La noche siguiente, Tsunade estaba en su oficina, revisando las misiones semanales junto a su fiel asistente.
—El equipo Kenji volverá a tener cuatro integrantes, por lo tanto...
Shizune seguía hablando, pero Tsunade apenas la escuchaba. Su mente se había desviado hacia uno de esos integrantes. Esa misma mañana, había sucumbido a la tentación, tocándose mientras recordaba los besos y las caricias de Athena. Lo que había ocurrido entre ellas, lejos de apaciguarla, solo había intensificado su deseo. La chica la había llevado al clímax sin siquiera tocarla directamente. ¿Qué otros placeres podrían compartir? La mera idea la hizo temblar, y apretó los muslos para controlar el ardor creciente.
—¿Milady?
Tsunade parpadeó, recuperando el control.
—¿Sí?
—¿Qué vamos a hacer con el equipo Kenji?
Tsunade arrugó el ceño.
—¿Sobre qué?
Shizune suspiró, frustrada.
—No me estaba prestando atención, ¿cierto?
Iba a abrir la boca para decir algo cuando la puerta se abrió de golpe: era Koharu. Tsunade reprimió un gruñido de irritación. ¿Por qué los consejeros pensaban que podían entrar a su oficina como Pedro por su casa?
—Vengo a traerte un mensaje de nuestro señor feudal —dijo la consejera con su habitual tono autoritario.
Tsunade tomó el pergamino que la anciana le ofrecía y lo desdobló. A medida que leía cada línea, sentía cómo la rabia crecía dentro de ella, una chispa que amenazaba con convertirse en incendio.
—¡¿Qué significa esto?! —exclamó, lanzándole una mirada furiosa a Koharu.
—Lo que acabas de leer —respondió la consejera con frialdad—. La princesa Ayaka le ha solicitado al señor feudal el préstamo de una de nuestras kunoichis, y ha elegido a Athena.
El golpe resonó por la habitación cuando Tsunade estampó el pergamino contra la mesa.
—¡¿Hace unos meses la trataban como un peligro y ahora hasta quieren «prestarla» a un país vecino?! —gritó, su voz temblando de indignación.
Koharu se encogió de hombros.
—Son órdenes del señor feudal —y con esas palabras, se giró y salió de la oficina.
Tsunade se levantó de un salto, sintiendo la ira explotar en su interior.
—¡Maldita mocosa! —vociferó, y en un arranque de furia, agarró su silla y la lanzó por la ventana. Los cristales estallaron, esparciendo fragmentos por la noche oscura—. ¡Shizune! —rugió—. ¡Llama al ANBU encargado de la seguridad de esa mocosa!
Su asistente salió como alma que lleva el diablo. Un minuto después, el ninja se materializó frente a ella.
—¡¿Dónde está la princesa Ayaka?! —demandó.
—Con el equipo Kenji, en KT'S —respondió él con calma.
A medida que se dirigía hacia el bar, Tsunade no podía dejar de analizar la situación y, con cada paso, su frustración aumentaba. La princesa Ayaka había mostrado ser más que solo una joven caprichosa: era audaz y calculadora. Desde el principio, había sabido cómo maniobrar en las sombras. La solicitud de que el equipo Kenji fuera su anfitrión no se la había hecho a ella directamente, sino que había utilizado a los consejeros, aprovechándose de su influencia. Ahora, había jugado una carta aún más poderosa, recurriendo a la autoridad del señor feudal del País del Fuego para asegurarse de que Tsunade no tuviera otra opción que cumplir con su pedido.
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Entre el amor y las sombras
FanfictionTsunade Senju, la poderosa y atormentada Quinta Hokage de Konoha, tras años de aislamiento emocional, se enfrenta a la posibilidad de amar nuevamente. La aparición de Athena, una joven con un pasado doloroso y un misterioso poder, sacude las barrera...