XII. Amigo Especial

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—¿Por qué estás tan callado hoy? —preguntó el mayor con curiosidad mientras entraban en la habitación que solían usar, la 444. —¿Querías ir al cóctel?

Tenía razón, y no es que tuvieran una relación en la que se contaran sus días o sus problemas cuando estaban a solas, pero siempre que se juntaban podían tener conversaciones banales sin incomodidades de por medio; después de todo, seguían siendo amigos. Sin embargo, esta vez, durante la mayor parte del trayecto, Martin estuvo callado, perdido en sus pensamientos.

Tener a Juanjo a solas otra vez hizo que sus pensamientos volvieran a aflorar. Quería saber qué era lo que lo hacía destacar entre sus líos amorosos para preferirlo a él. Y se preguntaba cuánto tiempo duraría ese capricho...

Martin negó con la cabeza, frunciendo el ceño con desagrado. —Joder, ni de broma. Prefiero estar aquí.

—Bueno, que si quieres ir, te llevo. Tampoco es algo a lo que nos inviten todos los días.

—Que no, ¡hostia! —bufó, ya fastidiado por la insistencia. —Más bien, el que parece querer estar allí, eres tú —soltó con un tono borde.

Juanjo lo miró con una expresión confundida pero divertida. —¿Qué te pasa hoy, eh? Si hubiera querido ir, estaríamos allí.

Martin negó con la cabeza y lo empujó hacia la cama con toda la furia acumulada desde que lo vio con la rubia. —Nada, ahora a lo que hemos venido.

(E)

Juanjo lo tomó de las piernas y embistió con fuerza en el haciendo soltar un gemido de satisfacción al menor, encontró su punto a la primera, como ya era costumbre.

Martin intentaba mirar como el miembro del más alto entraba y salía de su agujero mientras lo tomaba de la nuca y gemía cada vez más cansado, rodeo con sus piernas el cuerpo del mayor para tener más contacto con su propio miembro.

Era ya la tercera ronda desde que habían llegado, y Martin confirmaba que nunca había conocido a un chico que lo dejara siempre con ganas de más, sin volverse aburrido.

Unas estocadas más y Juanjo terminó, tomando el pene endurecido del más chico para masturbarlo y que terminase también. Martin gritó Juanjo en un gemido cuando acabó y se corrio en su mano.

El más alto se levantó, cogio la toalla del hotel y limpió todo el desastre. Para después acostarse junto a su amante.

Martin por su parte intentaba recuperar la respiración, mientras escribía algo en su teléfono.

—¿Con quién hablas? —preguntó con curiosidad Juanjo.

—Con Kiki —respondió Martin, sin levantar la mirada del móvil mientras tecleaba rápidamente—. Ya terminó su cóctel y está regresando con Álvaro, le he pedido que me recoja de camino.

—¿Qué? —se alarmó el más alto —¿Le dijiste que estás conmigo?

Martin está vez si volteó a verlo con una mirada de incredulidad —Tranquilo, que sigue siendo secreto, nadie va a espantarte a tus amiguitas especiales.— se levantó rayado y le tiró la toalla sucia a la cara con rabia.

La verdad que el encuentro que tuvo con Juli lo dejó descolocado, la impotencia de tener ningún derecho sobre Juanjo lo estaba manifestando con enojo, y sumando el hecho de que este le mencionase todo el tiempo que debía ser secreto lo tenía al borde. Que ya lo sabía, que se lo lleva repitiendo todo el tiempo, basta.

—Le dije que vine a recoger algo... —completó molesto, mientras se levantaba e intentaba respirar.

—Sí, a un hotel —respondió rayado también el mayor.

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