3. La prueba

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Athena salió de la oficina de la Hokage con las piernas hechas gelatina y el corazón desbocado, pero logró mantener el ritmo hasta que salió a la calle y pudo tomar el aire que hacía un rato le había faltado. Se puso la mano en el pecho y trató de tranquilizar los latidos de su corazón respirando con lentitud. No sabía cómo había podido formular palabra alguna frente a la señora Hokage. En el momento en que entró a esa oficina y vio a la mujer sentada tras el escritorio, todo el aire había abandonado sus pulmones. No tenía claro si era por su naturaleza nerviosa o si la belleza de aquella mujer la había impactado.

Al menos había logrado que la Hokage le hiciera una prueba. No obstante, cuando pensaba en la cita del día siguiente, sentía cómo la ansiedad se iba apoderando de su vientre. ¿Cómo iba a ser capaz de volver a estar en la presencia de esa mujer? ¿Qué había escrito su abuela en esa carta para haberla hecho cambiar de opinión? ¿Cómo iba a demostrarle su fuerza cuando no tenía experiencia alguna en técnicas ninja? Todas esas preguntas se le arremolinaban en la mente mientras caminaba hacia la posada.

—Hoy llegas temprano —dijo la Sra. Azumi apenas Athena cruzó la puerta—. Eso quiere decir que tuviste suerte. —Entrecerró los ojos—. Aunque con esa cara de espanto, no parece que traigas buenas noticias.

Athena se pasó la mano por la nuca.

—Este... sí, pude tener la audiencia con la Hokage.

La Sra. Azumi la miró expectante.

—Pero vamos, niña, no me dejes con la intriga. Desembucha.

Athena esbozó una leve sonrisa. La mujer era muy directa, pero le agradaba.

—Bueno, n-no me ha aceptado aún como aprendiz... pero tampoco me ha rechazado. —Se mordió el labio—. Mañana me hará una prueba.

La Sra. Azumi abrió muchos los ojos, parecía no creerse que la Hokage hubiese siquiera contemplado su petición.

—¡Guau! Pero esas son buena noticias, ¿por qué tienes esa cara de tragedia entonces?

Athena desvió la mirada y sintió que se le calentaba la cara.

—Sra. Azumi, yo no tengo experiencia. —La miró—. Entrené un poco en combate cuerpo a cuerpo, pero no tengo ni idea de cómo hacer una técnica ninja.

La mujer soltó una carcajada.

—Muchacha, eso lo hubieses pensado antes de ir a pedirle eso a la Hokage. ¿Qué esperabas? ¿Que te aceptara sin rechistar y te enseñara todo desde cero?

Athena bajó la mirada y susurró:

—N-no, esperaba que me rechazara.

La expresión de la Sra. Azumi se tornó seria, y la observó por unos instantes.

—No fue tu decisión venir, ¿cierto?

Athena sintió un nudo en la garganta. Carraspeó.

—Fue la última voluntad de mi abuela.

La Sra. Azumi la miró con pesar.

—Claro. —Luego, con un tono más alegre, agregó—: Pero mírale el lado positivo, niña, vas a luchar contra el ninja más fuerte de la aldea —sonrió con picardía.

Athena no pudo evitar dejar salir una carcajada.

—Muchas gracias por los ánimos, Sra. Azumi.

La mujer sonrió con orgullo.

—Soy la mejor en eso, ¿crees que me iría bien escribiendo libros motivacionales?

—Por supuesto, acá tiene su primera lectora —dijo Athena mientras se señalaba así misma.

Entre el amor y las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora