26. Te gustan las mujeres

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El ambiente en el equipo había cambiado. Por increíble que pareciera, Kenji ya no se mostraba agresivo con ella; bueno, aunque tampoco era amigable. Con Aya y Ren, la relación se iba estrechando más cada día, ambos parecían ser compañeros leales y mostraban preocupación genuina por ella.

Ese día habían ido a acompañar a un comerciante a una aldea vecina e iban regresando a Konoha. Cuando llegaron, fueron a reportarle todo a lady Tsunade, quien se mostró complacida por la misión completada.

Cuando iban saliendo de la oficina, Kenji habló:

—¿Qué tal unos tragos?

Eso sorprendió a Athena; era la primera vez en esos meses que Kenji proponía algo así. Quizá lo hiciera con los demás, pero nunca con ella.

—Sí, ¿por qué no? —respondió Aya.

—Kenji invita —dijo Ren, divertido.

—Sí, sí —refunfuñó Kenji y miró a Athena—. ¿Y tú qué?

—S-sí, claro. También me gustaría —respondió un poco vacilante.

Se dirigieron a un bar donde se veía gente joven. Bueno, no como esos bares adonde iba con lady Tsunade, donde la mayoría eran viejos emborrachándose. Acá había más ruido y más ambiente. Trató de no sentirse tan aturdida, pues quería pasar un rato ameno con sus compañeros.

Kenji los dejó en la mesa y se fue por las bebidas.

—No es que me esté quejando —empezó Athena—, pero ¿por qué está tan... amable conmigo?

Ren se rio, pero Aya la miró con seriedad y dijo:

—Hablé con él. Le hice ver las ventajas de tenerte en el equipo.

Athena alzó las cejas.

—¿Las hay?

Aya dio la mirada de «deja de pensar y preguntar idioteces».

—Por supuesto. Hemos trabajado bien juntos. Además, desde que estás con nosotros, nos asignan más misiones y nos han puesto a entrenar. Éramos un equipo muy marginado.

—¿En serio? —Athena arrugó el ceño, confundida—. ¿Antes no entrenaban?

—Sí y no —respondió Ren—. Entrenábamos entre nosotros, pero no con otros compañeros que pudieran hacernos mejorar.

—Sí —concordó Aya—. Mira, los ninjas médicos solemos tener una clase semanal con lady Tsunade. Pues, desde hace unas semanas, me ha hecho quedar después de la lección para darme otras indicaciones y enseñarme otros tratamientos. —Esbozó una sonrisa de oreja a oreja—. ¿Te imaginas tener clases particulares con el mejor ninja médico del mundo?

«Vaya», pensó Athena.

—¿Y tú, Ren? —preguntó.

—Por increíble que parezca, tengo una clase semanal con Kakashi. Igual que Kenji. Por eso anda de tan buen humor, siempre había querido trabajar con él.

—¿Y tú no estás contento por eso?

—Sí, claro, mi querida Athena. Pero ya sabes que yo bailo al son que me pongan.

Athena se rio. Ren era la persona más descomplicada que conocía. No ponía problema por nada y tenía un carácter tranquilo. Se alegraba de que mientras ella entrenaba con el maestro Gai, ellos también tuvieran la posibilidad de mejorar sus habilidades. Sin embargo, una duda le cruzó la mente.

—Entonces —vaciló—, ¿me están aceptando en el equipo solo por las ventajas?

—No —respondió su compañera con seriedad—. Creo que también hablo por Ren cuando digo que nos agradas y que nos gusta trabajar contigo. No voy a negar que las ventajas son maravillosas, pero aun si no las tuviéramos, nos sentiríamos igual. —Miró a Ren y este asintió—. Ahora, con respecto a Kenji, puede que por ahora él lo vea de esa forma, pero con el tiempo aprenderá a valorarte como una compañera de equipo. Créeme —sonrió.

Entre el amor y las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora