XX. Ascensores y Karaoke

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Una vez llegaron al piso del más alto, el vasco sintió como si nada hubiera pasado, como si Denna nunca hubiera aparecido en sus vidas y lo que ellos tenían seguía como siempre.

—¿Quieres que pida comida? —preguntó Juanjo, dejando su abrigo en una silla.

Martin negó—Hablemos de una vez, que tengo que irme.

Juanjo bufó ya cansado—Entonces dime de una puta vez qué te pasa, porque llevas ignorándome desde el sábado.

Martin negó indignado. ¿Que él lo llevaba ignorando desde el sábado? Solo había sido recíproco con lo que Juanjo había hecho con él.

—Mira, Juanjo, era divertido cuando solo éramos nosotros dos, sin tener que darle explicaciones a nadie, pero ahora me imagino que todo cambiará, y yo no tengo ganas de ser el amante o algo por el estilo —soltó de golpe todo lo que pensaba. Aunque ahora tenía la seguridad de que Juanjo seguía deseándolo, no tenía ánimos de pelear por él.

Juanjo lo miraba con confusión, su ceño fruncido sin entender nada lo sacaba de sus casillas—¿Lo dices por Denna? —soltó sin filtro.

Martin tragó saliva. No quería tener esta conversación, no quería confesar que estaba celoso porque estaba enamorado y que odiaba con todas sus fuerzas que su corazón ya tuviera dueño y no fuera él.

—Sí, Juanjo, ya lo sé. No tenemos que hablar de esto, es incómodo para mí —quiso decir que le dolía, que no podía soportar escuchar que se había dado cuenta todo este tiempo de que la amaba a ella.

—Martin, Denna es solo mi amiga. No va a pasar nada entre nosotros.

Un ápice de alivio se instaló en su pecho, pero amigas tenía muchas, y con lo que vio el sábado no lo tranquilizaba.

Martin asintió aún inseguro—Sí, amigos como tú y yo.

El más alto frunció el ceño—Nosotros somos amigos y ya está. Nos lo pasamos bien y nos conocemos a la perfección...

—¿Vas a volver con ella? —tuvo que soltarlo, no podía seguir con la duda.

Juanjo negó tajantemente—No, Martin, no hay forma de que vuelva con ella. No la quiero como ella quisiera que la quiera...

Martin pudo respirar al fin. Escuchar de su propia boca que la rubia no tenía oportunidad lo alivió. También se sintió un tonto por no haberlo preguntado antes, pero sus sentimientos estaban involucrados. Estaba con la incógnita de saber si sería buena idea continuar, ahora que estaba seguro de que lo amaba.

—Bien, entonces creo...

—Creo que has sido un tonto. Mira, estuve con ella porque la quiero como amiga, porque la eché de menos, es verdad. Y también quiero a su familia. Te juro que te caerá bien, solo tienes que conocerla —sonó sincero al decirlo.

Martin suspiró y asintió. Después de todo, tenía que intentarlo. No era nadie para ponerse celoso de la relación que tenían—Disculpa, me he comportado como un crío...

Juanjo lo miró enternecido y cogió sus mejillas con ambas manos—Lo nuestro acabará cuando tú te canses o encuentres el amor —lo besó con dulzura—. Así que no creas que te vas a deshacer de mí tan fácil.

El vasco le siguió el beso con ganas, pero no con calentura. Fue un beso nostálgico que le pedía a gritos que lo mirara con otros ojos, que le pedía que lo amara como él ya lo amaba.

El móvil de ambos vibró al mismo tiempo. Al leer el mensaje, ambos se miraron con alerta. Bea los citaba con urgencia en su piso porque la pelinegra se había arrepentido de sus planes para sabotear la tranquilidad de sus padres, y ahora quería juntar al grupo para crear un plan de inicio a fin y así tranquilizarla.

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