𝑪𝒂𝒖𝒔𝒊𝒏𝒈 𝒂 𝑪𝒐𝒎𝒎𝒐𝒕𝒊𝒐𝒏

El peso de las acciones

Adán se quedó en silencio incapaz de ir detrás de Eva ya que no sabía que decir. Se sentía quebrado puesto que la idea de separarse de su dulce paraíso le producía tantos sentimientos que le dejaban con las emociones a flor de piel haciéndole tanto vulnerable como volátil, siendo esa quizás, la peor combinación en un alfa.

Eva tuvo que pasar por el salón, viendo la figura de Adán que parecía estar en shock, pero en cuanto ambos iris azules se encontraron el alfa se puso de pie y a grandes zancadas avanzó hacia ella.

-No, no puedes dejarme Eva. Somos destinados y tienes que quedarte conmigo -Adán parecía tener la voz quebrada, pero aquel agarre sobre el antebrazo de la omega decía que sus emociones le harían actuar de una forma que le haría arrepentirse.

Eva se mordió el labio, la cercanía de su destinado combinada con aquel aroma que delataba su inminente tristeza hizo eco en ella, replanteándose si esa decisión que estaba tomando era la mejor tras tantos años de matrimonio.

¿Podía echar por la borda la familia que construyó? ¿Iba a poder vivir con ello sabiendo que estaba enlazada y que Adán podría cometer una locura, justo como cuando huyeron de sus casas?

-Addie... ¿Insistirás en deshacer la unión de nuestras niñas? Kōjiro espera un cachorro y su alfa parece más que dispuesto a cuidarla... -Adán ejerció más fuerza sobre el antebrazo de la rubia, viendo como aquel rostro dulce se contorsionaba en una mueca de dolor. Quizás el discurso de Eva no era malo, pero él se encontraba realmente firme en disolver aquellas marcas.

-Es una niña Eva. Si no la saco de esa familia puede ocurrir algo peor que romper el lazo -Eva quiso soltarse, ya no podía estar cerca de su alfa porque no sólo la fuerza sobre su brazo había aumentado, también ese aroma ácido en conjunto con aquellas feromonas que la estaban asfixiando.

-No Adán. Son adultas jóvenes y ellas desearon la marca... ¿Es que no quieres que sean felices? -A la omega se le quebró la voz de sólo recordar a aquellos que se habían sometido a ese horrible tratamiento donde las probabilidades de volver a ser los mismos eran tan nulas como al parecer lo era el apelar al lado razonable y sensible de Adán.

-¿Crees que serán felices jodiendo sus vidas? ¡¿ES QUE ESTÁS LOCA?! ¡NO VOY A PERMITIR QUE ARRUINEN SUS VIDAS COMO NOSOTROS! -Eva hizo fuerza para liberarse del agarre y mirar a Adán sin querer abofetearlo -No... Eva, no quise decir eso... Yo no...

La rubia soltó un suspiro cargado de tristeza. A diferencia de Adán, ella nunca se había arrepentido de dejar su casa aún cuando Adeline llegó al mundo y su madre deseaba que ambas se conocieran porque al final del día, eran hermanas.

Sus padres no habían aprobado a Adán aún cuando demostraron ser destinados, siguiendo adelante con el compromiso con aquel sujeto que, al parecer de Eva, era como una serpiente. Por lo que una noche, justo en su primer celo, no sólo se había entregado a su alfa, sino también se dejó marcar, huyendo con él cuando ese frenesí de sus hormonas culminó.

Desde entonces, no existía trato alguno con sus progenitores ni con su pequeña hermana de la que se enteró después del nacimiento de Qin que existía.

Su vida a lado del alfa no había sido color de rosas. Existieron muchos problemas económicos que obligaron a Adán a tomar de 5 a 6 empleos con tal de proveer a Eva y a la cachorra que habían tenido de todo lo que necesitaran.

Aún a pesar de no poder ocupar su apellido como una forma de mover influencias para pasar más tiempo con su esposo, Eva jamás le recriminó nada a Adán.

De esa forma fueron llegando sus demás cachorros, todos concebidos por el amor que existía entre ellos aunque al mismo tiempo, con cada nacimiento, se mudaban constantemente puesto que el terror de que secuestraran a Eva era un miedo latente para Adán.