27 - Caricias.

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-Hola, creo que ya me conocerá... Soy Katniss Mellark, ¿No sabe usted dónde es la nueva oficina de Coin? -preguntó Katniss a un hombre que portaba gafas.

-Hola, claro que le conozco, mi nombre es Beetee -respondió el hombre, estrechando la mano con Katniss- Y claro que sé, pero ella pidió estrictamente que nadie podía pasar con ella hasta que diera un aviso.

Katniss rodó los ojos.

-Ya estamos aquí, ¿Quiere además que espere a que esté preparada para hablarle? -dijo con odio Annie.

-¿Por qué hace eso? -preguntó Cato, con el mismo tono que han usado todos.

-La verdad es que no lo sé... -respondió Beetee- Pero igual, si tengo el más mínimo comunicado de ella, me encargaré de que lo sepan.

Y con esto dicho, todos se fueron a sus alojamientos.

-Gracias, Beetee -dijo Peeta, quien se mantuvo cordial con el hombre.

-Por nada -Beetee pareció estar agradecido con Peeta de que no lo hubiera dejado ahí sin más.

Peeta entró a la habitación donde ya se encontraba Katniss. Sonrió al verla y la abrazó, dejándole un besito en su cuello que hizo estremecer a Katniss.

-¿Estás bien, cariño? -le preguntó Peeta, dejando otro de sus besos plantado en el suave cuello de Katniss.

-Odio estar aquí , en el 13. Y la odio a ella -respondió, y no pudo evitar soltar el suspiro que le salió al terminar la frase, producto de los besos de Peeta.

-Pareces estresada -le dijo Peeta. Ella asintió- Libera tensión, amor mío.

Katniss sonrió. Vaya que Peeta sabía perfectamente cómo hacerla sentir mejor...

Peeta sintió deseos de soltarle la sorpresa que le tenía preparada, pero decidió guardarla para cuando llegaran a casa.

Cambió de destino sus besos del cuello de ella a sus labios.

-Te amo, aunque hayamos perdido lo que más amábamos -le susurró Katniss.

Él le dejó un pequeño besito en la coronilla de Katniss, y la miró a los ojos con ternura, a sus grises y preciosos ojos.

-Yo también te amo -le respondió Peeta entre susurros- A pesar de eso, nunca dejaré de amarte. Siempre la vida nos puede dar más oportunidades a ser felices, y yo quiero ser feliz junto a ti, Katniss.

Peeta sonrió, y Katniss amó más que nunca aquella hermosa expresión de él. Aquella sonrisa podía acabar guerras y curar el cáncer e, incluso terminar con la tristeza o furia de Katniss fuera lo que fuera lo que la aquejara.

Ella rodeó el cuello de él con los brazos, apegándolo más a sí. Él pasó sus manos por la cintura de ella, haciendo desaparecer cualquier espacio de aire que les separara.

Llegado un momento, Katniss volvió a decidir alzar los brazos.

Esa era una clara invitación para Peeta, y por supuesto que aceptó. Aceptaría en cualquier momento.

Cuando le sacó la blusa, Peeta posó su mirada en el cuerpo ligeramente desnudo de la bella mujer que tenía frente a sus ojos. Puso su mano en la cintura de ella, despacio, como si su imagen se fuera a borrar en el momento en que la tocara.

-Eres una obra de arte -le susurró Peeta- Una preciosa obra de arte.

Katniss sonrió. Esa era la tercera vez que se sentía bonita desde la ocasión que se miró en un espejo, enfundada en un elegante vestido.

Peeta puso sus dedos en el borde de su camiseta para sacársela él también. Katniss le detuvo la mano, y cuando Peeta creía que ella se había arrepentido, le susurró:

-No. Lo quiero hacer yo misma.

Tomó el borde de la camisa de él, y la fue subiendo, revelando poco a poco los secretos que sólo ella sabía de él.

Mientras Katniss subía su camisa, los dedos de ella rozaban con la piel desnuda de él, haciéndolo sentir como en las nubes por su toque.

Cuando la sacó, a Peeta se le removieron sus cabellos, despeinándolo. Katniss rió ante tal imagen tan tierna, lo que la impulsó a dejarle un dulce beso en la mejilla de él.

Peeta rió igual, cerró los ojos y pasó sus labios por la clavícula de Katniss. Ella acariciaba la piel descubierta de la espalda de Peeta, cálida.

-Te deseo tanto -le dijo Peeta, en un tono bajo- Te amo tanto.

Ella rodeó el cuello de él con sus brazos de nuevo. Y lo besó.

-Te amo, locamente -le susurró Katniss, delineando con sus dedos las pequeñas y delicadas partes de la espalda de Peeta. Se perdió en sus ojos azules.

De nuevo, estaban dispuestos a estar juntos.

A Peeta lo despertaron unos golpes a su puerta, llamando. Se levantó, se puso unos pantalones y cubrió el cuerpo de Katniss, protegiéndola del frío con la sábana.

Abrió la puerta un poco. Gale estaba parado ahí.

-¿Qué pasa? -preguntó Peeta.

-Te estabas divirtiendo con el Sinsajo -dijo Gale burlón antes de todo.

-No es diversión, es amor. Tal y como tú lo haces con Madge ¿Ah que sí? -Peeta le devolvió la jugada.

-Amm -Gale se rascó la nuca- Sí, sí, lo que digas panadero. Venía a decirte que los estaremos esperando para el desayuno en el comedor ¿De acuerdo? Así que vístete.

Y se fue. Peeta cerró la puerta y despertó a Katniss delicadamente, a base de besitos en su espalda descubierta.

Katniss se removió, gruñendo. De a poco, fue abriendo sus ojos.

-Buenos días. Hermosa, nos están esperando para desayunar -le avisó Peeta.

-Buenos días. Ya voy -dijo Katniss, incorporándose en la cama.

Ese día, el desayuno era un café con leche y pan. Se sentaron juntos, quedando frente a los padres de Katniss.

-¿Qué tal durmieron? -preguntó Effie.

Ellos se tomaron de la mano y entrelazaron sus dedos.

-Perfecto -respondió Katniss, con una ligera sonrisa.

-Me alegro -dijo Effie, imitando su sonrisa.

Katniss tomó un sorbo de su café y dio un par de mordidas a su pan antes de que Beetee llegara.

-Katniss, Alma Coin quiere hablar con usted. Pidió que fuera sola, me explicó que quería hablar a solas -le dijo Beetee.

Katniss y Peeta fruncieron al ceño, al igual que todos los demás en la mesa.

¿Para qué Alma Coin quería hablar con ella a solas?

Escapando con la princesa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora