Prólogo

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· Año 1998 ·
Querida infancia

Los Hargreeves o Academia Umbrella...

Esos éramos nosotros; una familia reconocida, inusual y... Con defectos, claro.

—¿Alguien vio mis cuchillos? — aquella pregunta salió de la boca de Diego, uno de mis hermanos adoptivos que corría de un lado a otro buscando sus clamados cuchillos para su entrenamiento.

Desde algún sitio de nuestra academia, alguien gritó respondiendo a la pregunta de Diego con diversión:

—¿Por qué no le preguntas a Klaus? Ya sabes que ese retrasado no toma enserio su vida — fue Ben quien participó desde su habitación despreocupadamente mientras que en su cama le daba vuelta a la página del libro que leía.

Todos sabíamos a qué se refería.

—¿Eh? — el famoso Klaus se hizo el inocente asomando la cabeza desde la cocina a la mención de su nombre, tenía una cuchara metida en la boca y un bote de helado en las manos.

—Bueno, supongo que Klaus no es el que está haciendo de las suyas esta vez — Allison mencionó con una pizca de diversión mientras caminaba hasta su habitación con un montón de revistas apiladas en sus manos donde salía ella en la portada.

—Oh, no. Eso significa que... — esta vez, Luther se quedó recargado contra el marco de la pared de la habitación de Allison, esperando por algo que sospechaba.

Y ahí entro yo.

Llego corriendo desde un pasillo hasta donde están ellos, llevando puesto el chaleco porta-cuchillos de Diego junto con un casco militar que encontré en la oficina de papá y después los cuchillos de mi hermano en las manos. Simulando jugar a estar en un combate imaginario.

—¡Ahhh! — grito cuando llego a donde mis hermanos quienes me miran para nada extrañados, en lugar de eso como si estuvieran muy acostumbrados a esto.

Los cuchillos en mis manos van por delante de mí simulando que estoy preparada para el ataque. Klaus por supuesto me mira y se le iluminan los ojos al verme jugar, él por supuesto tiene ganas de jugar también.

Su sonrisa se ensancha antes de dejar el bote de helado encima de la mesa con intenciones de unirse a mí.

—¡Agente Klaus, necesito su apoyo! La amenaza sigue en pie — le invito a mi hermano unirse a mi batalla imaginaria.

—Ay, no quiero ver — esta vez Vanya hace acto de presencia, pero tan pronto como llega, se ve obligada a taparse los ojos a un lado de Luther y Diego que nos miran a la espera de que haga algo estúpido como siempre.

Klaus va rapidísimo a buscar una olla en la cocina, no comprendo para qué, pero se la coloca en la cabeza y entiendo que es para referirse a un casco. Entonces él se posiciona cerca de mí.

—¡Estoy listo, agente T/n!

—¡Genial, toma! — ignoro que existen mis demás hermanos y me enfoco en seguir en mi misión. Le lanzo un cuchillo a Klaus para que lo atrape y me ayude a combatir.

Pero ocurre algo.

Mierda.

Olvido que no tengo la habilidad de Diego para manipular la trayectoria de los objetos que lanza y por accidente el cuchillo que lancé sale disparado al pecho de Klaus que se encaja al instante en su cuerpo.

En realidad, eso no era lo que esperaba, yo planeaba que el cuchillo se ensartara en la pared al lado de él para que después lo tomara, pero fallé.

Me quedo estática en mi posición. Mi sonrisa se va desvaneciendo poco a poco mientras veo el pecho de Klaus con el cuchillo atravesándolo. Él me mira con espanto y con las manos aún abiertas para atrapar el cuchillo, pero el asunto dio un giro inesperado.

The HargreevesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora