Tsunade exhaló un fuerte suspiro, ese era uno de esos días en los que odiaba su puesto de Hokage. Los consejeros habían estado en la tarde en su oficina para quejarse de sus decisiones. ¿Cómo había hecho el Tercero para aguantarse a semejantes cacatúas durante tantos años? Se requería la paciencia de un santo para sentarse a escuchar su sarta de estupideces. La gente vieja tendía a comportarse de esa forma, pues no sabían qué hacer con su tiempo, al menos ella sí sabía qué hacer con el suyo; por ejemplo, esa noche se le escaparía a Shizune para ir por un par de tragos.
Mientras se dirigía al bar, la imagen de Athena se le vino a la mente. Desde aquella vez que hablaron sobre Lee y la voluntad de fuego, no habían vuelto a entablar una conversación; las veces que la chica había ido por libros, solo los recibía e inmediatamente se marchaba. Tsunade había estado reflexionado sobre la pregunta que le hizo a Athena y llegó a la conclusión de que quizás la había herido; además, se veía que era una persona reservada con sus sentimientos.
Avistó un bar al que no había entrado antes y se decidió por ese; no tenía tiempo de seguir buscando, pues corría el riesgo de que Shizune la encontrara. El lugar era pequeño, pero se veía con buen ambiente. Esperaba que le dieran alguna rebaja por ser la Hokage.
Después de sentarse, buscó con la mirada al cantinero; en la barra había un anciano y a su lado, una joven... ¿que se parecía a Athena? Cuando la chica se giró y posó los ojos en ella, de inmediato sus mejillas se volvieron carmesí. Tsunade sonrió internamente. Claro, era Athena. Le hizo señas con la mano para que se acercara.
—B-buenas noches, señora Hokage. —Inclinó la cabeza.
—Vaya, Athena, qué sorpresa. ¿Desde cuándo trabajas aquí?
—Desde hace un par de días.
—No habrás detenido tu entrenamiento, ¿verdad? —inquirió Tsunade con cierta inquietud.
—No, no. No se preocupe, precisamente traté de buscar un empleo en la noche para que no interfiriera con mi entrenamiento. —Miró de soslayo hacia la barra donde se encontraba el cantinero—. Disculpe, ¿qué le gustaría tomar?
—Ah, sí, claro. Sé que estás trabajando, ya hablaremos en mi oficina —sonrió—. Tráeme una botella de sake.
—Por supuesto. Enseguida estoy de vuelta. —Athena hizo una reverencia y se dirigió a la barra.
Momentos después, la chica regresó con el sake y se fue a atender otra mesa. Tsunade aprovechó para observarla en un ambiente que no fuera su oficina o el campo de entrenamiento. Athena sonreía con gentileza, pero también se notaba incómoda. Para alguien tan tímida como ella, probablemente el trabajar con tantas personas debía de ser estresante. Sin embargo, el hecho de que lo estuviera haciendo, aun cuando le suponía esa fatiga, quería decir que deseaba continuar con el entrenamiento a pesar de las dificultades, y eso era un paso más hacia la determinación.
Después de una botella y media, Tsunade ya estaba empezando a sentir el efecto del alcohol. Tras la tarde tan estresante que había tenido, sintió la necesidad de charlar con alguien. Miró a su alrededor, pero solo había ancianos casi dormidos en las mesas y unos cuantos hombres más jóvenes jugando cartas. No, esa noche no tenía ganas de apostar. Fijó su mirada en la barra. ¿La chica se sentaría a hablar con ella? Pero estaba trabajando. Se acarició el mentón. Ella era la Hokage y, si quería, podría darle la orden al anciano de que le permitiera a Athena sentarse con ella.
Le hizo señas a la chica. Cuando esta alcanzó su mesa, le dijo:
—Siéntate conmigo.
Athena la examinó por un momento.
—¿E-eso es una orden o una petición?
—¿Hay mucha diferencia en eso? —preguntó Tsunade arrugando el entrecejo.
![](https://img.wattpad.com/cover/369478699-288-k98306.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Entre el amor y las sombras
FanficTsunade Senju, la poderosa y atormentada Quinta Hokage de Konoha, tras años de aislamiento emocional, se enfrenta a la posibilidad de amar nuevamente. La aparición de Athena, una joven con un pasado doloroso y un misterioso poder, sacude las barrera...