Tsunade se quedó sin aliento en el momento en que la vio. Había sospechado que la chica no se decantaría por un vestido convencional, pero nada la habría preparado para la imagen que tenía frente a ella. Athena llevaba un esmoquin negro, elegante y perfectamente ajustado, que realzaba cada línea de su figura alta y poderosa. La chaqueta, con solapas de satén, entallada en la cintura, resaltaba su silueta atlética con una precisión que casi dolía mirar. Debajo, una camisa blanca de botones, parcialmente abierta, añadía un aire de rebeldía refinada. Los pantalones, de corte recto, caían con una perfección envidiable sobre unos zapatos negros de charol, relucientes bajo la luz del salón. ¿Cómo podía culpar a la princesa Ayaka por también desearla? Athena era la encarnación femenina de un príncipe azul.
A lo largo de la noche, Tsunade flotó de conversación en conversación, intercambiando palabras corteses con los invitados, pero su mente estaba en otro lugar, atrapada en la órbita de Athena. Su mirada, siempre inquieta, la buscaba entre la multitud y, cuando finalmente se encontraban, era como si el tiempo se detuviera. La chica estaba honrando su palabra: solo tenía ojos para ella. A pesar de su orgullo, Tsunade podía aceptar que la princesa se veía hermosa, y había otras mujeres encantadoras en el salón, pero la atención de Athena solo estaba puesta en ella.
Tsunade sentía que su control, tan firmemente mantenido, se desvanecía con cada encuentro visual. Cada vez que los ojos de la chica se posaban en ella, una llama se avivaba en su interior, ardiente y voraz. La tensión era tangible, como una cuerda tensada a punto de romperse. Después de una hora, la añoranza se volvió insoportable. Necesitaba a Athena cerca, sentir su presencia, su calor, su aroma. No pudo resistirlo más. Le lanzó una mirada cargada de intención, una súplica silenciosa, esperando que entendiera el mensaje: Sígueme.
Sus pasos la llevaron a un pequeño salón, quizás el mismo donde había bebido té con la princesa días atrás. Encendió una lámpara, que bañó el lugar en un cálido resplandor dorado, y se dirigió a cerrar las cortinas, sellando el mundo exterior. Al escuchar el leve crujido de la puerta al abrirse, sintió un fuerte latido en el pecho, y su corazón se aceleró de manera incontrolable.
—M-milady... Hoy me ha robado el aliento. Está... deslumbrante. Bueno, t-todos los días lo está... p-pero hoy... —tartamudeó.
Tsunade esbozó una sonrisa ante su nerviosismo, sintiendo una oleada de ternura mezclada con deseo. Se giró con lentitud, y sus ojos se encontraron con los de la chica.
—Y tú eres toda una visión —murmuró mientras se acercaba a ella con pasos lentos y deliberados, como un depredador acechando a su presa—. Ese traje te queda muy bien.
Al llegar frente a ella, sus dedos comenzaron a trazar un camino desde el brazo de Athena, subiendo por su hombro y recorriendo el cuello, hasta llegar a su mejilla. La piel bajo su mano era cálida, y al ver los ojos de la chica cerrarse brevemente, supo que estaba tan perdida en el momento como ella. Tsunade se inclinó y dejó que su aliento caliente le rozara la piel sensible antes de susurrarle en el oido:
—Toda la noche he fantaseado con quitártelo, pieza por pieza.
El jadeo entrecortado de Athena hizo que una llama comenzara a arderle en el vientre. Cuando las manos de la chica se posaron en su cintura y la acarició con suavidad con los pulgares, Tsunade sintió que cada fibra de su ser se tensaba con la necesidad de más.
—¿Y c-cómo cree que estoy yo con ese v-vestido? —susurró Athena con voz temblorosa.
Tsunade inclinó la cabeza y dejó un suave beso detrás de la oreja, disfrutando del leve estremecimiento que provocó en la chica.
—¿Por qué no me lo demuestras? —ronroneó en voz baja.
Los ojos de Athena buscaron los suyos, y Tsunade se sintió atrapada en esa mirada intensa, vulnerable y a la vez hambrienta. Cuando los dedos de la chica le rozaron el muslo descubierto, un jadeo suave se le escapó de los labios: una reacción que no pudo controlar. Se quedaron así, mirándose, mientras la habitación parecía desvanecerse, dejándolas en un universo donde solo existían ellas dos.
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Entre el amor y las sombras
FanfictionTsunade Senju, la poderosa y atormentada Quinta Hokage de Konoha, tras años de aislamiento emocional, se enfrenta a la posibilidad de amar nuevamente. La aparición de Athena, una joven con un pasado doloroso y un misterioso poder, sacude las barrera...