9 - Los planes.

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Katniss caminaba entre los pasillos de la universidad directo a su casilla a dejar sus libros de Química y tomar los de su última clase: Matemática.

Iba sola, ya que en ese momento, los chicos estaban en el taller de música seguramente encontrándole el sentido a una guitarra. A Katniss se le hacía divertido verlos tan confundidos cuando entraban juntos a ese taller, ya que ella claramente sabía tocarla. Peeta le había pedido que le enseñara a tocar una canción hace unos días.

Katniss chocó de frente contra alguien, haciéndola caer a ella y a la otra persona.

Apiló sus libros de Química y se levantó. Se sacudió el polvo de su vestido azul y se dio cuenta en el proceso que con quien chocó fue con Delly.

-¿Se supone que debería de pedir perdón? -preguntó Delly a Clove.

-Yo no lo creo -respondió Clove.

-Eso pensaba -dijo Delly, con una media sonrisa que ahora vaya que si le parecía de maldad a Katniss.

Desde que entró en esa escuela, se empezó a dar cuenta de muchas cosas y a tener otros deseos. Reconocía la maldad, ya que a diario la veía por aquellos pasillos y en su mismo hogar con su madre.

-Con permiso -dijo Katniss, pasando a su lado.

Cuando empezaba a avanzar de nuevo a su ritmo, Delly se le plantó en frente.

-Quiero que sepas, Everdeen, que esto no termina aquí ¿De acuerdo? -el tono de Delly era amenazador. Y Katniss lo captó.

Katniss rodó los ojos y siguió con su paso, pasando por el lado de Delly otra vez.

Se le había hecho tarde. Por suerte, la clase no había comenzado.

Cuando llegó al palacio, al entrar, vió a Prim sentada en el sillón del salón mirando fijamente el reloj. Se le partió el corazón; sabía que un día se quedaría viendo el reloj más tiempo, y la sola imagen le hería los sentimientos.

Aún no había hablado con Peeta del tema, no estaba desesperada por irse. Podía planearlo con tiempo si ningún impedimento se aparecía en su camino.

En cuanto Prim la miró entrar, ésta corrió a sus brazos.

-Estás aquí -le susurró Prim.

-Estoy aquí -repuso Katniss.

Haymitch seguía confundido con el comportamiento de Katniss. Y se confundió aún más al ver aquella escena.

Acarició el suave y dorado cabello de Prim. Era uno de esos abrazos en los que sin pedirlo, cierras los ojos.

-Katniss -escuchó decir a su madre.

Abrió los ojos al escucharla. Prim y ella se separaron.

-¿Si? -preguntó.

Su padre apareció al lado de su madre.

-Necesitamos hablar contigo -habló su padre.

Ella asintió.

Mantuvo su mano en la mejilla de Prim, sonrió y después siguió a sus padres hasta el estudio.

Tenía un presentimiento. Y no era bueno.

Ellos la dejaron entrar primero y después cerraron la puerta al entrar. Le indicaron que se sentara en uno de los sillones y lo hizo. Después ellos se sentaron frente a ella uno al lado de otro.

Los miró y aguardó a que empezaran a hablar.

-Hija mía, lo tuyo con ese chico no puede seguir -su padre fue el primero en hablar.

Suspiró internamente.

-Todo puede ser. Todo es posible -habló.

-Ya no -intervino su madre- No más.

-No podemos permitir que se corra el saber de que no es de la realeza el chico, Katniss -el tono preocupado de su padre le quedó claro.

Trató de controlarse. Pero Katniss odiaba que las personas se comportaran inferiores frente a otras, así que fue inevitable el enojo que comenzaba a crecer desde lo más profundo de su ser.

-¿Y por qué? -la voz de odio que acompañó a su frase era natural- ¿Para mantener su prestigio? ¿Para que el apellido Everdeen no se "manche"?

-No es sólo eso -respondió su padre. Katniss simplemente se sintió todavía más furiosa por el hecho de que la razón era porque no querían manchar su apellido- Si no porque tenemos que seguir los planes.

Katniss ahora no comprendía de lo que hablaban. ¿Planes? ¿Qué planes?

-Tienes prohibido ver a ese muchacho -su madre habló con autoridad.

Las ganas de golpear algo se apoderaron de ella.

-Díganme algo -empezó, y trató de mantener la postura. Sus padres la miraron atentos, esperando que continuara- ¿Están enamorados ustedes dos, no?

Ellos fruncieron el ceño ante la pregunta de su hija, y asintieron sonriéndose.

-A ustedes nadie les prohibió verse -siguió Katniss al recibir su respuesta- ¿Por qué no me dejan simplemente ser feliz? Peeta es bueno. Lo amo y él me ama -en ese momento, se le llenaron los ojos de lágrimas- Estoy segura de que es el amor de mi vida, lo sé cuando lo toco, cuando estamos cerca. No soportaría estar lejos de su lado...

Llegó un punto en el que sus lágrimas se acumularon tanto que no le permitían mirar. Parpadeó unas cuantas veces para dejarlas correr, para liberarse de ellas.

La mirada de sus padres era de pena, aunque inquebrantable.

-Tienes prohibido ver a ese muchacho -repitió su madre.

Katniss tenía ahora sentimientos encontrados en sí. Estaba furiosa y triste.

-¿Por qué? -soltó de golpe, y su rostro tomó una expresión de enojo.

-Para ir de acuerdo a los planes -respondió su padre.

-¿Qué planes? -escupió las palabras. Katniss estaba a punto de echarse a gritar maldiciones.

Su padre la miró fijamente, y ella le mantuvo la dura mirada. Era la primera vez que se atrevía a mantenerle la mirada a su padre, a verlo con unos ojos glaciales y llenos de odio. A retarlo con la mirada.

-Katniss -su mirada era seria- Llegamos a un acuerdo con el rey del uno: Ahora estás comprometida con Marvel.

Escapando con la princesa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora