Eran como indestructibles, se sentían indestructibles.
Peeta, Katniss, Gale, Cato, Annie y Finnick vestían atuendos a juego. Todos usaban unos jeans negros con una camisa, botas hasta la rodilla y chaquetas ajustadas del mismo color. Completamente de negro.
Planeaban escabullirse al palacio Everdeen a tomar vestuarios, porque evidentemente ellos no guardaban en sus armarios un par de vestidos enormes de gala y trajes altamente caros y apropiados a lo que requieren.
Se veían realmente fuertes, y lo eran. Como espías encubiertos (que, en parte, también eran...).
Los chicos realmente lucían atractivos con el conjunto, y hacían parecerlo aún más sabiendo la misión que se cargaban. Las chicas igualmente. Annie llevaba su rojizo cabello en ondas, suelto. Mientras que Katniss lucía una trenza con aspecto despeinado cortesía de su amiga pelirroja. Caminaban sin pena en la oscuridad de la noche que iba a ser inolvidable, hasta que llegaron a su destino. El palacio Everdeen.
Katniss sabía perfectamente cómo entrar sin peligro.
Los guió hasta las rejas de un jardín. Treparon las cercas y cayeron en el verde césped. Katniss subió a una piedra de las innumerables que había en aquel jardín, para así llegar hasta una ventana. Ella ya había hecho eso innumerables veces.
Después, ayudó a subir a los demás hasta que todos estaban arriba.
La ventana daba al salón de té de su madre, la cual seguramente estaba arreglándose en su habitación o en camino a la gala. Estaba oscuro. Katniss abrió la puerta y se fijó que en los pasillos no hubiera nadie. Corrió seguida de los demás hasta la zona de las habitaciones.
Antes de llegar a la suya, abrió la puerta antes. La habitación de Prim.
Se asomó, y mientras ésta se abría, hacia un chirrido. Prim estaba de espaldas a ella calzando sus tacones. Llevaba un gran vestido en color azul cielo y su rubio cabello estaba acomodado en un moño.
-Patito -le dijo, y eso hizo que Prim se girara hacia ella.
Cuando cruzaron miradas, ambas recibieron al instante las desesperadas ganas de llanto. Corrieron una a la otra y se fundieron en un cálido abrazo.
Se separaron y, cuando lo hicieron, Katniss notó el fantasma de las lágrimas de Prim.
-Dios, Katniss, te ves muy distinta, y más con esa ropa -le dijo Prim.
Katniss sonrió.
-No te preocupes, que me voy a hacer con un vestido -Katniss le guiño un ojo. Prim frunció el ceño y preguntó.
-¿Vas a ir a La Noche De Los Colores?
Ella asintió en respuesta.
-Después de todo, ¿Sigo siendo una princesa para los demás, no?
Prim sonrió.
-Me tengo que ir, patito, te veré allá -le avisó Katniss.
Cuando ella se dio la vuelta para salir, Prim la llamó.
-Kat, ellos ya saben que eres Julieta... No uses ese nombre -le advirtió Prim.
Katniss suspiró pesadamente, frustrada.
-Gracias -le agradeció a Prim y le regaló otra de sus sonrisas antes de salir.
Comenzaron a caminar de nuevo a los pasillos.
-Peeta, ya sabes dónde está el estudio de Cinna, vayan allá a cambiarse, él tiene trajes en sus urnas -le indicó Katniss.
Antes de marcharse, él se acercó a ella y se despidió con un beso.
-Sean rápidos y tengan mucho cuidado, los estaremos esperando fuera del evento -le dijo Katniss.
-De acuerdo -contestó Peeta- Sé cuidadosa, cariño.
Sin más que decir, Peeta dirigió a los demás.
Katniss y Annie se fueron hacía la habitación de la primera a vestirse. Cuando llegaron, Katniss abrió uno de sus cajones lleno de antifaces que no había usado. Escogió un verde oscuro y Annie uno azul marino.
Dos mujeres de corsé y faldas voluminosas: Una de azul marino y otra de verde oscuro, la pelirroja y la castaña. Mujeres misteriosas a los ojos de los invitados que iban entrando al evento, de antifaces de admirar, dignos de princesas. Su presencia no pasaba desapercibida para nadie, en especial para los cuatro chicos vestidos en elegantes trajes y de antifaces de un color negro elegante: El rubio cenizo, el rubio, el cobrizo y el castaño.
El rubio cenizo tomó la mano de la castaña y el cobrizo de la pelirroja cuando estuvieron cerca.
-Señorita Mellark -la saludó el rubio cenizo.
-Señorita Cresta -saludó a su vez el otro chico.
Decidieron prácticar.
-¿Nosotros somos...? -preguntó Peeta.
-Los Mellark. Co Realeza del Distrito 12 -respondió Katniss- Jennifer y Joshua.
-¿Yo también tengo que tener otro nombre? -preguntó de nuevo Peeta.
Katniss rió.
-Claro. Vamos, Peeta, la última noche tomaste mucha popularidad entre esta gente -se explicó.
Peeta le dio la razón a Katniss.
-¿Ustedes? -preguntó Katniss dirigiéndose a los demás.
-Yo soy el hermano de Katniss -se adelantó Gale- Es creíble, nos parecemos mucho.
Era cierto.
-¿Qué tal el primo del príncipe del 2? -sugirió Cato. Los demás estuvieron de acuerdo.
-Los Odair. Co Realeza del Distrito 4 -habló Finnick.
Todo era creíble. Por lo que, se dirigieron a la entrada y comenzaron su misión.
Cuando pasaron sin ninguna dificultad, Katniss divisó rápidamente a Prim y a los Everdeen. Para su suerte, habían pasado justo cuando el baile comenzaba.
Finnick y Annie aprovecharon la música y se unieron a la pista. Gale y Cato, siguiéndolos, tomaron a las primeras princesas que cedieron a sus encantos. Katniss y Peeta, en cambio, se dirigieron donde ahora estaba Prim junto con Madge y Rue.
-Patito -la saludó Katniss.
-¡Oh! -exclamó Prim, y la abrazó.
-Me llamo Jennifer, y él Joshua -le susurró Katniss en el abrazo a Prim.
-De acuerdo -Prim rió para disimular su plática. Se separaron- ¡Vaya que tienes razón, Jenn!
Katniss sonrió al ver el disimulo de Prim.
-Vaya que sí, ¿No? -Katniss, por el rabillo del ojo podía alcanzar a mirar a Cashmere y Glimmer viéndola fijamente.
Aquel par de princesas tenía un buen ojo para reconocer. Y ésta vez no fue la excepción.
Katniss había sido descubierta por el falso dúo.
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Escapando con la princesa.
FanfictionLa real familia Everdeen tenía entre sus miembros a la mejor princesa que pudiera tener Panem: Katniss Everdeen. En su nuevo instituto, al conocer a Peeta Mellark, él le muestra el mundo y las aventuras que tiene por conocer, algo que Katniss tiene...