XVIII. J+D

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Almudena había sido una figura muy especial en la vida de Juanjo. Se conocieron en una fiesta organizada por Salma como bienvenida a la universidad. Ya que esta como Juanjo ingresaban a Ingeniería Naval, y Denna, como la llamaban sus amigos, era amiga de Salma desde el bachillerato.

Desde el primer momento en que la vio, Juanjo quedó fascinado, no solo por su belleza, sino también por su amabilidad y la alegría que irradiaba. Su sonrisa era lo que más destacaba de ella, y su carácter divertido y sociable la hacía brillar en cualquier lugar. Amaba bailar y disfrutaba de las fiestas, siempre con una energía contagiosa.

Sus amigos también la adoraron desde el principio. Incluso Álvaro, que solía ser bastante crítico con las mujeres que lo rodeaban, la aceptó sin reservas. Tres meses después de haberse conocido, comenzaron a salir. Juanjo supo que ella estaba enamorada de él por boca de Salma, y aunque él no estaba seguro de sus propios sentimientos, se sentía cómodo con ella. Denna lo hacía reír, lo comprendía y respetaba su naturaleza reservada y su humor oscuro. Le daba espacio, algo que Juanjo valoraba enormemente. Hasta ese momento, su relación se había limitado a miradas tímidas y cómplices.

Una noche fría, mientras la acompañaba de regreso a su piso después de una reunión con amigos, Juanjo le pidió que fuera su novia. Ella, emocionada, lo besó y aceptó sin dudarlo, lágrimas de alegría recorriendo su rostro. "No sabes cuánto deseé esto", dijo entre sollozos.

Al principio, su relación fue hermosa. Juanjo tenía una habilidad innata para ser un buen novio: la cuidaba, la llenaba de atenciones y siempre estaba a su lado. Denna, por su parte, era perfecta: cada mes le daba un regalo, lo escuchaba, lo aconsejaba y se integraba sin esfuerzo en su círculo de amigos. Incluso aprendió a cocinar para él, buscando siempre formas de hacerlo feliz.

"Te amo, Juanjo. No sé qué haría sin ti"

"Eres muy especial, mi Almu",

Pero lo sabía, en su interior sabía que no la amaba. Su relación parecía perfecta, pero Juanjo sabía que Denna merecía más. Merecía a alguien que la viera como algo más que una amiga. A pesar de sus esfuerzos por sentir algo más profundo, por experimentar las mariposas en el estómago de las que tanto se hablaba, no lograba despertar en él esa chispa. Sus besos eran fríos y carentes de pasión, y el sexo no era más que un acto vacío.

Así pasó seis meses, intentando encontrar una emoción que no existía. "Puedo hacer que me quieras", le dijo Denna una vez, con esperanza en sus ojos. Todavía pensaba en esas palabras. Su vida con ella era fácil y agradable, pero no podía seguir engañándola. Sabía que había alguien mejor para ella, alguien que realmente la amara, y no quería ser un obstáculo en su camino.

Dos semanas después de terminar su relación, Almudena se marchó a Granada. "Necesito alejarme de ti, Juanjo. Cada rincón de Madrid me recuerda a ti", le dijo antes de irse. Se sintió devastado. Sus amigos pensaron que era por la ruptura, pero en realidad, era la culpa lo que lo consumía. Denna era una persona increíblemente buena, alguien que siempre estaba dispuesta a ayudar, a dar amor sin esperar nada a cambio. No merecía ser tratada así, y la culpa lo corroía día tras día.

Un mes después, sin avisarle a nadie, decidió ir a buscarla.

—¿Juanjo, qué haces aquí? —se sorprendió Denna al abrir la puerta de su casa en Granada.

Juanjo la sorprendió con un ramo de sus flores favoritas. —Perdóname —le dijo con sinceridad.

Conversaron largo y tendido ese día, y ella lo perdonó. No podía odiarlo, por más que lo intentara. Tampoco podía obligarlo a enamorarse de ella.

—Debo tener un problema, Denna. ¿Cómo es posible que no me enamore de ti?

Ella, limpiando sus lágrimas, lo abrazó con ternura. —Eres perfecto, mi Juanjo... pero yo no soy la persona que tu corazón busca.

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