Intensidad

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Capítulo 4

Intensidad

Brandon

Me reí recordando todo lo que me había hecho pasar Freddy, era un mal bebedor e incluso más tonto cuando estaba ebrio.

Se movía arriba, ¿por qué rayos tango movimiento? Creí que quedaría rendido en cuanto tocará la cama, pero desde que se tumbó la cama no ha dejado de chirriar con todo el ajetreo.

Di un golpe arriba y él se quedó, quiero.

-¿Ya te puedes dormir? -le pedí.

Asomó su cabeza y me reí, se veía aterrador y graciosos, con sus ojos algo perdidos por los efectos del alcohol y su cabello negro cayendo por su frente como si fuera la niña del pozo.

-¿Te molesto? -pregunto con la voz ronca.

-Sí, no dejas de moverte, ¿que rayos haces? -empuje su cabeza.

Él volvió a moverse, esta vez bajo de la cama, y se sentó en el suelo de rodillas frente a mí.

-Una paja -respondió sin vergüenza-, es broma, es solo que no creo poder dormir una noche más aquí, dame un lado de tu cama.

-Por supuesto que no -me cubrí con mi manta.

-No seas tacaño, entramos los dos bien -me empezó a empujar.

Odiaba dormir con otras personas, incluso odiaba cuando Mel y Susan se lanzaban sobre mí, así que no quería dormir con él. Se lazó a la cama y comenzó a empujar hasta que logro hacerse de un hueco.

-¿Me das un pedazo de la manta? -pidió dándole un tirón.

-¿Qué carajos te pasa? No puedes dormir con un... -Cubrió mi boca con la palma de su mano.

-Silencio churri, tengo mareo -advirtió-Ah, mucho más cómodo, ¿cierto?

Ahora el que estaba incómodo era yo, me sentía presionado contra la pared de la caravana con tal de no tocarlo. No tenía ni una gota de vergüenza, se había apropiado de mi cama y estaba acurrucado con mi manta.

-No -respondí molesto.

Abrió sus ojos visiblemente cansados -¿Por qué te quedas ahí? Hay espacio

Dio unas palma ditas al espacio que quedaba entrar nosotros.

-Estoy bien -mentí.

Quizás era un hetero de estos curiosos o algo pervertidos a los que el alcohol les afectaba su orientación sexual y se tiraban a todo lo que se meneaba, he visto de esos. Por su manera de hablar no tenía pinta de serlo, pero no tenía ni pizca de vergüenza y no me cansaría de decirlo, ¿cómo puede estar tan cómodo?

-Oye relájate -suspiro me dio la espalda.

Al menos no tenía que verle la cara, había mucho de él que no me terminaba de gustar,
quizás se deba a su carácter demasiado despreocupado, a qué metía las narices en donde no lo llamaban.

-¿Que me relaje? -me reí nervioso-. No puedo ser como tú, por tu culpa no avanzamos nada, deberíamos estar moviéndonos y no aquí acostados.

Levantó una ceja -¿Quieres moverte?

¿Qué pregunta era esa?

-La caravana - especifiqué.

Abrió sus ojos y sonrió -De eso hablo churri.

Ahora me hacía quedar como todo un pervertido a mí.

-Mejor cállate - tiré de la manta y le di la espalda.

Te estuve esperando L(G)TBDonde viven las historias. Descúbrelo ahora