Verdadera naturaleza

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Si alguien le hubiera dicho a Adán que algún día algo como lo que estaba viviendo en la sala de su casa sucedería, se hubiese reído de tal disparate.

Durante años se encargó de dirigir cada aspecto de sus hijos: amistades, gustos, educación, forma de vestir y sobre todo mantenerles monitoreados las 24 horas de día, así que si notaba algo extraño en ellos, actuaba rápido por lo que siempre había cambios de escuela repentinos.

Pero al final del día, aquello por lo que tanto luchó para proteger hasta la asfixia, se le estaba saliendo de control y eso era algo que le ponía de peor humor, prueba de ello era el aroma ácido de sus feromonas que alertó a más de uno de los alfas jóvenes que estaban allí porque era sinónimo de que habría otra golpiza.

Leónidas rezaba porque la próxima tanda de golpes se los llevara el rubio con cara de amargado que embarazó a su hermana más joven.

Nikola a su vez, rogaba a cualquier deidad existente porque cuando le dijeran a Lucifer, no le apuntara con ese revólver del que le habló Beelzebub en su correspondencia.

Y Poseidón, bueno...

Sólo quería golpear, morder y huir de ahí mandando al demonio a medio mundo con su omega al hombro.

Adán estaba dolido y aunque deseaba que su enojo le cegara, para su desgracia, podía ver con demasiada claridad como sus hijos no sólo le desobedecieron deliberadamente, sino que ahora se enteraba que sería abuelo por partida triple. Una mirada asesina recayó sobre sus hijos alfas para dirigirse después a la del alfa rubio que estaba conteniendo las ganas de quejarse por la forma en la que Kōjiro le abrazaba.

Poseidón agradecía que las miradas no mataran, ya que de lo contrario estarían haciendo su funeral por la intensidad de aquellos ojos azules que le miraban con tanto odio que le hacían creer que Cronos era un adorable conejo esponjoso.

"Oh grandioso, pasé de tener un padre abusivo a un suegro casi asesino... Me encanta cómo me gusta arriesgar mi vida por una estúpida incubadora..."

Después de pensar eso último bajó la vista y negó mentalmente. Claro que se enfrentaría al suegro que quería matarlo con tal de que la azabache se quedara con él. Era tan suya como el cachorro que hicieron.

Así que si debía salir de allí con costillas rotas, lo haría pero con ella a su lado.

La atmósfera en aquella sala de estar era tan tensa que nadie sabía qué decir o hacer puesto que más de uno vio aquella cosa endemoniada en la mano de Adán y al menos 3 alfas ya se habían dado cuenta de que aquello era mortífero en el rubio mayor.

Un gruñido de estómago rompió el tenso silencio de la sala y todos voltearon a ver al alfa moreno que rápidamente sintió que sus mejillas enrojecían de vergüenza.

-¿Y si seguimos con el regaño/plática más tarde y en su lugar comemos algo...? ¿Usted que opina papá-suegro? -Un sonido gutural salido de la garganta de Adán y Shiva se sintió un pequeño cachorro deseoso de salir corriendo lejos de ahí. Eva le dio un golpe a su esposo en la cabeza por parecer más un animal que un ser humano irracional.

-¿Quieres ayudarme con el desayuno, hijo? Es temprano y apuesto a que nadie ha comido algo decente... -La sonrisa de Eva contrastaba demasiado con la actitud de su esposo, por lo que Shiva asintió apenado haciendo que la omega mayor soltara una pequeña risa -Somos muchos, ¿Alguien quiere ayudarme?

Más de uno se puso de pie pero justo cuando Nikola estaba a nada de levantarse del sillón, Adán le jaló del cuello de su camisa de la pijama para que se quedara sentado en su sitio, logrando que Leónidas abandonara las ganas de salir corriendo con aquella advertencia silenciosa de su padre.

𝑪𝒂𝒖𝒔𝒊𝒏𝒈 𝒂 𝑪𝒐𝒎𝒎𝒐𝒕𝒊𝒐𝒏Donde viven las historias. Descúbrelo ahora