48. Dan

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—Hola, Dan. —Esbozó una sonrisa nostálgica—. Hace tiempo que no venía a visitarte, ¿verdad? Creo que la última vez fue después de la ceremonia de mi nombramiento como Quinta Hokage para decirte que iba a honrar tu sueño y el de Nawaki. ¿Recuerdas que aquella vez vine a hablarte de un niño que tenía tu mismo sueño? Bueno, hoy también vine a contarte sobre alguien.

»Su nombre es Athena —sonrió—. Es una chica que llegó hace casi dos años a la aldea. Es la nieta de una anciana que nos salvó el pellejo a los Sannin durante la guerra. —Se llevó la mano al mentón, pensativa—. Creo que nunca te la había mencionado, ¿cierto? —Agitó la mano—. Ah, ya me conoces, a veces se me olvidan las cosas.

»Espera que me estoy distrayendo. Como te venía diciendo: la chica vino a pedirme que fuera su maestra..., y yo lo tomé como una broma, pero luego quise pagarle la deuda a Akira y... —Hizo una pausa. Gruñó—. Lo siento, sé que tengo que ser sincera. —Se aclaró la garganta—. La verdad es que desde la primera vez que la vi sentí mucha curiosidad. No sé si fue su mirada tímida y amable o la forma en que temblaba mientras trataba de formularme su petición... Pero se quedó impregnada en mí. Me descubrí pensando en ella muchas veces.

»No la acepté como aprendiz, pero sí le asigné a Gai y Lee como mentores —rio—. No sé si recuerdas a Gai, pero conserva esa misma energía de cuando era niño y trata de transmitírsela a sus estudiantes. Por eso lo dejé a cargo de la chica, quería que le contagiara su entusiasmo. Entrenaron mucho, y luego le propuse a Athena que se convirtiera en shinobi, y lo logró. Y me siento muy orgullosa de ella.

»Ah, pero no creas, la chica tímida también tiene sus garras: tiene sus momentos de determinación y terquedad. —Una pausa—. Se me olvidó mencionarte que tiene un gran poder oculto, el cual le he estado ayudando a controlar. Si la vieras, ha demostrado un gran progreso —sonrió—. Su dominio es cada vez más preciso; ya puede invocar una parte del chakra sin necesidad de una emoción en particular, aunque el esfuerzo siempre la deja exhausta. Su expresión deja de ser dulce cada que el aura púrpura la envuelve, pero sigue siendo ella...

»Y... Y... —se le quebró la voz—. D-Dan... —carraspeó—, no te he dicho lo más importante: estoy enamorada de ella. —Sollozó—. E-esa noche, en el bosque, no solo te perdí a ti... sino también a una gran parte de mí misma. —Inhaló una bocanada de aire para tratar de calmarse—. Mi corazón había muerto contigo... O, al menos, e-eso creí.

»La amo, Dan. S-sé que es extraño que me haya fijado en una mujer, pero su mirada me brinda paz y su presencia siempre es un bálsamo para mi corazón herido. —Hizo una pausa y soltó una risa incrédula, aún con lágrimas en los ojos—. Ahora que lo pienso, ambos tienen un carácter tranquilo; tal parece que me siento atraída por personas opuestas a mí.

»Sin embargo... —inhaló—, no he sido capaz de entregarme a ella porque siento como si te estuviera siendo infiel. No quiero traicionar tu memoria ni sentirme como una vieja decrépita detrás de una mujer joven. —Un sollozo—. Y l-la he herido. M-me dijo que yo le daba la vida y luego se la quitaba. —Otro sollozo—. Athena n-no me trata de manera diferente, p-pero hay un matiz en su mirada, una distancia que antes no existía. —Se limpió las lágrimas de las mejillas—. Sé que se está protegiendo del dolor de no poder estar conmigo.

»Pero, Dan... Y-yo quiero tener algo con ella, quiero compartirlo todo con ella. —Se ahogó en un sollozo—. A-Athena penetró los muros de mi corazón y m-me dio motivos para que una sonrisa volviera a dibujarse en mis labios al pensar en alguien. Pero... Pero... si entablo una relación con ella..., ¿t-te estaría traicionando? ¿Estaría borrando lo que tuvimos? ¿Dejaría de honrar tu sueño? Muchos han dado su vida por Konoha... ¿S-será mi sacrificio renunciar a la segunda oportunidad que se me ha dado en el amor?

»Por favor, Dan... —apretó las manos en puños—, dame una señal... No quiero sentir más este remordimiento... Dime, ¿está bien que quiera seguir adelante? —Tragó saliva—. Mi corazón anhela estar con Athena. —Las lágrimas volvieron a caer a borbotones.

—No pensé encontrarla en este lugar, milady.

La voz de Shizune a su espalda la sobresaltó. Se aclaró la garganta antes de hablar:

—Es bueno venir a verlo de vez en cuando.

Sintió los pasos de su asistente acercándose.

—Lady Tsunade... ¿No cree que ya ha sufrido suficiente?

—Por él, el sufrimiento jamás será suficiente.

—Sé que la muerte de mi tío siempre será una herida en su alma, pero ¿también quiere añadir a ese dolor el arrepentimiento de no estar con Athena?

Tsunade se limpió las lágrimas antes de girar y mirar a Shizune.

—Pero no puedo permitirme una relación con ella sintiendo este remordimiento en mi interior.

Shizune la observó por un momento.

—Si hubiese sido usted y no mi tío la que se hubiese ido esa noche, y años después él hubiese encontrado a otra mujer que le reanimara el palpitar de su corazón, ¿usted se habría enojado con él desde el más allá?

Tsunade negó con la cabeza.

—Siempre quise que alcanzara sus sueños y fuera feliz.

—Entonces, ¿por qué supone que mi tío la estaría juzgando por hacerlo? ¿Lo cree así de egoísta?

Tsunade se quedó boquiabierta. Dan había sido un hombre generoso y bondadoso. Probablemente, habría querido la misma felicidad para ella.

—¿Ve? —prosiguió Shizune—. No hay de qué sentirse culpable.

Tsunade respiró profundamente, sintiendo cómo el aire le llenaba los pulmones y le brindaba una sensación de alivio. Las palabras de Shizune le resonaban en la mente. ¿Esa era la señal?

Miró la tumba de Dan. Recordó la vez que la había apoyado durante la reunión con el Tercero y cómo, desde ese momento, no había podido dejar de pensar en él. Evocó su primer beso, la primera vez que habían hecho el amor, el momento en que habían compartido sus ilusiones e ideales y ella le había dado el collar y el beso en la frente como amuleto de buena suerte. Revivió la noche en que, aun con todo su conocimiento médico, había tratado de salvarlo sin éxito.

Se llevó la mano al pecho. Había amado a ese hombre con cada fibra de su ser, y era un amor que siempre viviría en ella, al igual que el dolor de haberlo perdido. Sin embargo, eso no tenía por qué significar que otro amor y nuevos recuerdos no tuvieran cabida en su corazón.

Cerró los ojos.

«Dan, seguiré honrando tu sueño mientras hago realidad el mío». 

Entre el amor y las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora