XVII. Denna

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Ruslana ingresó a su habitación apenas oyó a Martin llegar.

—Perdóname —dijo en un suspiro—. Te juro que lo estoy intentando, pero no puedo, Martin. —Se acercó para intentar acariciarle el cabello, pero el vasco se apartó—. A veces me siento tan sola, y él sabe presionar los botones adecuados para convencerme... lo amo. No lo entenderías porque nunca lo has experimentado, pero...

Martin se sentó y, con la mirada, le indicó a la pelirroja que le imitara. Sabía lo mucho que le estaba costando y lo mucho que lo amaba, pero también sabía que no estaba haciendo el esfuerzo necesario. Probablemente nunca se había enamorado antes, pero su cerebro automáticamente creo escenarios imaginarios en los que Juanjo le hiciera cosas que no quería, y que él, aun así, siguiera detrás de él. Sin embargo, no lo veía posible; Juanjo no era así.

—Me veré con una nueva psicóloga la próxima semana —continuó Ruslana con su monólogo—. Y olvida todo lo que te dije, eres la mejor persona que conozco, Martin. No sé qué sería de mí sin ti; ni siquiera sé si seguiría con vida si no fuera por ti —y rompió a llorar.

El vasco la abrazó. No podía enfadarse mucho tiempo con ella; era su familia en Madrid, y a pesar de todos sus errores, ambos se necesitaban para ser felices. Esa noche durmieron juntos, se perdonaron y lloraron hombro con hombro.

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—¡Hola! —Una morena de larga cabellera llegó con una sonrisa brillante, interrumpiendo su charla.

—¡Salma, hija, cuánto tiempo! —saludó Álvaro.

—Ya, vosotros, que desde que tenéis un nuevo grupo, os olvidáis de vuestros otros amigos —dijo con una mirada algo extraña hacia Kiki y Ruslana.

Bea fingió reírse—. ¿Qué dices, tía? Obviamente no iba a ser lo mismo una vez que Juanjo terminara con Denna.

—De eso os venía a hablar. ¿Dónde está Juanjo? —preguntó con tono mandón.

—Aparcando, tardará un poco —soltó Kiki tímidamente.

Salma asintió—. Bueno, decidle que Denna ha vuelto y que también irá a mi cumpleaños. Como supongo que vosotros también iréis, deberíais advertírselo.

—Creo que no será necesario —dijo Álvaro, mirando por detrás de Salma.

Juanjo llegaba abrazando a una rubia mucho más pequeña que él, entre risas y miradas cómplices.

—Buf, mejor. Pero bueno, cambiad esas caras, que estaré feliz de teneros en mi cumpleaños, eh. Os estaré esperando a todos —dijo, esta vez con una sonrisa sincera hacia los nuevos.

¿Denna? ¿La ex de Juanjo había vuelto? Era la rubia de la foto que abrazaba con cariño al mayor.

—¡Denna! —gritó Bea, corriendo hacia ella.

—¡Mi rubia! —Álvaro también corría tras ella al mismo tiempo.

Martin quedó en shock. ¿Denna era querida por todos?

—Bueno, tenemos competencia —soltó Ruslana, apoyándose en el hombro de Martin.

—Qué guapa —dijo Kiki—. De hecho, su cara me suena mucho.

Martin veía cómo sus amigos y Juanjo llenaban de abrazos a la rubia. Ella nunca dejó de sonreír; estaba radiante.

¿Cómo habría sido su relación con Juanjo? Si él había mencionado que nunca había estado enamorado, ¿por qué nunca había hablado en profundidad sobre ella?

De hecho no sabía nada acerca de ella además de su nombre, muchas preguntas se instalaron en su cabeza, quería saber más.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por la llegada de sus amigos, pero sin la presencia de la rubia.

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