Capítulo 17

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La clase A había recibido un día libre antes de que comenzaran las vacaciones, así que todos decidieron aprovechar la oportunidad para ir de compras y relajarse un poco. El bullicio del centro comercial era contagioso, y los estudiantes se dispersaron en grupos más pequeños para explorar mejor las tiendas.

Azumi, siempre llamativa con su estilo único y presencia, rápidamente atrajo la atención. Mineta, fiel a su naturaleza, decidió seguirla de cerca, con la esperanza de pasar más tiempo con ella. Azumi, por su parte, vio una oportunidad en tener a Mineta cerca y lo puso a cargar todas sus bolsas de compras.

—Vamos, Mineta, no te quedes atrás —dijo con una sonrisa, caminando con gracia hacia la próxima tienda que había captado su interés.

—¡Azumi, espera! Estas bolsas son muy pesadas —se quejó, luchando por mantener el equilibrio con la carga.

Mientras Azumi miraba las vitrinas de una boutique elegante, una avalancha de fanáticos la rodeó repentinamente. Todos querían una foto con el diamante de la U.A o al menos un autógrafo. Azumi sonrió y accedió a las solicitudes con amabilidad, respondiendo con cortesía a los elogios y peticiones. Mineta, sin embargo, fue empujado por la multitud y desapareció de su vista, sus pequeños gritos ahogados por la algarabía.

Cuando la marea de admiradores finalmente se dispersó, Azumi no vio rastro de Mineta. No le dio demasiada importancia y decidió seguir con sus compras. Entró en otra tienda que había captado su interés y compró algunas cosas más antes de dirigirse al punto de encuentro donde había quedado con sus compañeros.

Al llegar al lugar acordado, vio a Midoriya conversando con un chico de capucha que le resultaba vagamente familiar.

—¿Quién es tu amigo? —preguntó, acercándose con una sonrisa curiosa— ¿me los vas a presentar?

El chico de la capucha levantó la vista y sonrió: —No sabía que tendrías compañía, Deku —luego se despidió, pero no sin antes dedicarle a Azumi una mirada prolongada— nos vemos, Midoriya.

Azumi observó cómo el chico se alejaba y luego se volvió hacia Midoriya: —¿Quién era ese? Parecía que te conocía bien.

Midoriya rascó la nuca, claramente incómodo: —Es... alguien que conocí hace un tiempo. No es importante.

Azumi alzó una ceja, pero decidió no presionar más: —Está bien. De todos modos, ¿has visto a Mineta? Estaba conmigo, pero lo perdí entre la multitud.

—No lo he visto. Pero seguro que está bien. Mineta siempre se las arregla para aparecer en el momento menos esperado.

—Eso es cierto. Bueno, ¿qué tal si esperamos un poco más? Estoy segura de que los demás también llegarán pronto.

Mientras esperaban, Azumi y Midoriya conversaron sobre sus planes para el campamento. Poco a poco, los otros compañeros de clase comenzaron a llegar al punto de encuentro, cada uno con sus bolsas de compras.

—¿Qué compraste, Azumi? —preguntó Uraraka, notando las numerosas bolsas que había a su lado.

—Un poco de todo —respondió con una sonrisa— ropa para el campamento y otras cositas que me gustaron.

—¡Qué bien! Yo también encontré algunas cosas lindas.

Finalmente, Mineta apareció, sin aliento y cargando aún más bolsas: —¡Azumi! ¡Finalmente te encontré!

Azumi se rió y tomó algunas de las bolsas para aliviar la carga de Mineta: —Gracias por llevarlas, Mineta. Eres un gran ayudante.

Mineta, aunque agotado, sonrió ampliamente: —¡Para eso estoy!

Ella se inclinó y le dio un beso en la mejilla como agradecimiento, el muchacho se desmayó con la cara roja.

—Que...

—Acaba...

—De pasar...

—Azumi, eso que tienes se ve muy pesado, permíteme ayudarte —Sero tomó unas bolsas.

—Yo te quito ese peso, Mineta —dijeron al unísono Kirishima y Kaminari, peleándose por las otras bolsas.

La tarde continuó y fueron a comer después cada uno tomó un rumbo distinto hacia sus respectivos hogares

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La tarde continuó y fueron a comer después cada uno tomó un rumbo distinto hacia sus respectivos hogares.

Azumi caminaba hacia el auto con los muchachos detrás de ella. Dejaron las bolsas en la maleta y esperaron pacientemente el siguiente movimiento de su compañera.

—Gracias por la ayuda. Creo que Mineta estará muy enojado con ustedes.

—Eso es lo de menos.

—¿Quieren que los lleve a sus casas? —ofreció, los muchachos iban a aceptar sin dudar, pero la fría mirada de Kairi por el retrovisor los heló.

—No hace falta, caminaremos.

—¿Seguros?

—Sí.

—Mmh, bueno —se acercó y le dio a cada uno un beso en la mejilla.

Sero, Eijiro y Denki se sonrojaron y esperaron a que ella se subiera y se fuera.

—No me volveré a lavar la cara... —murmuró Denki.

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