Tsunade ya no conocía lo que era la paz ni la tranquilidad. Su vida se había puesto patas arriba desde el día en que había obligado a Athena a confesarle sus sentimientos. Ingenuamente, había creído que, después de la conversación en la habitación de Athena, todo se iba a calmar; pero no, antes empeoró.
Sumado al hecho de extrañar a la chica, había otras... emociones bastante desconcertantes. La primera la había descubierto esa noche, cuando se preguntó cómo sería besar a Athena. Después, vinieron las dudas y la confusión. ¿Era posible que a los 53 años se pudiera descubrir que quizás no se era tan heterosexual como se pensaba? Porque sí, ahora la idea de besar los labios de Athena la acosaba a todo momento.
Tsunade quería arrancarse la cabeza debido a tales cavilaciones. No solo era el hecho de que fuera una mujer, sino una que era 30 años menor que ella; además, no se había interesado por nadie en más de dos décadas. Había compartido la cama, pero jamás el corazón.
Era consciente de que la gente creía que había hecho un voto de castidad después de la muerte de Dan; nada más lejos de la realidad. Era un ser humano y tenía sus necesidades. Pero siendo la Sannin legendaria que era, prácticamente no había lugar en el mundo ninja donde no se le conociera; y si algo se había jurado era que jamás le daría el gusto a un hombre de decir que había tenido sexo con Tsunade Senju. Así que cuando las ganas apremiaban, usaba la técnica de transformación, escogía a algún tipo que le produjera un mal pensamiento y se acostaba con él (tomando todas las medidas de protección, obviamente). Sin embargo, jamás lo había hecho en Konoha; hasta ese día.
La idea se le había ocurrido en un arranque. Había escuchado a Kenji invitándolos a tomar algo y, de la nada, maquinó la hazaña. No podía besar a Athena siendo ella misma, pues si solo se trataba de mera curiosidad, le causaría daño. Si la besaba como una desconocida, Athena la olvidaría al siguiente día. Estaba tan absorta en el plan que ni siquiera se detuvo a contemplar la moralidad del asunto.
Se transformó, pero trató de verse como forastera, así no correría el riesgo de que Athena le preguntara por su dirección o algo así. Además, adoptó el físico de una mujer de unos 28 años (Athena parecía sentirse atraída por mujeres mayores que ella) y muy diferente a su apariencia real. Tenía la sospecha de a dónde irían, pues los jóvenes normalmente entraban a ese bar en particular.
Cuando entró al lugar, se percató de lo difícil que sería divisarlos por lo lleno que estaba. Sin embargo, para su fortuna, estaban cerca de la barra, así que tomó asiento allí para tener una mejor vista, aunque no escuchara nada.
Al cabo de un rato, Kenji y Aya se marcharon y Athena se quedó con Ren. Sabía que el chico ya se había percatado de su insistente mirada, y esperaba que no supusiera que era por él. Pero, al parecer, lo estaba juzgando mal, pues con un gesto le señaló a Athena la mujer que la estaba observando. Athena, que siempre había sido una chica reservada, se giró disimuladamente para verla y luego apartó la mirada una vez que sus ojos se encontraron.
Bueno, era ahora o nunca. Tomó aire y se encaminó hacia ellos.
—Hola, chicos. ¿Qué tal? —saludó cuando llegó a la mesa—. ¿Me puedo unir?
Ren sonrió y le señaló la silla al lado de Athena.
—¿Qué quieres tomar? —ofreció.
—Sake, por favor.
—Vale, voy por él. Athena, hazle compañía. —Y le guiñó un ojo.
«Qué cortés», pensó Tsunade. Y volteó a ver a Athena.
—Así que tu nombre es Athena. —Le ofreció una mano—. Soy Ema.
Athena se la estrechó.
—M-mucho gusto.
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Entre el amor y las sombras
FanfictionTsunade Senju, la poderosa y atormentada Quinta Hokage de Konoha, tras años de aislamiento emocional, se enfrenta a la posibilidad de amar nuevamente. La aparición de Athena, una joven con un pasado doloroso y un misterioso poder, sacude las barrera...