Martin, Ruslana y Chiara levantaban su sexto chupito de la noche mientras la pelirroja relataba el encuentro casual que tuvieron los amigos.
—¿Y vendrán? —preguntó Chiara ilusionada.
—Eso espero, le escribí hace una hora, pero no me ha contestado —respondió Ruslana, algo desanimada—. De todas formas, invité a Omar; si no es Juanjo, será él.
—¿A quién escribiste? —preguntó Martin, intrigado.
—¿A quién va a ser? Obviamente a Juanjo, amore —presumió Ruslana.
Martin sintió un poco de celos, porque desde que vio entrar a Juanjo por la puerta de esa cafetería, le gustó ese chico. Era todo su tipo físicamente: tenía un buen porte que hacía que cualquiera levantase la mirada para verlo, una sonrisa que hipnotizaba a quien le prestara atención y, además, toda la vibra de alguien que parece saberlo todo.
Luego de invitarlos a la fiesta y de que ellos aceptaran, se quedaron no más de diez minutos porque tenían que ayudar a la cumpleañera con la organización, pero en esos diez minutos pudo reconocer la pillería, la mala hostia y el ingenio para la comedia que tenía el aragonés. Estas cualidades despertaron en él la curiosidad y el deseo de conocerlo más a fondo.
—¿Y cómo tienes tú su número? —le salió borde, haciendo que Kiki y Ruslana lo miraran acusadoramente.
—Oh, nonono, chavalín, esta vez no me lo robas —advirtió la pelirroja al darse cuenta de que el más alto también era de su interés.
—¡Ruslana, tú me robaste a Lucas!
—¡No fue mi culpa que sea hetero! —se defendió.
Kiki se puso en medio de ambos. —¡Stop! Que los hombres no son objetos, parad ya —regañó—. Él ya decidirá con quién se queda, vosotros no tenéis que competir.
Martin la miró con una ceja alzada y una sonrisa ladeada, como retándola, y Ruslana se la devolvió. Robarse hombres de una noche era el hobby favorito de ambos.
Estaba cansado de que las travesuras de su mejor amiga siempre los metieran en problemas, pero lo que más le agotaba era no poder resistirse a seguirle el juego en todo momento.
Lamentablemente, compartían el mismo humor negro y la picardía típica de los 19 años, lo que hacía difícil resistirse a sus planes alocados. Cada vez que se prometía a sí mismo no caer en sus bromas, terminaba sucumbiendo ante la diversión y la complicidad que los unía desde que se conocieron en el instituto.
Luego estaba Chiara, la voz de la razón entre los tres, que si bien compartía el mismo humor descabellado, su inocencia hacía que tuvieran un balance en la relación.
Ya eran pasadas las doce y los nuevos conocidos no llegaban. La fiesta ya estaba en su clímax, el jardín de la casa de su amiga morena era lo bastante grande como para albergar a un DJ con toda su indumentaria, una barra con su bartender, y unas treinta personas más que bailaban al ritmo de la música alrededor de la piscina. La fiesta era privada y pequeña, pero de todas formas se formaban pequeños grupos en todo el jardín.
—¡Están aquí! —gritó la pelirroja mientras revisaba su móvil y corría hacia la entrada de la casa.
Mientras Kiki y Martin se quedaron bailando al reconocer una canción que era de ellos, ambos se movían al ritmo sensual que entonaba la música y se acariciaban entre ellos mirándose con deseo, tal como la letra decía.
—¡¿Y la fiesta pequeña?! —chilló una voz desde la puerta de cristal que daba al patio. Si no se equivocaba, era Álvaro.
Martin, sin dejar de bailar, dirigió su mirada hacia el grito, pero se dio con la sorpresa de que Juanjo no le quitaba la mirada. Este acto hizo reír al del bigote, tal como lo había hecho el aragonés en la mañana. Cogió de la mano a Kiki y la jaló hacia los recién llegados.
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No Puedes Gustarme
FanfictionJuanjo siempre había creído que no estaba hecho para las relaciones serias, y su mejor amigo estaba convencido de que esto se debía a que nunca había considerado la posibilidad de estar con hombres. Esta afirmación, que comenzó como una broma, ocult...