IX. Fin a la rutina

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Martin reía mientras el mayor bajaba sus besos por su abdomen para llegar a su miembro. El móvil del mayor sonó.

—No contestes —susurró Martin empujando la cabeza del más alto nuevamente a su miembro.

Juanjo maldijo, estaba concentrado en su tarea cuando su móvil no dejaba de sonar. Se levantó haciendo quejarse al menor.

—¿Quién es? —respondió de mala hostia al móvil.

—¿Juanjo te pilló mal? —la voz de Bea del otro lado contestó.

Juanjo mirando el cuerpo desnudo del vasco, respondiendo mentalmente la pregunta. —No, dime, ¿pasó algo?.

Bea suspiró cansada, los exámenes estaban siendo una tortura para todos sus amigos.

—En clase de Álgebra Lineal me pidieron un libro de...

Dejo de escucharla, no supo en qué momento el vasco se levantó para ponerse tras suyo y empezó a dejar besos húmedos por todo su cuello mientras acariciaba su abdomen suavemente.

Juanjo intentó decirle que pare, pero no podía solo se dejaba sentir.

—¿Juanjo? —la madrileña seguía tras la línea.

Juanjo carraspeó —Si Beita, si tienes el nombre y foto del libro lo busco por ti —respondió sacando una hipótesis de lo que fue que pidió su amiga antes de distraerse.

—¡Gracias amore! no se que haría sin ti, te mando la foto por mensaje.

Juanjo dijo adiós y colgó. Para después darse la vuelta y responder a los besos que el vasco repartía.

—No se como haremos para vernos cuando terminen los exámenes. —se quejó lanzándolo nuevamente a la cama.

Habían creado una rutina, pero esta se basaba en verse entre clases o al salir de la universidad, en donde antes ocupaban esos tiempos para verse los seis juntos,  y si querían continuar con esto tenían que encontrar otra rutina, o de lo contrario serían muy fáciles de descubrir.

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—Explícame nuevamente por qué no podemos vernos entre semana —Álvaro seguía tratando de hacer entrar en razón a su amiga.

Ambos amigos caminaban hacia su cafetería aprovechando el cambio de hora, analizando el estado de la semana, ya que por los exámenes tampoco habían podido verse las caras.

Bea volvió a rodar los ojos, ya al borde de la exasperación —Álvaro, tenemos que estudiar. Kiki y Rus dicen que sus exámenes están cada vez más complicados, y ni te hablo de los míos.

—¿Y Juanjo y Martin? —levantó sus cejas, pidiendo más explicaciones.

—A ver, que Juanjo no necesite estudiar para aprobar no significa que no lo esté haciendo —elevó un dedo en forma de explicación—. Estoy segura de que está igual porque ni se aparece por los grupos, y no lo he visto en toda la semana ni por los pasillos.

—¿Y Martin? —contestó con la mirada tras ella.

—Martin tiene que preparar sus presentaciones, tampoco es que no tenga nada que hacer...

Álvaro giró a su amiga con sus propias manos, justo cuando el vasco quedaba frente a ellos.

—¡Eh, qué tal! —saludó el del bigote al dúo, mientras tecleaba rápidamente en su móvil.

Bea y Álvaro se miraron entre ellos confundidos, ¿qué hacía Martin saliendo de los baños de la facultad de ingeniería?

—Amore, qué sorpresa —saludó la castaña—. ¿Qué haces aquí? —fue directa al grano.

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