XXXVI. Novio

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Estaban sobre el escenario de un teatro prestigioso de Madrid, solos, con solo las luces cálidas del escenario iluminándolos. Martin giró lentamente, dejando que el asombro y la emoción lo envolvieran.

—Quería que este día fuera especial —dijo Juanjo con una sonrisa nerviosa—. Ni siquiera lo pensé demasiado, solo quería que te sintieras cómodo, en un lugar que será importante para ti a lo largo de tu vida.

Juanjo dio un paso adelante, sus ojos llenos de ternura—. Martin, quiero estar a tu lado, ser tu fan número uno siempre.

Martin sintió un nudo en la garganta. La grandeza del momento lo abrumaba, y los recuerdos de las flores con el mensaje se agolpaban en su mente. Había sido Juanjo.

—Las flores —soltó Martin con sorpresa en un susurro —Fuiste tú.

Juanjo rio y asintió, acarició su rostro como si se fuera a romper —Sé que no soy perfecto, todavía tengo muchas capas que soltar, todavía me queda mucho por aprender, pero si me dejas estar a tu lado en todo mi proceso, prometo hacerte el hombre más feliz del mundo.

Las lágrimas comenzaron a llenar los ojos de Martin. El maño estaba allí, frente a él, abriendo su corazón con una honestidad que le cortaba la respiración.

—Juanjo... —susurró Martin, sintiendo que las palabras no podían capturar lo que su corazón estaba experimentando.

Juanjo dio un paso más cerca, tomando la mano de Martin entre las suyas—. Quiero que sepas que cada momento que paso contigo es un tesoro para mí. Recuerdo cada risa, cada mirada, cada pequeño gesto. Quiero compartir contigo mis sueños, mis miedos, mis logros y mis fracasos. Quiero estar ahí para ti, sostenerte cuando necesites apoyo y celebrar contigo cada pequeña victoria.

Martin sintió cómo su corazón latía con fuerza. Cada palabra de Juanjo resonaba en su alma, llenándolo de una calidez que no podía contener.

—¿Recuerdas cuando me dijiste que tu sueño era actuar en este teatro? —continuó Juanjo, con una sonrisa melancólica—. No podía dejar de pensar en cómo te brillaban los ojos al decirlo. Quiero estar ahí el día que subas a este escenario, como la estrella que eres, y quiero aplaudirte más fuerte que nadie.

Martin sintió que sus lágrimas comenzaban a caer. Nunca había sentido algo tan puro y sincero. Era como si todas las piezas del rompecabezas de su vida finalmente encajaran en su lugar.

—Juanjo, yo... —comenzó, pero las palabras se ahogaban en su emoción.

Juanjo tomó aire, decidido—. ¿Quieres ser mi novio, Martin Urrutia? Esta vez con todo incluido... —sus ojos suplicaban una respuesta afirmativa.

Martin asintió efusivamente y se colgó de su cuello, sintiendo que el mundo entero se alineaba en ese momento perfecto—. Sí, quiero. Siempre sí —susurró en su oído.

Juanjo lo abrazó con fuerza por la cintura. Al fin lo había conseguido. Al fin podía llamarlo suyo, y no dejaría que nadie nunca más se interpusiera entre sus sentimientos.

—Te amo —susurró Juanjo con voz temblorosa.

Martin lo besó con anhelo, sintiendo que no podía ser suficiente—. Yo más, mi novio.

Juanjo rió, abrazándolo aún más fuerte, como si eso fuera posible. En ese teatro vacío, bajo las luces cálidas, se prometieron amor eterno, un amor que habían luchado por construir y que ahora, finalmente, podían celebrar.

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—¿Y si se molestan con nosotros? —Martin miró a Juanjo con su mítico puchero y las cejas alzadas.

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