo, la felicidad. Emma y Estefanía merecían toda la felicidad del mundo, y yo quería asegurarme de que este momento fuera memorable para ambas.
Después de la cena, nos dirigimos al sofá, donde Alex me acurrucó en sus brazos. Podría haber pasado horas así, sintiendo su calor, su tranquilidad. Era una de las cosas que más amaba de él: siempre sabía cómo hacerme sentir seguro, sin importar cuán loco estuviera el mundo a nuestro alrededor.
—¿Estás pensando en la propuesta? —preguntó, su voz suave contra mi oído.
Asentí. —Sí. Quiero que sea perfecto. Para ambas.
Alex besó mi frente y sonrió. —Y lo será. No te preocupes. Lo único que importa es que Emma y Estefanía estén juntas. Todo lo demás son detalles.
Sabía que tenía razón, pero aun así, los detalles importaban. Especialmente para alguien como Emma, que notaba cada pequeña cosa.
Al día siguiente, como habíamos planeado, llevé a Estefanía a la joyería. Ella estaba nerviosa, pero se notaba la emoción en su rostro. Miramos cientos de anillos, desde los más simples hasta los más elaborados. Pero finalmente, cuando Estefanía vio un anillo con un pequeño diamante rodeado de zafiros, sus ojos se iluminaron.
—Este es el indicado —dijo, su voz casi en un susurro.
Sonreí, sabiendo que Emma lo amaría. Y en ese momento, me di cuenta de que estábamos más cerca de hacer realidad este hermoso sueño.
Más tarde, de vuelta en el departamento, Alex y yo ayudamos a Estefanía a escribir un pequeño discurso, algo que diría antes de entregar el anillo. Quería que fuera personal, algo que Emma pudiera atesorar para siempre.
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El arte de sanar
Romansael ajetreado mundo de trabajar en un hospital no es nada fácil. la jefa de urgencias, Emma, se destaca por su habilidad y dedicación. su vida cambia cuando conoce a Estefanía, una cardióloga apasionada por salvar vidas y romper estereotipos, a medid...