4 - Lo inevitable...

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Katniss vestía un precioso vestido rojo que le llegaba a la mitad de las rodillas y unos tacones negros; se había vestido especialmente para la comida de hoy por la tarde. Ella le había dicho a Peeta por la mañana que sus padres habían aceptado en que salieran.

Peeta miró a Katniss aproximándose a él. Sus piernas largas y formadas, su suavidad al caminar, sus elegantes movimientos, sus modales y finismo para hacer cualquier cosa, le hipnotizaban. Lo ponían loco. Podía beber de su imagen toda su vida.

Cuando estuvo cerca, ella le sonrió con aquellos rosados y tentadores labios.

-Katniss -la saludó él.

Luego vió que Haymitch se dirigía hacia ellos.

-¿Vamos? -les preguntó Haymitch.

-Vamos -respondieron al unísono.

Estaban sentados en la parte exterior de un restaurante de comida italiana, uno junto a otro. Era la comida favorita de Katniss, no importaba qué fuera. Ambos se veían muy felices de estar ahí. Ya habían hablado de la vida en la escuela, y no paraban de reír cada que salía una broma entre tema y tema a relación de eso.

Haymitch se iba a dar la vuelta por ahí. Cada cierto tiempo se acercaba al restaurante para echarles un vistazo, para asegurarse de que estuvieran bien.

-¿Cuál es tu color favorito? -le preguntó Peeta.

Sonrieron.

-Verde -respondió- ¿Y el tuyo?

-Naranja -respondió él también.

Katniss soltó una risita al recordar el color de cabello de su acompañante: Effie. Era un naranja chillón el cual le parecía muy gracioso saber era el color favorito de Peeta.

-¿De qué te ríes? -le preguntó él, contagiado por su risa.

-¿Te gusta el naranja chillón? -pregunto ella igual, entre risas.

Peeta rió un poquito más fuerte.

-No, Katniss, ese tipo de naranja no -se apresuró a decir- Más bien, el naranja de un atardecer.

Sonrió de lado, y Katniss no pudo evitar mantener su mirada fija en ella.

Peeta rápidamente se dio cuenta de que lo que ella miraba eran sus labios.

-¿Cómo es tu familia? -le preguntó Katniss.

-Bastante normal -contestó Peeta- Mis padres trabajan en una panadería, y de vez en cuando mis otros dos hermanos y yo les ayudamos.

Katniss abrió los ojos aún más interesada.

-¿Tienes hermanos? ¡Wow! -le dijo.

-Sí -Peeta rió un poco- Y tú tienes una hermana menor, ¿no? ¿Primrose?

-Sí -respondió Katniss- Todo el país sabe eso. Ella es linda.

-Se le salen las camisas por detrás cuando usa falda -señaló él.

-¿Te has dado cuenta tú también? -dijo Katniss, frunciendo el ceño- Siempre le pasa eso. Es un patito.

Rieron, y por coincidencia, los dos hicieron un "cuac" al mismo tiempo. Rieron aún más con eso.

-Es tierna -dijo Peeta.

-Y linda -agregó Katniss.

-Pero no tanto como tú -le dijo, casi en un susurro, él.

Katniss al oír aquello, se sonrojó un poco.

Peeta lo notó de inmediato. Le gustaba la transición de colores que pasaba su cara a cada sonrojo. Se le notaba aún más por el vestido rojo que llevaba en esa ocasión. Sonrió, mirándola con detenimiento.

De nuevo, los ojos de Katniss se posaron sobre su sonrisa, y de nuevo, Peeta se percató de que ella estaba mirando sus labios.

Peeta tocó un lado de su cuello y ella sobrepuso su mano arriba de la suya.

Extrañamente, Katniss recordó los consejos que alguna vez Johanna le había dicho, antes de marchar: "Tu primer beso nunca debe ser desesperado, tiene que ser con la persona indicada y debe ser especial". Sabía que en esos momentos, iba a usar los consejos de Johanna. Y estaba deseosa de hacerlo.

-Peeta -susurró ella, apoyando su frente con la de él.

-Katniss -susurró él a su par.

Peeta acarició a Katniss, y su nombre sonó a magia en sus labios.

Haymitch, que en ese momento daba una vuelta por el restaurante para dar un vistazo, fue testigo de cómo Katniss daba su primer beso. Y sonrió al verlo.

Ambos, al sentir su toque de esa manera, quedaron tan maravillados que disfrutaron de cada sensación en ese momento.

Se separaron para respirar, y cuando abrieron los parpádos y se vieron directamente a los ojos, sólo fueron capaces de sonreírse mutuamente.

Fue el primer beso de Katniss.

Y no pudo elegir a nadie mejor.

Sus piernas, temblaban ligeramente. No podía detener aquello. De verdad Peeta le había movido todo su mundo.

-En serio, ¿Tengo que ocultarlo más? ¿Tengo que esperar más tiempo? Porque ya no puedo -le dijo Peeta- Katniss, ¿Quieres ser mi novia?

Katniss rió despacio y bajito, lo abrazó por la cintura y apoyó su cabeza en el pecho de él. Aspiró lentamente. Peeta desprendía un agradable y dulce aroma a canela. Debía de ser por la panadería.

-Sí -le susurró ella- Yo también lo había estado esperando.

Él río un poco. Sintió la vibración de su risa en su pecho; era algo relajante.

Ahora caminaba con Haymitch de regreso al palacio después de la mejor tarde de su vida hasta ese momento. Se sentía flotar, volar. Tenía deseos de cantar a todo pulmón y tirarse en su cama para soñar con él. Era la más feliz.

-Ya era hora -rió Haymitch.

Katniss también rió y suspiró.

-¿Y bien? Me imagino que ya tienes pareja para la Panem Gala -dice Haymitch, sonriéndole.

Al momento, Katniss ahogó un grito. Se le había olvidado por completo el Panem Gala...

-¿Lo habías olvidado? -le preguntó Haymitch ante su reacción.

-Si... -contestó- ¿Cuánto falta para eso?

Haymitch negó con la cabeza, sonriendo.

-Se nota que lo olvidaste: Porque es en un dos días -le dijo él.

El Panem Gala, fundado oficialmente así por sus pasados familiares, es el evento de prestigio más grande e importante entre la realeza de Panem. Es es lugar perfecto donde se convive y negocia entre familias reales. Y se hacía cada seis meses.

Katniss odiaba el Panem Gala, aunque nunca lo había expresado en voz alta, ni a Haymitch. Como nunca había tenido pareja, se la pasaba sentada en una mesa hablando con las pequeñas princesas, como su hermana, haciendo nada. Era la única princesa mayor sin pareja, por eso es que Cashmere y Glimmer le molestaban.

Ahora, esa vez, por fin tenía a alguien a quién invitar. Aunque no fuera un príncipe, era su felicidad. Y estaría a su lado esa noche.

Escapando con la princesa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora