Tal para cual

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Kōjiro frotaba su mejilla contra el pecho desnudo del rubio, habían terminado sus días más intensos del celo por lo que ahora se encontraba tranquila entre los fuertes brazos del alfa que le abrazaba posesivamente tras haber percibido el aroma de otros alfas en la casa.

El aroma era demasiado tenue, pero aquello no mermaba el agarre del rubio. Detestaba personas a su alrededor y ahora más porque estaba emparejado.

Con un gruñido, buscó hacerse espacio entre el cuello y hombro de la omega para comenzar a morderla.

-Chico... deja eso... Me recuerdas a los tiburones...

Poseidón se quedó quieto, atento a lo que la azabache fuera a decir. Había pocas cosas que llamaban su atención siendo todas relacionadas a la flora y fauna marina.

Que la omega mencionara algo del mar le hizo recargar su mentón en su hombro esperando a que continuara hablando sobre lo que sea que involucrara a su depredador favorito.

Sin embargo, sólo recibió caricias en su cabello y silencio de la joven que le abrazaba cariñosamente dejando que el peluche de tiburón que tenía estuviera estrujado entre sus pechos.

-¿De qué hablas Rémora? -No le gustaba sostener conversaciones con casi nadie que no fuera su hermano Hades, pero ahora tenía curiosidad por saber qué era lo que la omega iba a decir.

Kōjiro soltó una pequeña risa y sin dejar de acariciar esos bellos rizos rubios, prosiguió:

-Vi un documental sobre tiburones hace unos días, un dato que me llamó la atención es que cuando están en el acto de reproducción, el macho tiende a morder a la hembra como una forma de "estimulación" durante la copulación siendo llamadas por biólogos como "mordidas de amor" y... Tus mordidas me lo recordaron...

Poseidón quitó su cabeza del hombro de la azabache sólo para sujetarla con más fuerza y abrazarla. Nunca había conocido a alguien que hablara fluidamente sobre el comportamiento de una criatura marina.

-Eres un pececito inteligente... Me gusta -El alfa sujetó con delicadeza el mentón de la chica para comenzar a besarla, quitándole el peluche de tiburón que estaba abrazando recostándola de nueva cuenta en la cama.

-Oh... no es nada de eso. Me agrada el mar y todo lo relacionado a él y... mmh~ -Kōjiro fue callada por los hábiles labios del rubio, mismo que ahora le sujetaba más fuerte. Para Poseidón era una rareza encontrar a alguien que tuviera fascinación con el mar como él.

"Ahora menos te voy a dejar ir. Voy a buscar la manera de inseminarte para obligarte a que te quedes conmigo pececito... Eres mía"

Kōjiro se sentía intoxicada con el suave aroma a menta que llenaba sus fosas nasales. La calidez emanada por el cuerpo del alfa sumado a las suaves caricias sobre su piel y los besos que le robaban el aliento eran suficientes para que la azabache se olvidara que tenía una familia y una vida fuera de aquella habitación.

Cuando el aire fue necesario, terminaron separándose sólo para que Poseidón rozara su nariz con la contraria, fascinado con la omega que yacía entre sus brazos, sacando a flote su lado más posesivo.

-Vas a vivir conmigo, pececito.

La azabache le miró confundida un momento. El calor del alfa era tan agradable que apenas y podía procesar lo que le estaba diciendo, pero existía algo en ese tono de voz que no le terminaba de gustar a la omega.

-Tengo casa y un peluche de conejo que me espera en ella. No puedo dejar a Usagi-Saki sólo tanto tiempo -La mirada en esos ojos marrones removió algo en Poseidón, sin embargo, no estaba dispuesto a discutir con ella por algo que obviamente ya estaba decidido.

𝑪𝒂𝒖𝒔𝒊𝒏𝒈 𝒂 𝑪𝒐𝒎𝒎𝒐𝒕𝒊𝒐𝒏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora