Cuando todos tuvieron un arma entre sus manos lista, Madge siguió dando indicaciones.
-No disparen a nadie, no queremos matar a alguien. Si uno se resiste entonces será necesario que disparen al suelo para que se asusten y hagan lo que les digamos. No se sientan mal si lo ven asustados, lo estamos haciendo por su bien.
Todos asintieron a sus indicaciones.
Subieron hasta el salón principal.
-Levanten las armas -pidió Madge.
Lo hicieron.
Madge se veía extraña enfundada en un lujoso vestido color verde y con un arma entre sus manos. Los rizos rubios que se escapaban de su peinado caían alrededor de su cara, enmarcándola.
-¡Si no salieron de la buena manera, van a salir por la mala! -gritó Madge, haciendo que los presentes se giraran hacia ellos e instantáneamente adoptaran una expresión de terror e incredulidad.
Los reyes Undersee veían a su hija de arriba abajo sin creer lo que veían.
-¡Salgan anden, salgan! -gritó Gale.
Y al momento numerosas personas hicieron caso a sus órdenes. Sonrieron de lado.
-¿Rue? -Katniss la llamó.
Rue salió de entre un grupo de gente con su amarillo vestido.
-Ven, Rue -le pidió Katniss. Rue obedeció- A ti no te pienso apuntar con una pistola, así que mantente a mi lado ¿Sí?
Ella asintió.
Los Everdeen se resistían a seguir las indicaciones.
-Nosotros no estamos dispuestos a bajar nuestro prestigio siguiendo las órdenes de un delincuente -habló la señora Everdeen.
Katniss o Peeta tenían que apuntarles a ambos para que salieran a la fuerza, más sin embargo, ninguno de los dos se atrevió a hacerlo.
-Si Katniss y Peeta no los pueden amenazar, pues yo sí. Anden, anden. No tengo todo su tiempo -Annie y Gale sí que lo hicieron.
Y lo hicieron.
-¿Cuánto queda? -preguntó Cato.
-Diez minutos -respondió Finnick.
Tenían que darse prisa.
-No tendría por qué obedecer una persona como yo a unos delincuentes como ustedes -se resistió Snow.
-¡Muévete, maldita sea! -gritó Peeta, apuntando al viejo con la pistola.
-Apuesto a que esas cosas ni siquiera tienen armas -habló Snow con aires de grandeza.
Peeta soltó una carcajada.
-¿En serio crees que no? -preguntó.
Snow negó con la cabeza.
Peeta sonrió de lado.
Disparó al piso, haciendo que Snow diera un salto de susto.
Finnick, Annie, Madge, Gale, sus padres y Rue ya iban de salida. Todo ya estaba evacuado, sólo hacían falta ellos tres.
-¡Muévete! -gritó Peeta.
-No -respondió frío Snow- No va a pasar nada.
Peeta apretó la pistola contra la cabeza de Snow.
-¡Sal! -gritó de nuevo.
Snow rió.
-Tú no me vas a disparar -dijo confiado.
Peeta lo pensó un poco hasta que escuchó la voz de Madge.
-¡No mataremos a nadie! ¡Déjalo ya!
-Vámonos -le dijo Katniss, tomando su brazo.
-¡Un minuto! ¡Corran! -gritó Finnick.
Peeta bajó el arma.
-Púdrase en el infierno, entonces -le dijo Peeta a Snow antes de salir corriendo junto a su amada.
Corrieron lo más rápido que pudieron, salieron del palacio y el impacto de la primera bomba los hizo volar por los aires.
Katniss, Peeta y los demás cayeron en el asfalto con un golpe demasiado fuerte. Katniss miró a su alrededor.
Todo no era más que cenizas y fuego. El palacio estaba en llamas, destruido. Sintió una punzada de dolor en la parte baja de su estómago.
Miró a los demás, conteniendo el insoportable dolor que tenía.
Peeta se había hecho un raspón profundo y bastante largo en el brazo derecho. No alcanzó a ver a los demás.
De mirar el potente color rojo de las llamas, pasó a mirar un negro que le invadió la vista.
Abrió los ojos poco a poco. Estaba adolorida.
Percibió el olor a hospital, y arrugó la nariz cuando lo hizo.
-Katniss -escuchó decir a Finnick. Cuando lo vió, se dio cuenta de que traía un pierna envuelta en una venda.
-No es nada -dijo Finnick al notar hacia dónde iba su mirada- Sólo una herida y ya.
-¿Qué pasó conmigo? ¿Cómo están los demás? -preguntó ella.
Cuando Finnick estaba a punto de responder con una expresión sombría, Peeta entró apurado a la habitación, claramente asustado.
-¡¿Katniss?!
Se lanzó a los brazos de Katniss. Ella lo recibió cariñosamente en sus brazos.
-¿Estás bien? -preguntó Katniss, enredando sus dedos en el rubio cabello de él.
-Sí, sí -respondió Peeta- ¿Tú lo estás?
Ella asintió.
-¿Y los demás? -volvió a preguntar.
-No lo sé... -admitió Peeta.
-Están bien -respondió Finnick- Annie y nuestro hijo van bien, y yo también. Sólo hubo una pérdida.
-¿Murió alguien? -Katniss sintió el corazón en la garganta.
Finnick negó. Katniss y Peeta tomaron una bocanada de aire.
-Snow murió, eso es seguro. Todos están bien -dijo Finnick.
Katniss asintió, asimilando todas las noticias.
-¿Prim está viva? -preguntó Katniss.
-Prim está viva. Y Rory -contestó Finnick.
Katniss sintió un alivio en su pecho.
-Se está organizando una rebelión contra Coin. No sólo aquí, sino en todos los Distritos, en el Capitolio y en el propio Distrito 13 -agregó Finnick.
Pero Katniss no terminaba de comprender toda la situación. Hacía falta una pieza más, hacía falta información que sabía él estaba evadiendo.
-¿Qué se perdió? ¿Murió alguien más? -preguntó Peeta.
Finnick suspiró y cerró los ojos.
-Hubo una pérdida, sí. Pero no de la clase de pérdida que ustedes se imaginan, no de la clase que ustedes me están preguntando directamente.
Katniss y Peeta fruncieron el ceño, sin entender las palabras de Finnick.
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Escapando con la princesa.
Fiksi PenggemarLa real familia Everdeen tenía entre sus miembros a la mejor princesa que pudiera tener Panem: Katniss Everdeen. En su nuevo instituto, al conocer a Peeta Mellark, él le muestra el mundo y las aventuras que tiene por conocer, algo que Katniss tiene...