36 - Lo que tenía en ese momento.

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Los papeles eran una prueba de embarazo. Tomó la mano de Peeta y la apretó con alegría al leer la palabra "Positivo". Lágrimas de felicidad comenzaron a bajar por sus mejillas, y sólo encontró la solución de abrazarse a Peeta, enrollándole el cuello con los brazos.

Peeta le colocó una tiara bastante sencilla en color plata en la cabeza una vez se separaron, como las que se acostumbraba a que usaran las princesas para que la intercambiaran por una dorada en la coronación a reina.

-Mi princesa -comenzó Peeta, sé que ya no eres una princesa ni cerca, tanto mentalmente como física. Pero, lo eres para mí, eres la princesa de mi vida. Hemos pasado de todo juntos... -le limpió las lágrimas con los pulgares-, hemos hecho tantas cosas en tan poco tiempo. Y sé que cuando una persona es la indicada para ti no hace falta tanto tiempo. Sé que te queda mucho por vivir, y a mí, todavía más con nuestro hijo y los que vengan. Sería un privilegio para mí vivir todo ese mucho por vivir a tu lado, sería un privilegio envejecer junto a ti. Y me encantaría muchísimo, muchísimo, muchísimo -metió su mano en su saco, sacando una cajita. Se arrodilló frente a ella con el anillo entre sus dedos, tomando su mano- Que te casaras conmigo.

Katniss se quedó sin aliento. No podía creer todo lo que había pasado en tan sólo un momento.

Sintió el calor de la mano de Peeta sobre la suya, y asintió.

Peeta le colocó el anillo y después la abrazó por la cintura, dejando un suave beso en la frente de ella.

Katniss apoyó su cabeza en el pecho de Peeta, mientras estaban ya en cama preparados para dormir. Aún en la casi total oscuridad obstruida por la leve luz nocturna que entraba por la ventana, ella no podía parar de mirar su anillo colocado en su dedo.

Por su lenta respiración, supo que Peeta ya estaba durmiendo.

Se quitó el anillo, entornó los ojos y observó con más detalle la preciosa y pequeña pieza.

Era también en color plata, tenía una sencilla piedra en color azul cielo y por dentro del anillo tenía grabado "Real".

Pensó en el pasado.

Katniss Everdeen: La princesa refinada, callada, reservada. Hija de Gabriel y Alicia Everdeen, resguardada por Haymitch Abernathy y acompañada de Effie Trinket. La solterona por siempre, como la llamaban Cashmere y Glimmer. La princesa más querida de Panem, había desaparecido.

Katniss Mellark, y no sólo Mellark: Abernathy. Guerrera, fuerte, defensora de sí misma y de lo que amaba. Hija de Haymitch y Effie Abernathy. Acompañada, resguardada, protegida y amada por Peeta Mellark. La princesa que había pasado de ser princesa para todo un país a ser la princesa de sólo una persona, su futuro esposo y padre del hijo que crecía en su vientre.

Se sentía realizada, tenía ahora más de que podría haber aspirado de pequeña, cuando le contaban del hombre perfecto y la vida maravillosa. Pero se dio cuenta de que la perfección no era más que el criterio de la gente que habla de ella. Que se equivocaban todos los que le hablaron de eso, y ella misma por creerlo. Supo que lo que de verdad era para ella, era lo que tenía en ese momento.

Se propuso que iba a disfrutar todo lo dichoso que tenía por las personas que se habían ido: Gale, Cato, los Everdeen, su hijo perdido. Que iba a seguir luchando tanto por esas personas, por ella, por Peeta, como por su patito que dormía tranquilamente a una habitación de distancia.

Se sintió afortunada de que Peeta la hubiera aceptado desde el primer momento. Él y su grupo. Ya que la mayoría de las personas en la Universidad la habían echado de lado por el simple hecho de ser princesa. No la había juzgado. Y es que Peeta había aprendido algo desde que era un niño, gracias a sus abuelos: "Para descubrir la verdadera calidad humana de una persona, mira cómo trata a sus inferiores, no a sus iguales", y miró la incalculable calidad humana de Katniss.

Mientras que ella aplicaba lo que le había enseñado su abuela Mags cuando era una niña: "Trata a todos por igual, con afecto, amabilidad, y respeto, sin tener en cuenta su situación económica o social".

Desde ese momento, aunque no era consciente, nunca se lo pudo sacar de la cabeza, y menos aún cuando su abuela había fallecido. Desde aquel día tomó fuerza en lo que le había enseñado y su mayor recompensa, además del seguro orgullo de su abuela, fue el cariño de Peeta.

Extrañaba a su abuela, quería que le dijera personalmente que estaba orgullosa de ella.

Se limpió una lágrima de la que al principio no era consciente y se reacomodó en la cama.

Pero aún quedaba un peligro del que no sabía su paradero. El par estaba suelto.

Escapando con la princesa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora