VI. No puedo más

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(E) explícito

Martin subía y bajaba agitado mientras saltaba sobre él, los pequeños sonidos que salían de su boca lo hacían querer más, mientras lo tomaba duramente de la cadera para ayudarlo con el vaivén.

El sonido de su móvil empezó a sonar, Martin le hizo un gesto de silencio con sus dedos. —Ignora eso —soltó sensualmente mientras bajaba su rostro para robarle un beso.

El sonido nuevamente.

Juanjo despertó agitado, ¿qué había sido eso? ¿por qué había tenido ese sueño tan... caliente con Martin?

El sonido insistente lo hizo maldecir, '¿quién coño es tan temprano?', ignoró sus pensamientos y contestó. —¿Quién es? —fue cortante y malhumorado.

—Juanjo, coño —Álvaro respondió desde el otro lado de la línea—. ¿Se te pegaron las sábanas o qué? Que es lunes, cabrón, y si no querías pasar por mí me lo hubieras dicho. ¡Ya estoy en el metro, cabrón! Y espabila, que empiezan los exámenes —le regañó en un extenso discurso, sin dejarle responder un segundo.

—Mierda, me quedé dormido, te veo allí —soltó apresurado mientras se levantaba y corría al baño.

—En el cambio de hora nos encontramos con todos en la clase de Martin, que nos dijo que en su cafetería venden el mejor croissant. Besos, amor, nos vemos —colgó.

Juanjo respiró profundamente. Martin, otra vez en sus pensamientos. Después de ese sueño, no sabía si podría volver a verle, y la conversación que tuvo con Naiara y sus amigos volvió a repercutir en él.

"¿Qué chispas, cabrón? Eso se llama tensión sexual y calentura. Tíratelo y se te pasará."

El recuerdo bombardeaba su mente.

Al llegar a su primera clase, estuvo tenso. Solo pensaba en el sueño que tuvo esta mañana, su mente repetía la imagen una y otra vez de Martin saltando sobre él, viéndolo tan agitado pidiendo más.

El cambio de hora llegó más rápido de lo que imaginó; su mente le estaba jugando una mala pasada. Lo peor fue que al llegar, el cambio de hora de la clase de Martin recién había ocurrido y, al parecer, el de sus amigos también, porque en el lugar, como acordó con Álvaro, no encontró a nadie.

Miró dentro de la clase del menor, viendo cómo todos salían, pero el vasco se quedaba conversando con uno de sus amigos de lo más tranquilo, con su coquetería innata y su sonrisa que lo volvía loco. El pensamiento de su sueño lo volvió a invadir.

"¿Qué chispas, cabrón? Eso se llama tensión sexual y calentura. Tíratelo y se te pasará."

¿Y si lo intentaba?

—Ala, Juanjo, ¿desde cuándo tan puntual? —la voz de la pelirroja interrumpió sus pensamientos. Esta llegaba junto a Kiki para hacerle compañía. Muy en el fondo lo agradeció, o en ese momento habría cometido una locura.

—Mi cambio de hora fue antes —respondió mientras las recibía con un abrazo.

—¿Por qué os abrazáis? Yo también quiero un abrazo—la voz de la persona que habitaba el 90% de sus pensamientos interrumpió. Juanjo tragó saliva al verle acercarse y pasarle los brazos por el cuello. Este respondió al abrazo pero por la cintura del menor.— Qué bien hueles siempre, Juanjo —mencionó suavemente en su oído.

"¿Qué chispas, cabrón? Eso se llama tensión sexual y calentura. Tíratelo y se te pasará."

Sus dos amigos faltantes llegaron, y juntos se acercaron a la cafetería de la facultad de Artes, donde estudiaban Martin, Ruslana y Chiara.

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