17. Una revelación

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La mañana siguiente, Tsunade estuvo muy distraída. Su mente vagaba una y otra vez en lo que había sucedido la noche anterior. Todo había empezado como una salida normal y terminó con ella envuelta en los brazos de Athena, en un callejón. Que se dejara consolar por una chica 30 años menor que ella no era lo que se esperaría de una mujer de su rango y edad, pero... Athena había sido tan comprensiva y amable que tampoco se arrepentía del arrebato de debilidad.

Aún podía sentir el calor de su abrazo y lo reconfortante que habían sido sus palabras. Hacía tiempo que no se mostraba vulnerable con alguien (era la Hokage, después de todo), y la chica había reaccionado más allá de sus expectativas. No obstante, había algo que la hacía sentir... no incómoda, pero sí desconcertada, aunque no podía precisar de qué se trataba.

Las semanas pasaron, Athena reanudó el entrenamiento y sus obligaciones en la mansión, y continuaron compartiendo tiempo cada vez que podían; sin embargo, nunca hablaron de lo que sucedió en el callejón. Para Tsunade resultaba mejor, pues así no tenía que ahondar en esos pensamientos que aún no podía descifrar. Además, el episodio de ira había quedado atrás, y sentía que la chica se estaba abriendo cada vez más a ella; a pesar de la timidez que aún persistía en sus interacciones, Tsunade podía asegurar que Athena confiaba en ella más que nadie en la aldea.

***

Su cumpleaños número 53 llegó y, contrario a lo que había sucedido en años anteriores, esa vez sí lo celebró. Bueno, más específicamente, fue ese grupo de genins el que organizó una pequeña reunión. Decoraron una de las salas de la mansión, trajeron comida y bebidas, hasta le armaron una mesa de juegos. Así que de pie, junto al rincón de las bebidas y con una copa de sake en la mano, Tsunade observada a los invitados con una gran sonrisa en el rostro mientras pensaba en lo afortunada que era de tener a gente tan maravillosa alrededor. La Aldea de la Hoja nunca había sido perfecta, pero la nueva generación estaba cimentando cambios interesantes.

Su mirada se fijó en Athena, que estaba hablando con Hinata; al parecer, entre tímidas se entendían. Sonrío. La chica podía ser mayor, pero poseía una ingenuidad que la hacía entenderse bien con esos mocosos.

—Maestra, no debería estar aquí sola.

Tsunade giró el rostro hacia Sakura.

—No te preocupes, solo quería un poco de paz. Creo que he hablado toda la noche. —Volvió a mirar a Athena, quien ahora tenía los ojos puestos en ella, pero en cuanto sus miradas se cruzaron, la chica inmediatamente la apartó.

—Ha cambiado un poco, ¿sabe? —comentó Sakura.

Le tomó un momento entender a qué se estaba refiriendo su aprendiz; sin embargo, cuando volteó a verla, Sakura también tenía la mirada puesta en Athena.

—Sí. —Tsunade le dio un sorbo a su vaso—. La he visto compartir más con ustedes. Aunque, sinceramente, no sé si alguna vez dejará de ser tan tímida —sonrió—. Ni siquiera es capaz de sostener la mirada y hacer un gesto de saludo.

—No creo que se deba solo a la timidez.

Eso la confundió.

—¿Mmm?

Sakura se ruborizó y se mordió el labio. Tenía una expresión de culpabilidad en el rostro.

—Sakura, ¿le pasa algo a Athena? —Ahora estaba preocupada.

Su aprendiz agitó las manos.

—No, no, maestra. Es como usted dice, es muy tímida. —Y tan pronto como pudo, se excusó y se escabulló.

Eso había sido... raro.

Poco a poco, los chicos se fueron yendo, y solo iban quedando los adultos. Había pocos chunnins y jounins, ya que la mayoría estaban en misiones o en sus puestos en la aldea; no podían descuidar sus obligaciones por celebrar el cumpleaños de la Hokage.

Entre el amor y las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora