21 - Desenmascarada.

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-Prim, necesitamos hablar contigo a solas -le pidió Katniss.

-Oh, sí claro, Jenn -respondió Prim.

Los tres se dirigieron a una mesa apartada. En el camino hacia donde querían llegar el rey del Capitolio, Snow, se aceleró.

Personalmente a Katniss le daba asco estar cerca de él por su fétido olor a sangre y rosas. Y le daba aún más asco desde el día en el que Madge le contó la oscura historia detrás de su desagradable aroma.

-Señorita -se presentó él- Nunca antes la había visto por aquí ¿Cuál es su nombre, de dónde viene?

-Amm... -Katniss aclaró su garganta y se ajustó su antifaz por si acaso- Mi nombre es Jennifer, Jennifer Mellark, soy parte de la co realeza del Distrito 12.

-Claro, señorita Mellark, un gusto, como me imagino sabrá, soy Snow, rey del Capitolio. Espero poder verla más por aquí.

Katniss sintió nauseas y se fue sin más, asqueada.

Se sentaron en la mesa elegida. Ella tomó las manos de su hermana menor y la miró seria.

-Dime algo, ¿No te quieres casar con Nick, cierto? -comenzó Katniss.

Al instante Prim negó con la cabeza.

-Bien. ¿Qué te parece si... nos vamos? -preguntó.

Prim abrió los ojos como platos, Katniss lo pudo notar a pesar del antifaz azul cielo que tapaba el alrededor de sus ojos.

-Si te quieres quedar, no hay ningún problema... -la tranquilizó Katniss.

Prim negó con la cabeza.

-¿Estás bromeando? Claro que me quiero ir, pero, ¿Cómo? -apresuró sus palabras Prim.

Katniss sonrió.

-Después del brindis del triunfo tú, yo y los demás nos vamos, sea como sea -le contó el plan Katniss- Deberás ser rápida, si lo quieres, puedes quitarte los tacones para correr mejor.

Prim asintió, asimilando la información que le daba su hermana mayor.

-¿Y... conoceré el 12? -preguntó Prim entusiasmada.

-Más que eso: Respirarás el aire como debe de respirarse, sin ataduras, libre -sobrepuso Katniss, con una sonrisa.

La emoción en el rostro de su patito era evidente.

-¿Y viviré contigo?

-Claro. Y no sólo tú, sino también mi hijo -respondió Katniss.

La expresión de incredulidad se reflejaba ahora, mezclado con la emoción.

-¿Tendré un sobrino? -Katniss también notó su tono lleno de alegría.

Katniss tomó la mano de Peeta, la apretó y sonrió, al mismo tiempo que él lo hacía. Prim los rodeó a ambos en un abrazo.

-Cielos, Kat, me he perdido de mucho o tú has hecho demasiado.

Ellos rieron por el comentario.

-Ambas cosas -respondió.

-No puedo esperar al brindis -comentó Prim, y los iris de sus ojos estaban iluminados.

-Ni yo -siguió ella.

-Ni nosotros -Katniss escuchó la voz de los Everdeen, haciéndola sentir de pronto un frío de sus pies a la cabeza, y cuando se giró, los vió acercarse con una sonrisa que reconoció como falsa. Esa sonrisa ya la había visto antes: Era la que usaban para quedar bien con los demás. La aplicaban a los reyes y gente de la realeza en general. Y que usaran esa estrategia con ellos significaba que afortunadamente no la habían reconocido y que no habían escuchado nada de su anterior conversación.

Katniss les devolvió la sonrisa, disimulando.

-Me habían contado que era la mejor parte de la noche -habló Katniss.

-Y lo es -la señora Everdeen le dio la razón- ¿Cómo lo sabe? Nunca la había visto por aquí.

-Soy Jennifer, parte de la co realeza del Distrito 12 -explicó Katniss- Madge Undersee me lo había platicado, pero no me había animado a venir hasta hoy.

-¿Del 12? Excepcional. Madge nunca habla de ti -siguió la plática el señor Everdeen.

-Ella, como buena Undersee, prefiere no hablar de muchos temas. Se reserva mucho -dijo Katniss- Es una maravillosa mujer así. Me habló de lo de su hija, Katniss, y es una pena. Lo siento mucho por la familia Everdeen, de verdad.

Ellos asintieron, con el ceño fruncido.

-Vaya que lo es. Esperemos encontrarla pronto -la señora Everdeen habló- Ella estaba muy enamorada de Marvel, no entiendo por qué se fue.

Katniss frunció el ceño. Esperaba que no comenzara a lanzar fuego por los ojos.

-Oh -sólo fue capaz de decir- Si hubiera estado enamorada no hubiera escapado. Tal vez era su momento de rebeldía, sólo eso.

Katniss se sorprendió así misma no explotando en furia. Y, aunque sabía que ninguna de las razones mencionadas era la correcta, prefirió no hablar de más. La verdadera razón era su necesidad de ser libre con el amor de su vida.

Sintió el apretón de Peeta en apoyo.

-Tal vez. No tengo idea de que pensaba -continuó el señor Everdeen- ¿Y usted, caballero?

-Yo soy Joshua, el marido de Jennifer -se presentó Peeta- Un placer, señor -y estrecharon las manos, como siempre hacían los hombres de la realeza.

A veces -en muchas ocasiones-, Katniss quedaba en sorpresa por todo lo que Peeta sabía sobre las costumbres de la realeza.

-Atención, por favor, atención -la voz de Caesar llegó a los oídos de todos- Ha llegado la hora del brindis del triunfo.

Se despidieron de los Everdeen con una reverencia y después caminaron por el salón en busca de Annie, Finnick, Gale y Cato, seguidos de Prim.

Se encontraron.

-Llegó la hora -habló Gale, y en su voz se notaba el deseo de adrenalina.

Todos sonrieron y asintieron. Tomaron una copa de vino de tinto de las bandejas que llevaban los meseros para el brindis.

Hablaron en susurros.

-Cuando choquen las copas las tiramos al suelo y corremos al balcón de por allá -comenzó Finnick, señalando uno de los balcones- Lácense, no hay peligro abajo, Annie y yo vimos que da hacia un jardín que es seguido de calle. No hay cerca. Si tienen una mala caída, asegúrense de levantarse y cuando nos vayamos ayudaremos.

-Tendrán que deshacerse de los tacones -siguió Cato.

-¿Queda claro el plan? -terminó Gale.

Todos asintieron, serios.

Caesar Flickerman siguió con la ceremonia y comenzó con su discurso.

-Brindemos, amigos míos, por La Noche De Los Colores y las que vengan. Porque hemos mantenido a Panem en pie, por Los Juegos Del Hambre, por nuestro poder, por los reyes de Panem: Los Everdeen, por los reyes de los distritos, por el próximo matrimonio Fich Everdeen, por el buen vino, por Panem y, antes de chocar nuestras copas, quiero también brindar por un nuevo triunfo más -habló Caesar. A su lado estaban Cashmere y Glimmer con una sonrisa de suficiencia, llena de maldad- Quiero brindar por la presencia de nuestra querida princesa Katniss Everdeen.

Caesar señaló a Katniss con su mano. Todos dirigieron sus miradas a ella. Las miradas de sus padres y del matrimonio Everdeen, de Cinna, de los presentes en absoluto.

Los innumerables ojos clavados en ella, descubierta.

Cashmere y Glimmer habían hablado.

Era hora de correr, antes de que fuera demasiado tarde.

Escapando con la princesa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora